La educación está atravesada por multitud de factores. Hasta el gesto más pequeño puede traducirse en el desarrollo de ciertas aptitudes y habilidades. No en vano suele compararse el cerebro de los niños pequeños con una esponja. Y en ese proceso de aprendizaje, puede resultar beneficioso, por sorprendente que parezca, crecer al lado de una mascota

En España hay más de 9,3 millones de perros, según el estudio realizado por la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos para Animales de Compañía (ANFAAC). La cifra de canes supera, de hecho, a la de menores de 14 años. No obstante, si nos centramos en la geografía autonómica, las cifras son igual de sorprendentes. En Galicia hay cerca de 2,5 perros por cada diez habitantes

En un contexto social en el que las mascotas son tan relevantes, es interesante plantearse cuáles son los beneficios y desventajas de tener un amigo de cuatro patas. Cuidar de un animal es una responsabilidad importante, por lo que antes de adoptar uno es crucial plantearse si es posible atenderlo de forma adecuada tanto en el presente como en el futuro.

El adiestrador canino Adrián Paredes hace hincapié en pensar cuál es el contexto vital antes de adoptar un can. "Si quieres introducir a un nuevo miembro en la familia, quizás lo que tienes que hacer es ir a un sitio a que te asesoren sobre qué tipo de individuo es el que puedes coger. Por ejemplo, que te expliquen si es juguetón, si tolera bien los ruidos, etc.", explica.

En caso de que el retoño sea posterior a la mascota, la educación canina siempre es un camino a explorar para tratar de mejorar la convivencia, si bien tampoco debe forzarse. "Hay márgenes, pero también hay cosas que son inamovibles. Si al perro simplemente no le gusta interactuar con el niño, pues es que no le gusta", subraya el copropietario del centro de entrenamiento canino Candamin. 

Beneficios de criarse con un perro

Una vez que se ha interiorizado la idea de que perros y niños no siempre tienen que llevarse bien, es posible explorar la posibilidad de incorporar un nuevo miembro a la familia. Esta decisión requiere de mucho tiempo de meditación y un ejercicio de responsabilidad y realismo por parte de los adultos

Y es que el papel de los padres en este proceso es clave para que hablemos de un caso de éxito. Ricardo Fandiño, psicólogo clínico experto en niños y jóvenes, explica que "es importante que la relación entre niños/as y animales de compañía esté favorecida y mediada por adultos responsables". 

En la etapa infantil pueden distinguirse dos fases clave: la primera infancia (de 0 a 5 años) y la niñez (a partir de los 6 años). En la primera, la compañía de las mascotas "podría favorecer aspectos relacionados con el desarrollo sensorial y la capacidad de mentalización", según detalla Fandiño.

En los primeros años de vida, el animal es una "entidad" con la que los niños interactúan, pero que no controlan, ya que no siempre se someten a sus intereses. Este reto es el que ayuda a los niños a comprender e interiorizar la idea de que hay personas con necesidades, perspectivas o intereses distintos a los de uno mismo, añade el psicólogo clínico. 

Es durante la niñez cuando "la compañía de un animal ayuda a adquirir las ideas de vulnerabilidad y dependencia, y con ellas la importancia de los cuidados en la vida". Otros aspectos en los que la relación niño-perro puede marcar la diferencia, son los relativos al desarrollo de la templanza y la empatía, así como la comprensión de la realidad.

Casos de éxito: la fundación María José Jove

La violencia de género, los problemas de salud mental y las enfermedades crónicas son problemas que, desgraciadamente, pueden afectar a cualquiera; niños incluidos. Desafortunadamente, estos procesos tan duros y desafiantes atraviesan a miles de niños cada día. La Fundación María José Jove, consciente de ello, hace años que desarrolla programas pioneros en España que buscan aliviar el dolor de los más pequeños a través de la compañía de perros. 

Terapia con perros en el Hospital Materno de A Coruña Fundación María José Jove

Los programas para menores con problemas que promueve la entidad son: Venus, Ocucando, Pares y otro en colaboración con el Hospital Materno. Todos ellos son programas de terapia con perros en los que, tras ser entrenados por centros como Candamín y Montegatto, los canes pasan de ser un animal de compañía a mucho más: un amigo en el que apoyarse para atravesar los momentos difíciles. 

En Venus, los perros acompañan a los menores a víctimas de violencia de género a los juzgados. Una labor que se complementa con un programa de terapia asistida. El proyecto se desarrolla en los ayuntamientos de Cambre, Betanzos y Curtis. En este proyecto "el perro constituye un vínculo fundamental para el menor, que se enfrenta a un ambiente hostil cuando acude al juzgado, consiguiendo así un sentimiento de protección y seguridad ante esta difícil situación", según relatan desde la Fundación. 

En el caso de Ocucando y del convenio con el Hospital Materno, los perros se centran en acompañar a niñas y niños con TEA, trastornos del neurodesarrollo y con necesidades educativas especiales. El entrenador canino Adrián Paredes es uno de los encargados de entrenar a los perros que participan en estos programas. En su academia hay perros de todo tipo y raza, ya que, según cuenta, las razas no determinan la actitud de un perro: al igual que las personas, cada uno tiene su personalidad y características. "No hay que generalizar", apunta.

Los niños y el duelo por la pérdida

Tras años creciendo juntos, el momento de despedirse de un amigo de cuatro patas es de lo más complicado. Y la experiencia puede ser aún más complicada para un niño. En estos casos el psicólogo Ricardo Fandiño recomienda no ocultar la realidad ni caer en engaños o mentiras. Lo mejor es ser sinceros, pero adaptándose a la comprensión de los pequeños según su edad.

"El duelo es un proceso de adaptación, es un camino que debemos recorrer también en la infancia, siempre que perdemos a alguien o algo importante en nuestras vidas. Hacer duelos por una pérdida forma parte de los aprendizajes de la vida. Hasta los seis años aproximadamente no se entiende la muerte como algo universal e irreversible", detalla Fandiño.

El psicólogo resalta que "la realización de un duelo lleva un tiempo y el establecimiento de algún tipo de ritual de despedida sencillo puede facilitar el mismo". Por lo que lo más recomendable es ser sinceros y esperar que el dolor pase