Tapas, idiomas y creatividad se aúnan en un nuevo espacio creativo de A Coruña que dará mucho que hablar en los próximos meses: Pencil&Fork (Alfredo Vicenti, 29). Abrirá completamente al público la semana que viene y los interesados en vivir una experiencia diferente podrán tanto tomar algo en el espacio de cafetería, como desarrollar talleres de diferentes temáticas en una mesa creativa y hasta aprender castellano, inglés, francés o italiano con una cocina como aula, a la vez que elaboran diferentes recetas y conocen el origen de las elaboraciones.
Esta ambiciosa propuesta ya se llevaba a cabo en Londres desde 2013, cuando David Sánchez, natural de Ávila con el apoyo incondicional de su mujer, la coruñesa Ana Fariña, se dio cuenta de que "la cocina es un lugar donde la gente se siente a gusto para conversar y donde se cuenta como ha ido el día mientras elabora un plato". La idea de Sánchez se convirtió en una realidad cuando un día caminando por la capital londinense encontró un cartel con el mensaje: "You are here, si tienes un proyecto que creas que puede ser un negocio cuéntanoslo". Gracias a ello pensó en organizar clases de español para extranjeros con las tapas como hilo conductor y se puso manos a la obra.
Para la primera experiencia captaron voluntarios mediante el reparto de panfletos en una estación de tren, tras lo que seleccionaron a seis personas de diferentes edades y perfiles y corroboraron que la experiencia fue todo un éxito. En aquel momento el proyecto se denominó "Cooking your spanish", un término que ha mudado hasta la actualidad debido a que con el tiempo se fueron incorporando más idiomas a las clases como francés o italiano. "Pencil&Fork, lápiz y tenedor, es en referencia a aprender a través de la comida", detalla el responsable de la iniciativa, sobre lo que añade en tono divertido que "la gente no suele faltar a las clases porque hay vino y tapas".
Lo esencial "para defenderse"
A la hora de que los participantes interaccionen en las clases y aparte de que el ambiente de cocina sea real porque las sesiones se desarrollan en una, se reparten delantales. "Es gente adulta que se siente a gusto y socializan entre ellos desde el primer día", detalla S´ánchez. En las clases semanales de dos horas de duración, el responsable del negocio y su mujer argumentan que "no son profesores titulados, por lo que intentan simplemente transmitir a la gente el poder sentirse cómoda en determinados ambientes en España o Latinoamérica, de manera que vayan a un restaurante y puedan pedir comida o bebida, gestionar reservas en hoteles o ser atendidos en un hospital", ejemplifican.
Cuando el proyecto aún estaba en Londres, comenzó a popularizarse entre cada vez más gente debido al boca a boca, razón por la que crearon el segundo y tercer nivel de cursos de español e incluso programaron los denominados Gastrotrips, con paradas en Bilbao, A Coruña, Madrid y Sevilla. "Organizamos todo menos el avión y lo que hicimos fue llevarles a distintos puntos importantes de la península. El estallido del Brexit empezó a cambiar todo y tras él vino la pandemia y pensamos que era momento de volver a España", reconocen, pero no sin traerse con ellos el proyecto al que califican como "muy interesante no sólo a nivel idiomas sino para utilizar la cocina como un aula de enseñanza".
Con el paso de las semanas incorporaron a la oferta francés e italiano impartidos por gente nativa, unos idiomas seleccionados basándose en que "las cocinas de Italia y Francia son de las más conocidas en Inglaterra". En este sentido, las jornadas se desarrollaban con 20 minutos iniciales de vocabulario, seguidos de un descanso en el que se elabora una tapa y se prueba y así sucesivamente durante el tiempo completo de la clase. Según la mujer de Sánchez, "se enseñan términos sencillos como pedir la carta o la cuenta en un restaurante, aparte de representarse situaciones reales camarero-cliente".
"Nada de relación profesor-alumno, todos están metidos en la clase", especifica, mientras concreta que algunas de las tapas elaboradas en los cursos se dividieron en: platos con alimentos al ajillo, tortilla, pan con tomate, patatas alioli y bravas (según ellos las favoritas indiscutibles de los ingleses) y postres como Tarta de Santiago.
Cocina molecular y fomento del talento de la comunidad
Entre los cursos que se plantean realizar en el local en A Coruña de Pencil&Fork a partir de la semana que viene, se encuentra el de "cocina molecular", motivado porque Sánchez ha estudiado química y se ha molestado en "aprender la ciencia que hay dentro de la cocina". "Se pueden hacer en la propia cocina de casa cosas espectaculares de Adrià y otros populares chefs. Contacté con gente de muchos países interesada", dice el jefe del negocio.
