salas de conciertos

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La tribuna

Retomar el ritmo

El secretario de Clubtura analiza el panorama de las salas de música tras las dificultades que atravesaron durante los momentos más duros de pandemia

15 octubre, 2022 10:43

Que estos dos últimos años han sido complicados para el sector cultural no es ninguna sorpresa, se ha hablado de ello mucho -puede que demasiado-, y se han publicado ríos de tinta sobre las causas y consecuencias de este particular Armagedón en el sector.

Dos años de travesía en el desierto para artistas y salas de conciertos, en los que la supervivencia ha sido posible gracias a los enormes esfuerzos personales -es imposible contar la cantidad de profesionales de la música que han conseguido hacer sobrevivir sus proyectos gracias a su pasión por la música, la certeza de estar realizando una labor importante y a costa de su propio y exiguo patrimonio, cuando no a costa de endeudarse personalmente-, y, en menor medida, gracias a la ayudas públicas, bienintencionadas siempre, mal dirigidas y gestionadas en muchas ocasiones. 

Toca ahora remontar la posguerra, y la verdad es que no es fácil. Hemos pedido a  profesionales del ámbito técnico, que han reconducido sus carreras, una enorme cantidad de artistas se han quedado por el camino, y, lamentablemente, varias de las salas gallegas que eran el ecosistema natural de la música que nace en nuestra tierra han tenido que cerrar sus puertas. El panorama es complicado, pero es salvable. Y no nos vamos a rendir.

Eso sí, para que las salas de conciertos sigan llenándose de música es necesario que todas las partes implicadas rememos en la misma dirección. Empezando, por supuesto, por los equipos de las salas, que luchamos por conseguir una programación atractiva que logre vencer, por un lado, la reticencia del público a volver a incorporarse a eventos bajo techo, y, por otro, captar el interés de un cambio generacional que ha demostrado disfrutar mucho del concepto festival, pero parece reacio a acercarse a las salas.

Pero de nada sirve pelear en solitario: es necesario que las administraciones públicas se impliquen de verdad en la promoción cultural y el apoyo a los creadores y los espacios programáticos que crean el verdadero ecosistema cultural de una ciudad. Es necesario el compromiso de las grandes empresas y fundaciones para que su RSC cuente con un verdadero componente cultural sostenible, que vaya a la raíz del sector, apostando por artistas locales, por las salas pequeñas, por las productoras independientes. 

Necesitamos transmitir nuestra convicción sobre la importancia de la música en vivo como medicina preventiva (si, no exagero) y como espacio de sociabilización necesario. Y conseguir- por fin darle forma a una industria de la música en Galicia, que lleva años amagando con despegar sin terminar de hacerlo, al menos no de forma cohesionada. Y este punto es especialmente importante, porque, como bien dice el dicho, la unión hace la fuerza, y un sector fuerte y coordinado será más potente, más solvente, y dejará menos miembros atrás en las crisis. 

Hace falta también que los medios vuelvan a apostar por la información cultural, con redacciones más nutridas, con crónicas de lo que se cuece en las noches con bandas que mueven a cincurenta o cien personas pero que merecen mover a mil, con secciones más amplias, con más espacio y más contenidos focalizados en la oferta -que existe, que es amplia, que es válida e interesante- que existe en nuestra ciudad. Y hace falta, por supuesto, que los artistas se sientan arropados y respetados, pero también que se profesionalicen y se formen para conseguir un mejor impacto de su trabajo entre el público.

Y es que la clave de la recuperación del sector tras esta enorme crisis, que comenzó como sanitaria y terminó siendo estructural, mostrando la debilidad de unos cimientos que mantenían el sector precarizado y sin cohesionar, pasa, necesariamente, por convencerte a ti, que me estás leyendo, que has vivido una buena experiencia en una sala, que lo cuentes, que lo vuelvas a probar.. Las salas somos desde los inicios, desde la raíz misma de la cultura, donde casi todo proyecto musical comienza a ver la luz. Y no debemos perder de vista que, de nada servirá nuestro esfuerzo como pymes, o como artistas, si no logramos construir un músculo fuerte que nos haga relevantes para quienes no han sido capaces de ver antes nuestra importancia.

Un mundo sin música sería una pérdida de tiempo. Una ciudad sin salas de conciertos sería una urbe gris y anodina. Y una sociedad incapaz de ver esto sería una sociedad ciega… pero, mientras logramos abrir los ojos, siempre podemos confiar en nuestro oído y nuestra emoción para seguir avanzando y creciendo, y recuperar poco a poco, pero con firmeza, el ritmo.

Las mujeres de nuestra Galicia más rural

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