Enclavada en la parte noroccidental de Galicia y perfilada por el horizonte marino del océano Atlántico, la comarca de A Coruña conforma uno de los geodestinos gallegos más codiciados de las Rías Altas y el denominado Golfo Ártabro. Desde la paradisíaca costa hasta el interior más montañoso, pequeñas y grandes localidades se van extendiendo en los alrededores de la ciudad herculina dando forma a un interesante área metropolitana homónima que invita al viajero a explorar el encanto, la belleza y el carácter propio de los pueblos del norte.
Una de esas poblaciones es Carral, un municipio rural repleto de atractivos turísticos y una enorme riqueza natural, histórica, etnográfica y hasta gastronómica. De hecho, cabe decir que el pan y las empanadas son parte de la idiosincrasia e identidad culinaria de los carraleses desde hace siglos.
Sobre la pequeña localidad de Carral cabe destacar que esta se encuentra situada en un antiguo camino de paso que une la ciudad de Santiago de Compostela con A Coruña, por el cual circuló tradicionalmente la carrilana de la capital ―a la que también debe su topónimo esta población. En el presente, el núcleo de Carral se enmarca en mitad de una de las muchas rutas xacobeas existentes: el Camino Inglés, un itinerario de peregrinación que desde su origen y durante el grueso de la Edad Media fue utilizado principalmente por devotos ingleses, irlandeses y de otros países del norte de Europa.
Es precisamente en el valle de Barcia, en pleno camino viejo hacia Compostela, donde se erige uno de los elementos del patrimonio y la arquitectura popular más interesantes y singulares de este rincón coruñés: la Capela de San Pedro de Rubieiro, un templo austero y encantador que alberga a sus espaldas más de cuatro siglos de historia. Además, la citada iglesia se encuentra junto a una ruta de senderismo que sigue el curso del río Abelleira y permite descubrir al visitante la riqueza etnográfica de esta zona.
Breve historia del templo carralés
La historia de la capilla de San Pedro de Rubieiro empezó a escribirse en la Edad Moderna, en el período que se extiende desde el siglo XV al XVIII. En el caso particular del templo carralés, si bien hay constancia de su posible existencia (o quizás una primigenia) ya en el año 1603, otras fuentes sitúan su construcción alrededor del 1751. En cualquier caso, su estado de conservación es bastante bueno, con un interior austero y carente de retablo. La iglesia es de planta rectangular y presenta una única nave con muros de mapostería sin revocar, así como una gran puerta con arco de medio punto con impostas en la cornisa. Además, en el presente dicha puerta de entrada posee una amplia vidriera que permite observar el interior del templo.
Cabe destacar que este conjunto de la arquitectura popular en Carral también abarca un manantial del mismo nombre, A Fonte do Rego de San Pedro, enclavada en uno de los márgenes de la carretera de acceso a la pradera donde se sitúa la ya mencionada capilla y un modesto cruceiro. Además, esta amplia zona verde experimentó varias obras de acondicionamiento paisajístico que incluyeron la incorporación de distintos elementos como una barbacoa, bancos y varias mesas de madera. En lo que respecta al interior del templo, la capilla de San Pedro de Rubieiro conserva dos imágenes del santo, una de ellas más pequeña representada con llaves y bastón sobre madera de cronología desconocida, y cuya policromía fue restaurada a principios del siglo XXI.
Así es el Roteiro Mariñán Costa da Égoa
Más allá del encanto natural que envuelve al área recreativa de la capilla de San Pedro de Rubieiro, en los alrededores de este templo también se extiende una agradable ruta de senderismo que recorre varios molinos del siglo XVIII situados a lo largo y ancho del río Abelleira. La bautizada como PR-G Roteiro Mariñán Costa da Égoa conforma un recorrido de unos 9 o 12 kilómetros ―en función de si se trata del tramo lineal o circular― que permite descubrir la historia detrás de estos auténticos tesoros de la cultura tradicional gallega en Carral. El itinerario tiene como punto de partida el ecomuseo Costa da Égua, más conocido en el pasado como la Casa del Molinero Francisco.
En los primeros kilómetros de la senda, siguiendo el curso del Abelleira, el camino se adentra entre los frondosos bosques de ribeira que sirven de cobijo a la mencionada serie de construcciones restauradas que en el pasado aprovechaban el cauce del río y sus afluentes para su normal funcionamiento. En total nos encontramos alrededor de unos 14 molinos de agua, los cuales en su mayoría se encuentran unidos entre sí por sendos canales de piedra.
En su recorrido por las tierras de Carral, los senderistas también tendrá la oportunidad de disfrutar de la riqueza natural y paisajística del río Abelleira, con sus pequeños torrentes, rápidos y saltos de agua visibles en el grueso del descenso. Una vez superado el entorno de Monteméan, el camino se adentra en los territorios de Rubieiro hasta llegar a la fuente y la capilla de San Pedro de Rubieiro. De hecho, cabe señalar que en las cercanías de este área recreativa también se encuentra un mirador natural que permite disfrutar de las bonitas vistas hacia el valle de Barcia. Por su parte, en una de las variantes de la ruta, la caminata se extiende hacia el entorno de Batán, sus antiguos molinos y la impresionante cascada que atraviesa dichos bosques.