Desde la desembocadura del río Miño hasta la zona más al norte de la Mariña lucense, la costa gallega se extiende a lo largo de 1.498 kilómetros, convertida en el único tramo del litoral español articulado por numerosas rías. Lo cierto es que las rías son precisamente una de las grandes peculiaridades que presenta la geografía gallega, divididas de forma tradicional entre las Rías Altas y Baixas según su posición respecto al cabo Fisterra.
Estas penetraciones del océano en la costa se formaron hace millones de años ―aunque no todas al mismo tiempo― por la sumersión de la parte litoral de una cuenca fluvial debido a una serie de procesos tectónicos que provocaron la subida del nivel del mar. Ahora bien, sobre su creación también son varias las leyendas que apuntan a un origen mucho más fantástico para las rías gallegas.
En cualquier caso, en el presente estos brazos del mar que se meten en el continente y se juntan con corrientes de agua dulce tienen una gran importancia tanto a nivel pesquero como turístico, pues más allá de la evidente riqueza natural y paisajística de las rías gallegas, estas también constituyen un ecosistema idóneo para el cultivo de especies tan valoradas como el mejillón.
De hecho, según apunta la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), las rías gallegas conforman uno de los más importantes depósitos de fitoplancton del planeta, cuyas condiciones especiales las convierten en un enclave inmejorable para el desarrollo de mariscos.
El origen geológico de las rías gallegas
Las rías gallegas se formaron hace varios millones de años, aunque no todas ellas pertenecen al mismo período de tiempo. En la línea costera que se extiende desde Vigo hasta Muros e Noia, las Rías Baixas (bloque suroccidental) se sitúan como las más longevas de todas cuantas existen y se crearon hace ya unos 110 millones de años. Le siguen bastante de lejos el bloque septentrional formado por las Rías Altas ―es decir: Ribadeo, Viveiro, Ortigueira, O Barqueiro y Cedeira―, configuradas hace 24 millones de años.
El bloque noroccidental, que en este caso denominaremos como Rías Medias, encuentran su origen más remoto hace unos 5 millones de años, compuestas por las rías de Ferrol, Ares, Betanzos, A Coruña, Corme e Laxe y Camariñas. En cualquier caso, tanto la costa Atlántica como Cantábrica de la Península Ibérica presentan una morfología que nació con la rotura de las placas tectónicas a comienzos del Cenozoico y que dio como resultado la aparición de estas rías en Galicia.
Una ría es el resultado de la inundación del curso final de un río ya sea por culpa de una subida del nivel del mar, el hundimiento del borde costero y hasta ambas causas a la vez. Cabe destacar asimismo que las rías no son un accidente geológico exclusivo de Galicia, ya que podemos encontrarlas también en países como Corea del Sur, Estados Unidos, Nueva Zelanda o Chile.
Pero volviendo al caso de la costa Atlántica, en el litoral gallego se experimentó desde el primer momento de la rotura de Pangea una expansión y contracción de forma pasiva continua de la costa. Ya durante el Terciario, la parte oeste peninsular se fue hundiendo por la acumulación de sedimentos en su plataforma continental. Poco a poco aparecieron bordes de placa pasivos en los que se dieron ascensos isostáticos de placa y una acentuada erosión de los flujos fluviales. De hecho, fue precisamente este proceso de descenso de nivel de base del mar y adaptación de la red fluvial lo que provocó la aparición de las rías.
Por otro lado, también resulta interesante el hecho de que las rías gallegas no llegaron a estar cubiertas por el mar hasta el Neógeno. En etapas anteriores, el océano se encontraba a varios kilómetros de la actual línea de costa y en el Pleistoceno ese límite llegaría incluso a variar en varias ocasiones. Ya durante el Paleozoico, debido a las oscilaciones glaciales e interglaciales, la erosión fluvial terminaría moldeando y haciendo más acusada la morfología de las zonas fluviales que ahora acogen las rías gallegas, unos espectaculares brazos de mar que se introducen en tierra firme configurando un litoral entrecortado y sensible al movimiento de las mareas.
Una explicación de leyenda
Galicia es el territorio de los mitos y las leyendas, por ello no podía faltar un origen fantástico para explicar la formación de las espectaculares rías gallegas. En este caso particular, se trata además de una de las leyendas etiológicas más conocidas de toda la región. Según narra el relato popular, en un primer momento Dios se había olvidado de crear las rías e islas de Galicia, por lo que el paisaje que hoy conocemos habría sido muy diferente de no ser por un fortuito accidente.
Se cuenta que cuando Dios terminó de crear el mundo, al séptimo día decidió tomarse un descanso sobre la cumbre de Santa Tegra y que fue entonces cuando sin querer apoyó su mano derecha sobre la región costera de Galicia. Los dedos de la deidad se hundieron sobre el suelo todavía blando como la arcilla y dieron forma a los valles sumergidos que hoy se conocen como las rías gallegas.
En esta historia los cinco dedos de la mano de Dios quedaron grabados sobre el lodo y una vez retirados, las aguas del Atlántico ocuparon rápidamente su lugar sobre la tierra. Aquellos canales de agua configuraron cinco de las principales rías gallegas: la de Vigo, Pontevedra, Arousa, Muros e Noia y la de Corcubión y Cee.
Sea como fuere, la historia no termina aquí, pues el origen de las islas e islotes que recorren el litoral gallego también queda explicado en esta leyenda. Al parecer, también en ese precio instante Dios sacudió su mano embarrada provocando que un sinnúmero de bolas de lodo saliesen disparadas en todas las direcciones, principalmente hacia el mar, donde se crearon archipiélagos como el de Cíes, Ons o Sálvora entre otros.