Una casa familiar que vio crecer a varias generaciones reconvertida en un atractivo alojamiento de turismo rural en la Ribeira Sacra. Esta es la mejor descripción para la Casa de Pía, de la que este verano han tomado las riendas Carmen y Juan Rodríguez, los progenitores y Eva, Nerea y Juan, los hijos y nietos a su vez de los antiguos propietarios de la finca, es decir, sus abuelos.
La vivienda tiene unos 120 años y ahora con este proyecto el inmueble se convertirá en una especie de "museo de recuerdos" ya que se conservan entre el mobiliario hornos de leña y máquinas de coser antiguas, además de cuadros pintados por los abuelos de la familia (ya fallecidos el año pasado y hace seis respectivamente). "Nosotros de pequeños vivimos en la casa y estábamos todos allí antes de cambiarnos para Monforte, cuando yo tenía 7 años. Tenemos una unión familiar muy importante y los abuelos maternos son tan o más importantes que nuestros padres", explica Nerea.
El vínculo con la casa es tan grande que a pesar de no vivir en el lugar y estar separados de la casa por bastantes kilómetros, la familia nunca dejó de ir diariamente cuando sus abuelos vivían. A pesar de que no hay antecedentes hosteleros anteriores, padres e hijos han querido iniciar esta aventura juntos en honor a los abuelos y de momento la iniciativa ha sido un éxito porque han conseguido llenar el mes de agosto de reservas y los fines de semana de septiembre ya no están disponibles.
Más de 400 metros cuadrados para cumplir el sueño de una madre
"Es nuestro hogar, donde crecimos y vivimos crecer a los nuestros, además de vivir los momentos más importantes de la vida de mis abuelos", reconoce emocionada Nerea sobre la Casa de Pía, sobre la que añade que "es muy grande (400 metros cuadrados) para vivir en ella". Por esta razón y también para cumplir el sueño de su progenitora, la han convertido en el alojamiento que es a día de hoy, porque "ella quería seguir disfrutando de la casa y que otras personas también lo hiciesen".
La vivienda tiene ocho dormitorios en total y las estancias están repartidas en dos plantas. La baja cuenta con un extenso jardín con barbacoa y una piscina que se estrena este verano, además de salón-cocina, un baño, un comedor y la habitación más grande de la casa (que antiguamente era una despensa pero se adaptó a raíz de que la abuela de la familia enfermó de cáncer). El piso superior está conformado por seis dormitorios, dos baños y una sala de lectura, además de un cuarto que fue un despacho durante años pero que a día de hoy se utiliza para guardar toallas y todos los utensilios necesarios para que a la estancia de los huéspedes en el lugar no le falte ningún detalle.
El nombre de la casa también está muy vinculado con su historia y las personas que vivieron en ella, ya que según cuenta Rodríguez, "Pía" es el apellido de la familia de su abuelo y data del año 1400. "En esa rama de la familia eran muchos hermanos y a nosotros los nietos nos conocen en esta zona como "os do Pía", explica Nerea. En el mes que la casa lleva activa como alojamiento de turismo rural, la familia ha querido transmitir a los huéspedes que "en la casa residió una familia durante mucho tiempo" además de dar pinceladas de su "manera de vivir".
"La casa necesitaba ser habitada, tener vida, porque es lo que le hubiera gustado a mis abuelos", dice la joven, a lo que añade que no tienen servicio de comidas pero sí tienen el detalle de ofrecer a quienes se alojan en la casa una cesta con elementos para el desayuno como café, magdalenas o zumo. Los huéspedes que han tenido en el poco más de un mes que llevan abiertos proceden de Galicia y "de prácticamente todas las comunidades de España incluidas las islas", comenta la familia. Asimismo, las reservas pueden realizarse a través de plataformas como Booking y Airbnb y por redes sociales, con una estancia mínima de dos noches y precio por noche de 350 euros.
Rutas enológicas y futura ampliación de la vivienda
A tan solo 20 minutos de la Casa de Pía se abre un apetecible horizonte de planes diversos para los turistas, desde rutas enológicas hasta miradores con impresionantes vistas. La familia detalla que suele recomendar a los visitantes opciones como el popular catamarán por los ríos Miño y Sil y los miradores de Santiorxo, del Duque, da Cividade o los denominados Balcones de Madrid.
Para los amantes del vino, es posible acudir a bodegas como la de Regina Viarum, Rectoral de Amandi o las de Vilachá, aparte de otros lugares mágicos como el Monasterio de Santo Estevo. Con la vista puesta en el futuro, Nerea avanza que ya tienen en mente una posible reforma de más estancias antiguas de la vivienda para habilitarlas como parte de alojamiento, pero el tiempo dirá si estas nuevas zonas se alquilarán dentro del conjunto que ahora mismo ocupan los turistas o como una vivienda separada para un determinado tipo de público o para eventos.