Los besos son la muestra de amor romántico por excelencia. Las escenas en las que los protagonistas de una película se besan son recordadas para la posteridad. Quién se podría olvidar del beso que le planta Rhett Butler a Escarlata O´Hara en Lo que el viento se llevo o del que se dan Leo y Kate Winslet en la inmensidad del oceáno a bordo del Titanic. Inolvidable es también ese beso bajo la lluvia de Spiderman a Mary Jane o el que ponía el broche a la historia de amor entre Edwar Lewis y Vivian Vard en Pretty Woman, apoyados sobre una escalera de incendios.
Besar reduce el estrés, hace trabajar un montón de músculos en la cara, disminuye la presión arterial, mejora la salud de nuestro cutis, incrementa el deseo sexual y aumenta nuestro estado de ánimo. Y por si todo esto fuera poco, besar nos permite escoger mejor pareja. Como lo oyen, un estudio de la Universidad de Oxford observó que, al besar, las personas empleamos esos besos para dos cosas: para evaluar la calidad e idoneidad de una pareja y para ayudar a mantener una relación durante más tiempo cuando esta ya se ha establecido, ya que, según este estudio, los besos aportan información sobre la compatibilidad genética de nuestro compañero.
Como en todo, es importante acompañar nuestro beso de un escenario que propicie la magia y aunque el Día Internacional del Beso se celebra el 13 de abril, sabemos que coincidiendo con el Día de los Enamorados, no serán pocos los que anden en la búsqueda de rincones en los que morrear.
Compostela podría ser por sí misma una estampa perfecta para esas muestras amor y es que, junto con San Sebastián y Granada son los destinos españoles más románticos para pasar San Valentín tal y como acredita el hecho de que el número de reservas hoteleras de cara al 14 de febrero no deje de aumentar.
Pero si quieren algún que otro lugar más concreto en el que dar o recibir ese beso de película, quédense con este recopilatorio para hacerlo en el sitio correcto.
Escultura Espellos, en el Gaiás.
Para nuestra primera propuesta vamos a comenzar viendo la ciudad desde lo alto. Podríamos nombrar el Pedroso, lugar por excelencia de citas clandestinas, pero vamos a recomendarles esta otra vista.
En este mirador de la Cidade da Cultura, en el Monte Gaiás, podemos deleitarnos con una amplia panorámica de Santiago de Compostela. Quizás alguien pueda tomarnos una foto mientras nos colamos entre las dos piezas escultóricas de Manolo Paz, inmortalizando así nuestro beso.
El banco más famoso de la ciudad, en la Alameda compostelana.
Este banco circular ha sido elegido por generaciones y generaciones como escenario de beso desde tiempos que ni se recuerdan. Un banco que rodea a uno de los primeros eucaliptos llegados a España a mediados del siglo XIX de la mano de Fray Rosendo Salvado y al que, según la leyenda, habría que rodear dando una vuelta entera si queremos que nuestro deseo de pasar por el altar se cumpla. Algo de cierto podría haber en esta leyenda si nos fijamos en la cantidad de inscripciones románticas que están escritas en el árbol.
Romanticismo bajo un antiguo olivo
Y de árboles sigue versando la cosa. Nos situamos ahora en la Rúa da Oliveira donde encontramos una pequeña placita que alberga una oliveira, símbolo de la paz. Díganme que mejor forma de buscarla.
Belvís a nuestros pies
El parque de Belvís suele ser testigo de paseos y besos de enamorados que, cuando acompaña el buen tiempo, deciden caminar por el verde. Además de tener una cita en el laberinto creado a partir de setos de camelias, nosotros les recomendamos este otro rincón bucólico. Hace falta situarse en la Rúa de Belvís y tomar la bajada que encontraremos antes de llegar al número 32. Allí, a mano derecha, se encuentra este rinconcito que bien podría haber sido set de rodaje de El diario de Noa.
Encontrando el amor en la Quintana de vivos.
Si bien la Plaza de la Quintana es uno de los puntos más turísticos que existen en la ciudad, también es cierto que, a ciertas horas del día, sigue conservando una intimidad nada despreciable. La escalinata de la Plaza, bajo la que se cree que existe un túnel que une la catedral con el convento. Con sus dieciocho escalones, es, sin lugar a dudas, un marco incomparable para un buen beso.