Una coruñesa en Tokio: "Los japoneses no te hablan, pero si les pides ayuda se desviven por ti"
- La joven Pauli González, que comparte sus viajes en su blog y su canal de YouTube, termina sus estudios de Periodismo y Comunicación Audiovisual en Japón, donde el contraste cultural le descubre la cerrada personalidad de sus habitantes pero su carácter servicial
- Más sobre Pauli: El primer ‘live show’ del podcast de Pauli González en A Coruña, un éxito
Viajar es la pasión de Paula González Díaz; Pauli, como todos la llaman. A más de una veintena de países ha llegado la mochila de esta joven de A Coruña en solo nueve años, desde su primera salida de España, a París cuando tenía 13, al sudeste asiático que está conociendo desde septiembre con 22 años en su DNI. Hasta diciembre vivirá en Tokio, donde completa los estudios de Periodismo y Comunicación Audiovisual que cursó en Santiago.
La maleta de Pauli, un blog y un canal de YouTube con el mismo nombre, dan cuenta de las aventuras viajeras y vitales que disfruta y comparte la joven coruñesa, siempre con su cámara fotográfica y su móvil en las manos. Recomendaciones, paseos a pie informativos, anécdotas, fotografías, historia... Los últimos vídeos se detienen en varias localizaciones de Japón y Tailandia, por donde caminan sus pies inquietos.
Pauli también cuenta a Quincemil, medio en el que ha trabajado como colaboradora, cómo se gestó el viaje a Japón y qué sensaciones de contraste vive estos meses.
¿Por qué Tokio?
Conozco muchos países y quería ir a uno lejano y con una cultura diferente de la occidental. En febrero del año pasado solicité una beca para Japón y pasa mucho tiempo hasta que te la conceden, esperas por visados y acabas viniendo. De hecho, casi no me hice a la idea hasta pocos días antes de venir: el 28 de septiembre estaba trabajando y el 2 de septiembre ya estaba en Tokio.
Serán solo tres meses. ¿Qué vas a hacer?
Voy a acabar Periodismo y Comunicación Audiovisual, que he estudiado en la Universidade de Santiago. Es como un Erasmus fuera de Europa a través de un convenio bilateral con la Tokio International Universtity para estudiantes extranjeros.
Aquí no hay japoneses. Tampoco españoles, solo conozco a una chica de España y a otra que hace prácticas en una empresa. De hecho, apenas hay europeos, casi todos son asiáticos, jóvenes que hacen la carrera completa y que trabajan a tiempo parcial, porque vivir aquí es caro.
¿Las materias que se estudian en España y en Japón son parecidas o diferentes?
Hay materias totalmente distintas que no existen en sí en la carrera que estudié en Santiago: una mezcla entre comercio internacional, relaciones internacionales, digital market, estrategias de emprendimiento... Pero es algo que me interesa y que me aporta cosas distintas. El sistema educativo fomenta mucho el trabajo en equipo y el debate en clase... Aquí me gusta más venir a clase [risas].
¿Dónde vives?
Opté por la vía fácil. Vivir en un piso es muy caro, y en la universidad me recomendaron una residencia en la que debe haber unas 1.000 chicas, solo chicas, y 990 deben ser japonesas. Tiene habitaciones individuales con baño y cocina.
¿La comunicación es fácil? Supongo que con mucho inglés.
Casi nadie sabe inglés, ya me lo habían dicho. Cero inglés. El día a día es por señas o con el Google Translator que llevo siempre a mano. Y aun así no me entienden. Es muy complicada la comunicación en todas partes. Hago kick boxing en un gimnasio pero todo es japonés, aunque ya me voy aprendiendo cosas.
¿No te ha ayudado el choque cultural?
Es lo que más me ha sorprendido, la cultura. Este es un país impresionante para alguien que le gusta viajar como a mí. Pero los japoneses tienen un carácter muy para dentro, no hablan contigo para nada ni te buscan. Solo te atienden y te ayudan si tú les pides algo, entonces sí son muy serviciales y te van a ayudar aunque no te entiendan, se desviven por ti. En el metro, por ejemplo, que es muy difícil, dejan lo que están haciendo o pierden un tren con tal de ayudarte.
¿Te ha abrumado una ciudad tan inmensa como Japón, su ritmo de vida?
No me abruma tanto la ciudad como el día a día. En España los jóvenes tenemos vida social, hacemos planes. Aquí lo contrario, no hay ocio, solo se hacen planes una vez al año. Es muy difícil hacer amigos, y esa no es la vida social que quiero.
¿Te sientes sola?
Yo, que siempre estoy rodeada de gente, ahora aprendo a convivir conmigo misma. Me he buscado la vida y me he adaptado a la de los japoneses, más solitaria.
Ya que, siendo tan joven, has viajado tanto, ¿cómo se viaja en Japón y en Asia?
Me fui diez días a Tailandia con una amiga española, donde allí sí se te acerca la gente, al contrario que en Japón. Y tengo billetes para China, Corea del Sur y Taiwán. La verdad es que más que vivir en Japón voy a viajar por el sudeste asiático [risas]. Moverte si sales de Japón es cómodo y barato. Por 200 euros puedes ir y venir a Bangkok; por menos de 100 euros a China. Y yo en los países me muevo mucho en autobuses, en viajes de muchas horas y de noche, que son más baratos, unos 30 euros.
Después, moverse en Japón ya es más caro, porque se viaja mucho en tren bala y sube el precio: solo la ida unos 120 euros. Ya estuve en Osaka y quiero ir a Hiroshima, pero no tengo tanto dinero.
Cuando vuelvas a casa en diciembre, con la carrera terminada, ¿qué toca?
En España tengo algunos trabajillos, llevo comunicación de un par de empresas, y mi idea es seguir en este campo o buscar otras colaboraciones. Pensar en ello me agobia de momento, aún no sé bien lo que quiero hacer realmente.