Patria. Minerva. María Teresa. Las tres hermanas Mirabal, activistas políticas, fueron asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por la policía secreta del dictador dominicano Rafael Trujillo. Años después, gracias a la lucha y al trabajo del movimiento feminista latinoamericano, que provocó un despertar generalizado, la Organización de Naciones Unidas eligió esa fecha, el 25N, para conmemorar, que no celebrar, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.
Desde entonces, cada año por estas fechas, millones de mujeres y hombres en todo el mundo salen a clamar contra un problema estructural de la sociedad que día a día sigue tiñendo de luto nuestro presente y nuestro futuro. Más de 1.160 mujeres asesinadas en los últimos 19 años. Más de 360 niñas y niños huérfanos desde 2013. Miles de mujeres humilladas, insultadas, amenazadas o violadas cada año. Las cifras de la vergüenza que deja la violencia machista en España siguen siendo aterradoras y no podemos olvidar que detrás de cada uno de estos números hay páginas en blanco de historias que no pudieron ser contadas.
Sería un error no reconocer los avances políticos, sociales o legislativos que se han dado, pero también lo sería negar el dolor, los tormentos y los martirios que miles de mujeres sufren cada día a causa de la violencia de género.
En mis dos años como conselleira de Igualdade he conocido historias de superación, vidas marcadas por la violencia que nos invitan a cambiar la mirada porque la única forma de ayudar a quienes sufren realidades que nos pueden resultar lejanas es acercarnos para conocer las atroces consecuencias de la violencia de género. Pero también sé que hay otras muchas historias sin contar, mujeres a las que no les han permitido hablar, que han estado silenciadas e invisibles para la sociedad.
No hay excusas. Todos sabemos que la lucha contra la violencia de género requiere de la colaboración y participación de todas y de todos, y erradicarla es posible si nos comprometemos y actuamos juntos: poderes públicos, entidades del tercer sector, tejido empresarial y asociativo y sociedad.
Debemos esforzarnos cada día más en proteger a las mujeres de esta violación generalizada a los derechos humanos. Y los perfiles públicos debemos dar ejemplo y liderar esta lucha. Es el momento de que plasmemos nuestras iniciativas en acciones concretas y, por eso, desde el Gobierno gallego hemos impulsado con consenso modificaciones legislativas que permiten ampliar el concepto de violencia de género y así amparar a todas las víctimas.
Tenemos que ser capaces de provocar un gran cambio social para romper con el círculo de la violencia de género porque, en sus múltiples formas, no tiene cabida en la sociedad que queremos ser: justa, libre, igualitaria y democrática. Y para ello es fundamental educar y sensibilizar a nuestra juventud, que a día de hoy aún sigue reproduciendo actos y conductas machistas inaceptables.
Hoy sigue siendo un día para no celebrar. No tenemos ningún motivo para hacerlo. Pero ojalá en un futuro cercano podamos salir a la calle a festejar el fin de la violencia machista; aunque, mientras tanto, hay que seguir tejiendo redes de acompañamiento y escucha para que las mujeres sepan que no están solas, y hay que continuar consolidando y reforzando los apoyos y los recursos a las víctimas para que puedan romper con el círculo de violencia.
Cualquier momento es bueno para decir basta y por eso os invito a sumaros a esta lucha el 25N y los 365 días del año con la única respuesta posible: NON á violencia de xénero.