Todo empezó hace casi un año y medio, con unas clases de pintura y un encargo. Belén Chaver andaba recuperando el tiempo que el mostrador de su tienda de ropa Dudas, donde estuvo 25 años de su vida, le había robado. Nunca fue de quedarse quieta ni de pasar los días delante del televisor, así que cuando un familiar le retó a que le pintara un skyline de Coruña para el cabecero de su cama, dijo, ¿por qué no?

Así nació el cuadro que se ha vendido a centenares y que va camino de convertirse en uno de los iconos de la ciudad. En las clases de pintura de las aulas de la tercera edad de los Jesuitas, Belén fue plasmando poco a poco los edificios emblemáticos de la ciudad, a lápiz y con trazos de arquitectura, su verdadera pasión y carrera frustrada. Luego, unió los dibujos en una tira y la llevó a imprimir. No sabía que había creado un hit.

Un éxito inesperado

“A la gente le chifla”, nos dice, todavía con algo de sorpresa en la voz. La primera pista se la dieron el propio día que llevó a la copistería su regalo ya terminado para imprimir. “Yo lo llevaba dibujado en un papel. Cuando lo estaba estirando se me acerca una señora y me dice que dónde puede conseguirlo. Quiero uno, me dijo”. Aquello, además de una vergüenza tremenda –“fíjate que tontería, pero me dio”- le encendió una bombilla a esta joven empresaria de 71 años, como le gusta definirse. Lo comenta en casa y, sobre todo, se lo comenta a Abby Comas, su entonces profesora de Internet y actual compañera de aventuras. “Me dijo, es bonito, esto hay que explotarlo”. Se pusieron en faena y en el mercadillo de Navidad del Distrito Picasso, del que por cierto esta mujer multitarea es presidenta, vendieron 100 cuadros. “Surgió el bajo con Abby. Y como soy bastante osada, porque a quien se le dice que con 71 años metida en este negocio… Y aquí estamos”.

Pues si. Aquí estamos. En un pequeño y bonito local en los bajos de la Plaza de Vigo que comparte con Abby, quien se encarga de los aspectos más informáticos del trabajo -como ayudarla a hacer composiciones de elementos por ordenador o montarle la página web www.belenchaverdesigns.com con tienda online incluida- además de llevar su propio negocio de vídeos de bodas. Parece mentira pero aquí, en una armónica y ordenada simbiosis de 17 metros cuadrados, desarrollan ambas sus negocios. Almacén de mercancía de Belén incluido.

Skylines de más ciudades

En el escaparate y en las paredes cuelgan sus cuadros y demás creaciones. Porque Belén, que le va la marcha, se puso a dibujar skylines de otras ciudades y a plasmarlos en cuadros, camisetas, sudaderas, tazas y abanicos. Y siguieron funcionando. “Desde entonces he hecho Santiago, Madrid, Vigo… Pinto a lápiz y para que lo puedan imprimir lo paso a rotulador. Cuando la ciudad es grande hago muchos monumentos y luego compongo. En Madrid por ejemplo no me cabían todos, hicimos varias composiciones y al final lo compuse en torno a la Castellana, de abajo hacia arriba”, nos explica, mientras nos enseña su cuaderno de trabajo donde aparecen a trazos diferentes edificios.

Parte del merchandising que Belén Chaver está creando.

En algo más de un año, Belén ha colocado su material en una tienda de Santiago y en la tienda del puerto de trasatlánticos de A Coruña. Para los cruceristas, y para aquellos turistas que se quieran llevar un cachito de la ciudad sin ocupar espacio, se le ocurrió la idea de enrollar los cuadros en rulitos: a la maleta y listo. Estas Navidades entró en el fantástico mundo de los regalos de empresa, ya ha tenido varios encargos de cuadros personalizados y prepara su desembarco en mundo de las bodas ofreciendo personalizar abanicos. Entre sus retos, comenzar a vender en el aeropuerto y desarrollar la venta online que, según sus propias palabras, se le sigue resistiendo.

“Estoy aprendiendo mucho… Y me lo estoy pasando muy bien. Me he quitado 10 años de encima”, nos confiesa delante de las últimas incorporaciones a su catálogo de cara al verano. Bolsas de tela, kikoy para la playa y la línea infantil, unas camisetas y bodies, diseñadas con dos ayudantes muy especiales: sus nietos. “La mayor parte de los dibujos son suyos”, reconoce con orgullo mientras se recuerda en voz alta que todavía tiene que negociar de nuevo con el puerto –“siempre estamos peleando por los precios”- y que este fin de semana ya ha quedado con una guía turística para darse una vuelta por Lugo. Aunque  tiene bastante clara la estructura del nuevo skyline en su cabeza. Muralla, edificios, muralla…

Quien nos diera sus 71.