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La tribuna

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Así está afectando los cambios de generación en generación a la selección de perfiles laborales

19 agosto, 2023 09:54

Por formación y vocación, soy Psicóloga, y durante toda mi carrera me he dedicado a trabajar con talento y empresas, en este orden. Desde hace casi diez años, he trabajado en funciones de selección y reclutamiento, buscando profesionales para diferentes compañías y sectores. A lo largo de mi carrera, he podido ver cómo la transformación de la sociedad se refleja en las personas que acuden a nosotros buscando un empleo. Llámalo cambio generacional, boomers, millenials, generación X, Y, Z. Somos personas que cambian, en un mundo que cambia.

De todo ello, lo que más me ha impactado es el cambio que se producido en los últimos años, con una nueva generación que se incorpora al mercado laboral, la Z, una generación por definición irreverente, impulsiva, adicta a la inmediatez, y enamorada de las redes sociales. Son también emprendedores, autodidactas y creativos. Desde el otro lado de la mesa (de una oficina), lo que más llama la atención de esta generación, al menos en una primera impresión, es la reivindicación de su identidad. No quiero decir que este proceso sea novedoso o exclusivo de los centennials, pero es ahora imprescindible para entenderlos. Se han criado en la cultura del “sé tú mismo”, que va de la mano de la valorización de la diversidad, algo innegablemente positivo. Vivimos, cada día en mayor medida, en una sociedad en la que paseando por nuestras calles verás personas más dispares, más diversas, que aportan, sin duda, diferentes perspectivas de la realidad.

Por otro lado, el mundo corporativo, las empresas, son pequeños ecosistemas en los cuales reina una cultura, una personalidad y valores. Es lo que sientes o percibes cuando entras por la puerta, cuando paseas por sus oficinas y hablas con su gente. Hay culturas más conservadoras, otras más innovadoras, algunas más abiertas y otras cerradas. Algunas premian el trabajo en equipo y otras la individualidad y la competitividad. Esto, a su vez, se observa en oficinas abiertas, donde el o la CEO se sienta al lado del Técnico o en oficinas llenas de despachos donde las personas trabajan en peceras aisladas detrás de una puerta. ¿Por qué es tan importante la cultura de las empresas? Porque en muchos casos, probablemente en la mayoría, tu éxito en un puesto, especialmente cuando te incorporas en el mercado laboral, depende del match que se produce con ella, del encaje que se produce entre tus valores y la cultura de la compañía. Si tus valores no se ajustan a la cultura o la personalidad que tiene la organización en la que pretendes desarrollar todo tu potencial, probablemente nunca lo hagas.

Si eres una persona profundamente innovadora y te incorporas en una empresa conservadora, en muchos casos te encontrarás ante el intento torpe de convertirlos en algo que no son. Si tú, además, eres el embajador por excelencia de la innovación, probablemente en este entorno te sientas profundamente incómodo. Lo mismo si eres una persona tranquila, pausada y reflexiva y te incorporas a una compañía dinámica, que premia la rapidez frente a la calidad y que trabaja a un ritmo frenético. De igual forma si eres una persona que valora el trabajo en equipo y la aportación de diferentes miembros para llegar a un objetivo común y te incorporas a una organización en donde se refuerza la individualidad y la competitividad con pluses y promociones.

Con estas líneas ya se puede entrever que la cultura del “sé tú mismo” tiene un componente positivo y es que, cuanto más natural me muestre en una entrevista, más posibilidades hay de que la persona que me entrevista tenga la oportunidad de identificar si mi perfil encaja en la cultura, la empresa, el entorno y el equipo humano de la vacante en cuestión. Sin embargo, yo siempre utilizo un ejemplo, y es que la naturalidad que debemos mostrar en una entrevista es similar a la que desplegamos en la primera comida familiar en casa de nuestros recién estrenados suegros. Es una naturalidad que pasa inevitablemente por algún filtro, por lo menos, por el filtro de la formalidad, en el cual mis vaqueros rotos de los festivales o la camiseta de mi grupo heavy favorito no tengan mucha cabida. Probablemente, mi tendencia natural a introducir una palabra mal sonante en cada frase, tampoco. ¿Esto quiere decir que cuando voy por primera vez a comer a casa de mis suegros soy menos yo? No, soy yo naturalmente comedido y en mi versión más formal.

Todos tenemos versiones que elegimos, a nuestro antojo, para adaptarnos a entornos o situaciones específicas. Esta elección de nuestro “traje más formal” es lo que históricamente ha venido ocurriendo en los procesos de selección. Sin embargo, en la actualidad, asistimos a una realidad totalmente diferente, en la cual, la reivindicación de la identidad ha llevado a los jóvenes a presentarse ante el reclutador tal y como son, con todas sus consecuencias. No en su versión más formal, porque si es su primer empleo, quizá todavía no hayan explorado esta versión, sino en su versión más “de andar por casa”. Sin embargo, Charles Darwin ya insistió en que “no es el más fuerte de las especies el que sobrevive, tampoco es el más inteligente el que sobrevive. Es aquel que es más adaptable al cambio”.

Este fenómeno provoca que la persona que está del otro lado de la mesa no sea capaz de visualizar a ese candidato o candidata en un entorno corporativo, integrado dentro de la cultura de determinadas empresas. Determinadas, no todas, pero me atrevería a afirmar que sí la mayoría. Quizá porque los que asumimos este rol, nos vemos en la obligación de imaginarnos a esta persona ante clientes, ante sus responsables, exponiendo su trabajo, reportando sus logros, etc. y eso no sea del todo compatible. Por eso, en mi rol de formadora y orientadora profesional sigo insistiendo en que defendamos nuestra identidad presentándonos con naturalidad, pero una naturalidad moderada. Además, os regalo un consejo adicional, hagámoslo no como nos decían nuestras madres y abuelas, tras tomar una tila para estar más tranquilos, sino tras dos cafés, para demostrar entusiasmo, ilusión, ganas y motivación por emprender nuestra carrera profesional en un puesto en el que queremos aportar todo nuestro potencial.

Teresa Abelleira, jugadora de la Selección Española Femenina de Fútbol.

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