Querido Pulgarcito,

Hoy te escribo desde lo alto de lo que eran mis propias ilusiones, como Gulliver sintiéndome todo lo contrario a un gigante en mi mundo. Ha habido momentos en los que creí que la vida era un lienzo pintado a mi medida, que la fuerza de mi voluntad era un escudo impenetrable contra las adversidades. En esos días, era una estrella brillante, irradiando confianza y convicción, contagiando a quienes me rodeaban con mi energía aparentemente inagotable.

Sin embargo, como si el destino disfrutara de jugar con las dimensiones de la existencia, de repente, todo cambia. Me veo reducido, no solo en estatura, sino en esencia. La seguridad se disuelve, y en su lugar, la ansiedad se alza como una marea imparable. Mis certezas desaparecen, y la sombra de la duda se cierne sobre cada pensamiento.

Es curioso cómo cuando crees haber superado todos los obstáculos , la vida te lanza nuevas tempestades, sacudiendo la base misma de tu fortaleza. Como tú, Pulgarcito, pierdo las migas de pan que me guiaban de vuelta a la confianza en mí mismo. La ansiedad se apodera, convirtiéndose en mi sombra constante, y el miedo se vuelve el compañero de viaje más leal.

La gente a mi alrededor observa con desconcierto el cambio, como si hubiera perdido la llave que abría las puertas de la seguridad. Mis relaciones se ven afectadas, y los nervios se convierten en grilletes que aprisionan mi mente. La luz que irradiaba ahora es un destello débil, y mi capacidad de contagiar energía positiva se desvanece en la penumbra de la incertidumbre.

Me pregunto cómo es posible pasar de ser Gulliver, lleno de confianza y altivez, a sentirme tan pequeño, tan vulnerable como tú. La fragilidad se adueña de mi espíritu, y la creencia en mí mismo se desvanece como un sueño efímero. Es un viaje a la inversa, un descenso a la inseguridad.

Aún en la sombra, quiero creer que encontraré nuevamente mi camino hacia la luz. Quizás, como tu, Pulgarcito, debo aprender a confiar en el instinto, a trazar un nuevo mapa con las migas de pan que aún conservo. Tal vez, al enfrentarme a estos miedos, encuentre una fortaleza diferente, una que no se construya solo en las alturas, sino también en la aceptación de mi propia debilidad.

Con esperanza desde la oscuridad,

Gulliver