Leo en Quincemil que la ciudad pone sus ojos en el futuro con la redacción de un “Plan Estratégico 2030-2050”. Es lo deseable. Es lo obligado. Todo gobierno asume la responsabilidad de resolver el presente y planificar el futuro. Ese mismo gobierno también ha de tener memoria.
Integrar ámbitos nuevos con otros ya consolidados, impulsar una nueva movilidad, garantizar un urbanismo sostenible y potenciar el dinamismo económico son algunos de los pilares sobre los que se levantará este plan de futuro, se apunta en la misma información.
Por resumir, se trata de hacer una ciudad acogedora y con oportunidades, también para las próximas generaciones. Por concretar aún más, hacer una ciudad de la que sentirse orgulloso, hacer una ciudad en la que desear vivir, hacer la mejor ciudad posible.
Como digo, es lo deseable y lo obligado, es la responsabilidad que uno asume cuando se pone al frente de su ciudad: todo es presente y futuro, pero mirando de reojo al pasado. Nada es posible sin memoria.
Hoy este reto que se nos plantea y del que se viene haciendo eco Quincemil, en sus informaciones y también en las jornadas de debate que viene programando desde sus inicios, lo asumen dos mujeres. Podemos y debemos sentirnos orgullosos de ello: una al frente de la alcaldía y otra aportando su conocimiento para plantear respuestas a las preguntas que se hace la ciudad.
Muchas de esas respuestas están ahí, en nuestra retina, apenas necesitamos actualizar su redacción a los nuevos tiempos, a las nuevas formas… porque muchos de los retos son los mismos que nos planteamos en su día.
Por eso, apelando a esa memoria imborrable, a ese pasado que siempre ha de estar presente, releo, repaso y recupero el trabajo ya hecho. Porque la mayoría de las preguntas son perennes.
En esencia, las ciudades se hacen siempre las mismas preguntas (cómo moverme, por dónde pasear, en qué barrio vivir, dónde trabajar, como generar espacios de convivencia, cómo generar actividad económica…), porque siempre buscan la misma respuesta: vivir en la mejor ciudad posible.
Y porque en su día nos hicimos las mismas preguntas porque buscábamos la misma respuesta, traigo al presente aquella propuesta que elaboramos y presentamos en 2006, de la mano del urbanista Joan Busquets, que quedó reflejada en una exposición, conferencias y un libro bajo el título “A Coruña, la nueva ciudad marítima en el puerto”.
Una propuesta que, conjugada con el plan urbanístico también elaborado con Busquets, respondía a cada una de las preguntas perennes sobre la ciudad, y por primera vez con visión metropolitana de verdad.
Ya estaba ahí la estación intermodal y una nueva forma de movilidad integrada en la que se complementaba el tren y el autobús, apostando al mismo tiempo por el tren de cercanías, resolviendo la interacción peatón-bici, ahora presente, y planteando la alternativa del metro ligero. La tercera y cuarta ronda permitía una remodelación de Lavedra como antesala de la ciudad amable que debía ser Coruña.
Ya entonces hablábamos en Coruña de los corredores verdes y espacios públicos que enlazaban barrios.
Por supuesto, estaba el puerto exterior de Langosteira y su enlace ferroviario, en ejecución, como pilares para nuestro impulso económico, y condición indispensable para darnos otra oportunidad como ciudad al recuperar el espacio portuario.
Es ahí donde centrábamos nuestro trabajo con el urbanista que dejó huella en la Barcelona olímpica y otras grandes ciudades como Lisboa, Milán, Sao Paulo y Singapur.
Con los muelles liberados, la ciudad crecía en superficie y era hora de definir usos para hacer la mejor ciudad posible. Las alternativas y soluciones siguen ahí, siguen respondiendo con rigor a muchas de las preguntas que hoy se plantean de nuevo.
Espacios públicos, de esparcimiento y convivencia; espacios de ocio, comerciales, empresariales y administrativos. Y por supuesto, vivienda, uno de los grandes retos, que hoy algunos, por fin, ven como una necesidad después de años de inanición o demonización.
A muchas de las necesidades de hoy ya se le daba respuesta entonces. Solo los que acumulan años y quieren, recuerdan aquel momento vital, aquel reto magnífico que se planteó en nuestra ciudad.
Buena memoria hace falta ahora para aprovechar esta nueva oportunidad que se propone. No es suelo sin más, ni verde sin sentido, ni cemento porque sí. Es hacer que la ciudad llegue al mar, por fin por ambas orillas. Es hacer ciudad.
Es hora de dejar de hablar de la relación ciudad-puerto. Basta ya de hablar de la integración del puerto en la ciudad. Porque ya es una realidad, ya no hay vuelta atrás, ya no hay otra forma de entender la ciudad.
¿Cuál es el reto? El reto es que las generaciones futuras no entiendan de qué les hablan cuando les digan de lo que fue la recuperación del espacio portuario, que no entiendan de que les hablan cuando les hablen de la liberalización de los muelles… El reto es, y el éxito será, que a las generaciones futuras les ocurra lo mismo que a los jóvenes de hoy cuando les hablan del Ensanche, y no entienden, porque para ellos el Ensanche es un barrio más de la ciudad.
Echando cuentas, aquel plan elaborado con la ayuda de Busquets cumple 18 años. Ya es mayor de edad. Quizá es un buen momento, es hora de que eche a andar.