Castro de Viladonga, un viaje al pasado castreño de Galicia
Dominando la Terra Chá lucense se alza el imponente Castro de Viladonga, un asentamiento imprescindible para conocer el mundo castreño en Galicia tras la conquista romana.
31 mayo, 2021 06:00Ocupando gran parte de la cima de una colina a una altura de 535 metros sobre el nivel del mar, se alza uno de los yacimientos arqueológicos de tipo castreño más importantes de Galicia: el Castro de Viladonga, datado entre los siglos II y V d.C., que domina desde lo alto gran parte de la Terra Chá, las sierras de Monciro, de Meira y Pradairo.
Situado en el Concello de Castro de Rei, en la provincia de Lugo, y muy cerca de la capital lucense, el de Viladonga es un castro muy singular, no sólo porque es uno de los mejor conservados de la comunidad, si no también porque cuenta con un completo museo monográfico junto al mismo emplazamiento en el que se encuentra el yacimiento.
Declarado Bien de Interés Cultural por la Xunta de Galicia en 2009, los trabajos de excavación en el castro comenzaron en 1971, aunque de forma periódica se reanudan para limpiar y mantener el entorno. Estas labores de prospección se hicieron realidad gracias a la vehemencia de Ramón Falcón Rodríguez y Manuel Chamoso Lamas, que mantuvieron las excavaciones hasta 1978. Su trabajo permitió descubrir la mayoría de las construcciones de la “croa”, además de sondear otros enclaves del yacimiento, como “antecroas” y sistemas defensivos.
La cantidad y calidad de los objetos y materiales encontrados fue tal que en 1986 se inauguró un museo ubicado al sureste del castro, para albergar y exponer muchos de estos hallazgos y como centro de interpretación del yacimiento. Consta de cuatro salas, donde se muestran los trabajos arqueológicos realizados en el castro y se ofrece información sobre la forma de vida de la Cultura Castreña en la época Galaico-romana, además de exhibir una gran maqueta del castro, y distintos objetos hallados en los trabajos de excavación: joyas, monedas, amuletos y otros objetos.
El conjunto castreño está formado por varios recintos de murallas y fosos, dos antecastros y una gran área central denominada “croa”, que acoge la mayoría de las estructuras excavadas. En el interior de esta croa se vertebran dos vías de paso que se cruzan de norte a sur y de este a oeste y articulan las construcciones del castro, que se agrupan en pequeños conjuntos en torno a un patio central, como si formaran un barrio de la época.
En la zona nororiental del castro se mezclan algunas estructuras independientes de planta circular con otras de forma cuadrangular, entre las que sobresale una gran contrucción alargada de la que se desconoce su utilidad. Hacia el sur, varias estancias adosadas se distribuyen a través de un largo corredor, estando una de ellas empedrada; en otra, curiosamente, se conservan los restos de lo que fue un “hogar” o cocina de entonces.
Hacia el oeste, el antecastro, una especie de terraza muy amplia que pudo haber tenido varias utilidades: como establo, como ampliación de la zona de viviendas del poblado o como zona de cultivo. Desde aquí parte el camino de acceso a la “croa”, mientras que en el antecastro del lado sur hay una cueva o galería en la que crece un curioso y escaso musgo: se trata del “Schistostega pennata”, un musgo luminoso de un intenso color verde difícil de encontrar en toda Europa y en peligro de desaparición.
En definitiva, visitar el Castro de Viladonga supone todo un viaje al pasado y un auténtico descubrimiento de la cultura castreña en Galicia, de cómo se asentaron, se organizaron y vivieron aquellos primeros pobladores de los castros entre los s. II y V d. C. Son muchos los castros que encontramos en Galicia (Castro de Baroña, Castro de Santa Trega, Castromao en Celanova, la Cidá de Borneiro o el coruñés Castro de Elviña), pero el de Viladonga es de los mejor conservados y permite profundizar en el conocimiento de estas construcciones gracias a su completo museo ubicado junto al yacimiento.
De las cercanías del castro parte la PR-G 154 Ruta do Azúmara, un paseo de unos 7 kilómetros que transcurre a la orilla de este río, que nos invita a disfrutar de los bosques de abedules y alisos de Castro de Rei, además de algunas construcciones tradicionales gallegas e incluso una antigua mina de arsénico.
A sólo 20 minutos en coche del castro, la ciudad de Lugo puede ser el complemento perfecto para seguir explorando la historia de Galicia: recorrer su muralla romana única en el mundo, visitar sus antiguas termas o retroceder más de 2.000 años para adentrarse en una antigua vivienda romana, la Domus del Mitreo, son algunos de los imprescindibles en una visita a la fascinante capital lucense.
Emma Sexto