Un grupo de amigos ven una película, en una foto de archivo.

Un grupo de amigos ven una película, en una foto de archivo. Shutterstock

Tribuna Abierta

El tiempo que se entrega, el tiempo que se comparte

El tiempo es una elección, y en este artículo Jesús Suárez reflexiona sobre lo importante que es tomarla: "No es lo mismo la persona que está contigo cuando tiene tiempo, que la persona que hace tiempo para estar contigo"

5 octubre, 2024 12:22

No es lo mismo la persona que está contigo cuando tiene tiempo, que la persona que hace tiempo para estar contigo. Hay una diferencia que se esconde en los pequeños detalles, en el tejido invisible que une los gestos más cotidianos con los senmientos más profundos. Porque el tiempo no se trata solo de minutos o de horas, sino de una elección, de un acto consciente que refleja cuánto de nosotros estamos dispuestos a entregar.

La persona que está contigo cuando tiene tiempo vive en el ritmo de sus propios días, en el vaivén de las obligaciones, los compromisos y el flujo incesante de su vida. Te encuentra cuando la marea baja, cuando el mundo le concede un respiro y, entonces, puede sentarse a tu lado. No es que su presencia sea menos valiosa, pero está dictada por las circunstancias. El tiempo que comparte es como un espacio de luz entre sombras, fugaz, algo que no siempre puede repetirse.

En cambio, la persona que hace tiempo para estar con go, construye un puente entre su mundo y el tuyo, sin importar cuán agitado sea el día, cuán ocupada esté la agenda, cuántas obligaciones reclamen su atención. Esa persona dobla el tiempo, lo moldea, y en ese gesto crea una declaración sutil pero poderosa: "Te elijo". Te elige por encima del cansancio, por encima del trabajo, por encima de las excusas. El tiempo, en sus manos, no es una moneda escasa que se gasta solo cuando sobra. Es una ofrenda que hace con dedicación, consciencia y afecto.

Hay quienes te darán lo que les sobra, y hay quienes te entregarán lo que no tienen. Esa es la diferencia. La presencia, cuando es auténtica, es un pacto silencioso que late en cada mirada, en cada conversación, en cada instante robado al caos de la vida diaria. Porque en el fondo, no se trata del tiempo, sino de la voluntad de estar presente, de acompañar, de hacer de cada momento una pequeña eternidad.