Una veintena de miembros de la Asemblea Internacionalista do Estudantado e da Clase Traballadora por Palestina ocupan desde este lunes el Colexio de San Xerome, donde se encuentra el rectorado de la Universidade de Santiago de Compostela (USC). El encierro, que continúa este martes, ha provocado que los trabajadores de la institución no hayan podido acceder a sus puestos de trabajo.
El rector de la USC, Antonio López, ha intentado hablar con los portavoces de la asamblea, pero no fue posible. Además, los funcionarios de los servicios de gestión tuvieron que irse a casa, por lo que la universidad "está parada".
Por su parte, los representantes de la asamblea han denunciado "actitudes hostiles" por parte de la universidad y alegan que no hay una "voluntad clara de diálogo". Aunque han celebrado que la USC se abra a establecer vías de comunicación con la Asociación Galaico Árabe-Jenin, ven insuficiente el manifiesto aprobado este lunes por el consejo de gobierno y han hecho hincapié en la "negativa" de la institución académica de aprobar "ninguno de los puntos" recogidos en el documento presentado por la asamblea.
Han advertido que si la universidad no acepta sus reivindicaciones – entre las que se encuentran romper relaciones con toda empresa, institución o universidad relacionada con Israel -, están dispuestos a mantener el encierro de forma indefinida. En este sentido, han manifestado su preocupación de ser "desalojados por la fuerza" ante la presencia de Policía Nacional en las proximidades del rectorado.
Lectura de comunicado
A las 12:00 horas de este martes, decenas de personas se acercaron hasta la puerta del Colexio de San Xerome para concentrarse con banderas de Palestina, pancartas y con una imagen del rector sobre la que habían escrito "sionista".
Ahí, los representantes de la asamblea leyeron un comunicado en el que señalaron que "no hay nada más violento que utilizar a las trabajadoras como excusa para la inacción de la universidad". Afirman que esta mañana informaron al jefe de seguridad de que no iban a permitir el normal funcionamiento del rectorado y han criticado que este se desplazara "seguido por 20 trabajadoras para decirles que ‘por culpa de estas criminales no tenéis derecho al trabajo'".
"El derecho al trabajo nos parece genial, pero nos preocupa más el derecho a la vida, a la libertad, a la educación y a la infancia", han apuntado.
También han destacado que "la nuestra es una propuesta pacífica desde el primer día" y que condenan "totalmente" las "difamaciones" de la universidad, así como "afirmaciones falsas de que rompieron una ventana" para entrar al rectorado.
Evitan concretar el número de encerrados
Aunque rondarían la veintena, los jóvenes que se mantienen encerrados en San Xerome se han negado a concretar su número exacto y han argumentado que "podría llegar a oídos de la Policía". "Somos suficientes", ha afirmado una de las portavoces, antes de añadir: "La intención es seguir aquí hasta que el rector nos escuche".
"Esta mañana vino y el gerente también estaba, pero no nos dejaron hablar. Quisieron que declararan que estamos en este sitio impidiendo el paso al funcionariado para tener la potestad de podernos echar y después empezó el acoso por parte de la Policía", esgrimen, mientras desde la institución académica se ha incidido en el salto que supone perturbar la actividad de gestión académica, en relación a la acampada en Historia.
Precisamente, una de la portavoces ha asegurado que no se han ido por completo de la Facultade de Historia, sino que los miembros de la acampada se han "repartido". La asamblea también se ha reafirmado en que no van a ceder y abandonar su vía de presión para que se atienda sus demandas, por lo que tienen el objetivo de continuar con el encierro e insisten en que la universidad debe cumplir con sus exigencias.
En todo caso, ante las preguntas de los medios sobre cuál podría ser la salida a una situación que parece bloqueada, han replicado que "todo se puede hablar" siempre que el gobierno de la USC muestre "una voluntad real de diálogo" que, a su modo de ver, por el momento no ha evidenciado. Y tampoco permitirán el acceso de los trabajadores.
"No es por sacar la carta del genocidio todo el tiempo, pero, a ver, entendemos que en una situación normal no tenemos la voluntad ni un deseo de que la gente deje de trabajar si quiere. Pero no estamos en unas circunstancias normales. Está habiendo un genocidio, la gente parece no reaccionar y tendremos que reaccionar nosotros", ha sentenciado.