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Una reflexión sobre la acusación del Eldense de un robo en los vestuarios de Riazor durante el partido de este sábado en A Coruña

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Parece que el Eldense ha decidido jugar una partida de Cluedo en lugar de fútbol. Tras el partido en Riazor, el club alicantino ha lanzado acusaciones sobre un supuesto robo en los vestuarios, señalando directamente al Deportivo. Lo curioso es que, por el momento, no hay pruebas concretas ni una sola imagen que respalde esas graves imputaciones. Eso sí, parece que el Eldense no necesita evidencias para sacar conclusiones precipitadas. Para ellos, la lógica es simple: si algo se pierde, seguro que es culpa del rival.

Lo más irónico del asunto es que, hasta ahora, no se ha descartado que el “ladrón” pueda estar más cerca de lo que piensan, quizás incluso dentro del propio club Eldense. ¿Acaso no hay ninguna posibilidad de que alguien del equipo haya extraviado o, peor aún, aprovechado el caos para beneficiarse? No es que se esté sugiriendo nada, pero en casos como este, la prudencia debería ser la norma, no la excepción. Antes de apuntar con el dedo a los demás, tal vez deberían mirar dentro de su propia casa.

En lugar de exigir justificaciones al Deportivo de La Coruña, el Eldense debería enfocarse en colaborar con las autoridades para esclarecer los hechos, porque hasta ahora lo único que han logrado es avivar un fuego sin pruebas. Es un movimiento atrevido: lanzar acusaciones sin demostrar nada y esperar que el rival tenga que justificarse. Eso sí, al parecer no han pensado en la posibilidad de que, tras una investigación exhaustiva, el culpable podría ser alguien inesperado, tal vez incluso vestido con la misma camiseta.

Mientras tanto, el Deportivo, con la tranquilidad de quien no tiene nada que ocultar, ha sido el primero en ponerse en  manos de las autoridades. El club coruñes ha declarado abiertamente su disposición a llegar hasta el fondo del asunto, pero no para apaciguar los caprichos del Eldense, sino para que la verdad, sea cual sea, salga a la luz. Porque, a diferencia de otros, no parecen interesados en hacer teatro, sino en aclarar los hechos.

Es casi entrañable la actitud del Eldense: con la poca credibilidad que se ganan con estas acusaciones, parece más un intento desesperado por cambiar la narrativa del partido que una genuina búsqueda de justicia. Pero claro, ¿qué mejor forma de desviar la atencion que armando una buena historia de misterio?

Si finalmente se demuestra que no hubo robo o, peor aún, que el responsable está más cerca de lo que el Eldense quisiera admitir, ¿se retractarán públicamente? ¿Se disculparán con el Deportivo por poner en entredicho la honorabilidad de un club con décadas de historia limpia? O tal vez, fieles a su nueva vocación de creadores de dramas, encontrarán otra teoría conspirativa que mantener viva su insólita estrategia de comunicación.

En cualquier caso, antes de exigir explicaciones y buscar culpables externos, el Eldense haría bien en barrer su propia casa. Porque en esta historia de sospechas, no vaya a ser que el "misterioso ladrón" resulte ser alguien con llave del vestuario propio.