El espacio en el que se desarrollarán las actividades está dividido en tres partes diferenciadas: cafetería, mesa creativa y aula de cocina. La primera está planteada para que quienes asistan a las clases o vecinos del barrio puedan tomarse algo, la segunda implicará a su alrededor a todos los interesados en hacer cursos de arreglos florales o pintura (entre otras muchas opciones) y el tercero está orientado a clases de cualquier tipo y cuenta con proyector y pantalla para las presentaciones además de todo el equipamiento necesario para elaborar recetas. Además, se cuenta con una isla acompañada de sillas altas y a los alumnos nunca les faltará café o vino durante la sesión.
Paralelamente, el proyecto tiene la intención de "crear impacto en la sociedad coruñesa" y ayudar a las personas que por cuenta propia dan cursos de teatro, fotografía o arquitectura (entre otros) y que por falta de medios o presupuesto no tienen espacio para desarrollar su labor. En esta línea se les dará la posibilidad de tener su propio espacio para albergar los cursos, además de poder formar parte de una comunidad en la que se enseñe a quien acuda diferentes materias". Al margen, es posible también alquilar el local para eventos privados, fiestas de Navidad, cumpleaños, presentaciones o clubes gastronómicos.
El lema del Pencil&Fork es "descubre el talento gallego" y tanto Sánchez como su mujer argumentan que "hay mucha gente haciendo cosas espectaculares y no tiene escenario para poderse exhibir". "La variedad está en lo que tú quieras ofrecer", afirman y detallan que las tarifas tienen precios por horas: la isla de cocina 60 euros, la isla y la mesa 85, la mesa 25 y el espacio completo 105. Además, ofrecen la opción de catering y disponen de cerveza de barril.
Cruceristas y ‘Business english’
Uno de los planes de futuro de Pencil&Fork es acercarse a los cruceristas que vuelven a llegar a la ciudad tras la pandemia para brindarles "una experiencia culinaria diferente y cultural y acercarles la cultura gallega a través de la cocina". Para este mes está programado un curso de acuarela, otro de "Cocina tu italiano" con un profesor nativo, además de otro de ‘Arte y vino’ impartido por la artista coruñesa Julia Aguiar, que mantiene que es posible que en dos horas los alumnos sean capaces de llevarse a casa su propio cuadro basado en un paisaje japonés con la técnica de acrílico.
Para poder asistir a las clases o alquilar el local, es necesario apuntarse a través de la plataforma ‘Me apunto Galicia’ y en este sistema se publicitan iniciativas interesantes que tienen lugar en otras zonas de la comunidad. A su vez, este proyecto que a día de hoy ya está arraigado no hubiera sido posible si no hubiera sucedido una casualidad que conectó a Ana y David desde Londres y Chicago respectivamente un día cualquiera. Llevan más de 15 años juntos y un mail con algunos fallos gramaticales en inglés que la coruñesa recibió cuando trabajaba en la Cámara de Comercio londinense fue el detonante de que entablase relación con el castellano, primero profesional y posteriormente sentimental.
Tras un tiempo a distancia, Sánchez se trasladó a Londres y ahí comenzó todo y fruto de esta bonita historia digna de una película nació Carlos, el hijo de seis años que han tenido en común y que es "todo un experto culinario". "Hemos tenido a nuestro hijo británico-gallego-castellano y regresamos a Galicia con los deberes hechos y un plan. Yo tengo mi trabajo de marketing en una empresa de promoción de eventos y somos un equipo de tres", expresa. El pequeño de la casa ha tenido un papel muy importante en el negocio, sobre todo en lo relacionado con la cocina molecular, porque es el mejor crítico de su padre e incluso le ayuda a mejorar sabores y matices de los alimentos.
Asimismo, si el proyecto tiene buena acogida en la ciudad herculina, Fariña se plantea comenzar a impartir jornadas de ‘Business english’. Un campo en el que tiene 20 años de experiencia en el mundo corporativo anglosajón y dispone de un curso para poder dar nociones sobre el tema. "Enseño a manejar el inglés en el mundo de los negocios, cómo redactar mails, hacer presentaciones en público...un curso orientado a gente con un cierto nivel en el idioma", dice, sobre lo que matiza que "cuando se acude a un congreso y te expresas en una terminología específica de sectores concretos, la gente te toma más en serio que es el objetivo", concluye con optimismo y mostrando apoyo incondicional a su marido ultimando pequeños detalles del local de cara a la apertura oficial dentro de unos días.