Bienvenido a casa.

Gracias.

Me encanta.

Esto está riquísimo.

Eres la mejor.

Ojalá pudiera quedarme más tiempo.

Tenemos que vernos otro día.

Quiero volver a verte.

Me importas.

Mañana vuelvo.

Espero que coincidamos más veces.

Me gusta tu rollo.

Eres increíble.

Quédate un rato más.

Vuelve pronto.

La mejor persona que conozco eres tú.

No te vayas.

Me has hecho tan feliz.

Te echaré de menos.

¿Por qué no duermes aquí?

No cambies nunca.

¿Otra copa?

Sonrío siempre que pienso en ti.

De mayor quiero ser como tú.

Cuéntamelo otra vez.

Te quiero.

Las cosas que nunca decimos son las que más duelen.

Esta Navidad…

dilas

todas

Me encanta la Navidad.

Es una época preciosa, la gente se esfuerza por estar de mejor humor, las calles están más bonitas y los niños están locos de contentos.

Sin embargo, hacerte mayor y ver cada año la mesa más vacía, hace difícil no emocionarse con los recuerdos. Con los “te quieros” que no dijimos.

Con los “te quieros” que nos quedan por decir.

Voy a ser sincera, me propuse no escribir nada emotivo estas fechas, sobre todo por respeto a todas aquellas personas que recibís desde principios de diciembre un impacto desmesurado de estímulos navideños sin que os guste nada esta época. Es cierto que no está bien estar hartos de turrón antes de que empiece diciembre, pero no me sale hacer otra cosa, disculpad.

Disfrutad de esa cena, de la fiesta, de quedar con los amigos, de veros, de estar con la familia, de brindar, de la juerga de Nochevieja, de los reencuentros, de atragantaros (un poquito, solo) con las uvas en los cuartos, de los polvorones, de la lentejuela con zapatillas de casa, de las abuelas, de las sonrisas de vuestros hijos, de los abrazos…

lo que hoy nos da pereza, mañana será nostalgia

lo que hoy es una excusa, mañana será un deseo

lo que hoy no nos apetece, mañana serán recuerdos

Las marcas siguen esta misma estrategia en Navidad: emocionar.

Nos hacen ver que debemos ser felices, debemos disfrutar de estar en familia y sentir un montón de cosas positivas todo el rato, al menos hasta el 9 de enero.

Pero ¿a quién le importan las marcas en Navidad?

Disfrutad.

Que a eso no nos gana nadie.

Porque como en casa de los Alabau, de los López, de los Ferrer, de los Carrera, de los Blasco, de los García, de los Vilariño, de los Ríos, de los Souto, de los Casás, de los Muiño, de los Torres, de los Gallego, de los múltiples Martínez, de los Pez, de los Fandiño, de los Teijo, de los Lorenzo, de los Romero, de los Montecelo, de los San Román, de los Torrón…

Como en casa en ningún sitio.