Entre sierras, valles y llanuras aluviales, los ríos de Galicia mantienen sus caudales vivos durante la mayor parte del año, lo cual permite a los senderistas disfrutar de un sinnúmero de senderos fluviales repartidos por todo el territorio. Estas rutas son además una excelente alternativa a la vorágine del día a día en la ciudad o las masificadas playas durante el verano gallego, ofreciendo un plan para toda la familia en la quietud de unos paisajes verdes.
De hecho, buena parte de estos caminos por el cauce de los ríos presentan distancias cortas y sin apenas dificultad, provistos de zonas de descanso en las que detenerse a descansar y contemplar la naturaleza de Galicia. Uno de estos mágicos rincones se encuentra a sólo un paso de la ciudad de A Coruña, en el entorno más rural del municipio de Coirós. El llamado como Río dos Dous Nomes presume de una ruta circular homologada que avanza junto a los márgenes de un importante afluente del Mandeo, el conocido como río Fervenzas o río Vexo.
Tanto la cultura del agua como la actividad de la molienda se ven reflejadas en esta ruta coirense, dando forma a una simbiosis perfecta entre un enclave casi salvaje y la mano del hombre en su justa medida. El riachuelo en cuestión encuentra su nacimiento en la vecina localidad de Aranga, siendo los principales protagonistas de todo el recorrido los molinos de agua enclavados a orillas del curso fluvial. Cabe destacar que el tramo que abarca la ruta del Río dos Dous Nomes PR-G 35 se corresponde con el curso final del río Fervenzas, concretamente con el segmento que se extiende desde el puente de Xora hasta la Fábrica da Luz dos Núñez, hoy minicentral del Fervenzas.
Descubriendo los paisajes verdes de Coirós
El punto de partida de la ruta del Río dos Dous Nomes se localiza en los alrededores del Área Recreativa de Ponte Xora, avanzando por el sendero de tierra señalizado que se encuentra en el margen derecho del río Fervenzas o Vexo. Como avanzamos unas líneas más arriba, en este sendero fluvial coruñés, de unos 3,4 kilómetros de longitud, los molinos son los grandes protagonistas.
Estas construcciones típicas del rural gallego se pueden observar ya desde el comienzo de la ruta, la cual suma una decena de molinos en todo su recorrido. Además, la riqueza natural y paisajística es otro de los grandes valores de este itinerario circular configurado entre rápidos y cascadas, bosques de ribera y hasta algún que otro mirador, aunque lo cierto es que la frondosa vegetación que rodea a este balcón natural impide disfrutar de las vistas sobre el río ―e incluso divisar algunos de los letreros de señalización.
En los primeros pasos de la ruta, el recorrido ya nos descubre varias pasarelas que cruzan el río y unos cuatro molinos de agua. A medida que avanza el recorrido, la ribera del río Fervenzas también descubre otros vestigios del pasado de esta aldea coirense, como es el caso de una antigua herrería conocida como O Machuco de Ois. De este taller que lleva en ruinas más de un siglo todavía se conservan unos muros de grandes dimensiones, tanto en el caso del edificio principal como de unas construcciones anexas que podrían corresponderse con la estructura de una vivienda. También la vieja central hidroeléctrica (o Fábrica de la Luz) y la presa que lleva el agua hasta el recinto se dejan ver en mitad de esta senda entre pequeñas pozas y cascadas.
La última etapa del sendero fluvial permite observar otro interesante conjunto etnográfico en el margen izquierdo del curso fluvial, como es el caso del bautizado como Muíño Grande. En este punto es necesario adentrarse en una pista forestal y dar un pequeño rodeo para pasar por debajo el puente de la autopista y regresar al lado del río. De hecho, los últimos paisajes y escenarios de esta bonita ruta atraviesan unos caminos estrechos en mitad de un bosque de eucalipto, en una zona que incluso se encuentra provista con alguna que otra barandilla de madera para facilitar el avance en los tramos más complicados.