Para desgracia de los más pequeños y para alivio de miles de padres, el 11 de septiembre los escolares volverán a las aulas. Apenas faltan dos días para que los más pequeños de la casa se zambullan en la rutina de nuevo y el golpe de realidad puede ser tremendo. Tras tres meses de descanso y despreocupaciones, toca volver a centrarse, prestar atención en clase y recuperar las rutinas

En los últimos años, la inmediatez de las redes sociales y la vida de ensueño que muestran muchos influencers ha hecho que muchos liguen la rutina a la monotonía y al aburrimiento. Pero nada más lejos de la realidad: el establecimiento de hábitos es crucial para el bienestar mental de adultos, pero también de niños. 

Patricia Vilas Rodríguez, pediatra en el Hospital Materno-Infantil Teresa Herrera, explica que en la infancia es "muy importante establecer una serie de rutinas en su vida diaria porque les ayuda a tener más seguridad". El caos prolongado puede causar incertidumbre y generar ansiedad

No obstante, los niños también necesitan darle al botón de 'pause'. No en vano, en cada etapa escolar se establecen periodos de descanso. Las vacaciones de verano son las más extensas, sobre todo en edades tempranas en las que los exámenes de recuperación no son una preocupación. Hasta tres meses pasan los niños sin madrugar para ir a clase, hacer deberes o ir a extraescolares.

La conciliación familiar durante los meses de verano también puede hacerse cuesta arriba. Habitualmente durante el verano los padres y madres tienden a ser un poco más laxos y ceder a un 'descontrol controlado' con sus hijos. "Se nos van las comidas, el sueño, las normas, la tele, los dispositivos electrónicos...", pone de ejemplo Patricia Vilas. 

¿Cómo volver a establecer rutinas sin fracasar en el intento?

La pediatra del Hospital Teresa Herrera recomienda tomarse la vuelta a la rutina con calma. Lo ideal es recuperar los horarios y normas de forma progresiva y amable. Recuerda que al principio es normal que los niños estén más irascibles o cedan más rápido a las rabietas. Están intentando acostumbrarse a una nueva realidad. En ese periodo de adaptación, explica Patricia, es importante no perder la paciencia. "La primera semana va a ser complicada, hagas lo que hagas", augura.

Los expertos apuestan por comenzar el periodo de adaptación una o dos semanas antes de volver a empezar las clases. Es importante ir añadiendo pequeñas mejoras en el día a día, como ir adelantando paulatinamente la hora a la que se despiertan y a la que se acuestan. En la misma línea, es interesante si, dentro de las posibilidades de cada familia, los horarios de desayuno, comida, merienda y cena fuesen parecidos a los que se seguirán durante el curso escolar. 

Algunas actividades que pueden ayudar a regular a los más pequeños antes de la vuelta al colegio son: "hacer compras de vuelta al cole, ordenar los armarios o leer un poco antes de acostarnos". Patricia Vilas asegura que "si nos hemos vuelto locos en agosto, lo ideal es empezar septiembre rebajando el nivel de actividad a medida que se acerca la noche". 

Asimismo, mantener ciertas rutinas a lo largo del año es recomendable porque puede ayudar a la adherencia del futuro. "Un niño al que toda la vida le han dicho que después de merendar se hace los deberes no se lo plantea, simplemente lo hace", ejemplifica Patricia. Esa disciplina se trasladará más tarde a la adolescencia y adultez. Con todo, es importante huir de la hiperexigencia: "Es fundamental el descanso y el descanso de calidad". En el equilibrio, dice la pediatra, está la clave.