Galicia conforma un destino perfecto para todos aquellos amantes de la naturaleza y los espacios verdes. Lo cierto es que, desde su costa hasta el interior más montañoso, la región gallega presenta una amplia red de parques naturales, reservas y rincones protegidos que presumen de una biodiversidad asombrosa y una inmensa riqueza paisajística. Lugares como el Parque Nacional das Illas Atlánticas de Galicia, las Fragas do Eume o la Ribeira Sacra son de sobra conocidos tanto dentro como fuera de Galicia dada su enorme belleza y amplio patrimonio natural. Sin embargo, existen otros muchos rincones a lo largo y ancho del territorio que si bien no gozan de tanta fama, merece mucho la pena descubrir el encanto de sus paisajes.
Uno de estos enclaves mágicos se mantiene escondido en la cara más interior de la provincia de Lugo, muy cerca de la frontera con el Principado de Asturias. Es en la localidad rural de A Fonsagrada, entre los profundos valles que se forman por los ríos y riachuelos de la zona donde el viajero podrá descubrir un entorno perfecto para el baño enclavado entre bosques de ribera y hermosos saltos de agua. Las llamadas Seimeiras do Queixoiro constituyen un tesoro fluvial único formado por dos majestuosas cataratas en pleno rego de Queixoiro, afluente del río Rodil. Como dato curioso cabe recordar que en esta zona fronteriza entre Lugo y Asturias las fervenzas reciben el nombre de seimeiras, siendo especialmente conocida la de Vilagocende, una de las más altas en caída libre de toda Galicia.
Una ruta por el corazón verde de A Fonsagrada
El rego do Queixoiro atraviesa la parroquia de A Bastida, en A Fonsagrada, formando a su paso un sinnúmero de pequeños y grandes saltos de agua, rápidos y pozas. En mitad de este paisaje mágico entre bosques de ribera muy bien conservado y sotos de castaños centenarios, el curso fluvial desvela al visitante dos cascadas que destacan por su tamaño y belleza: una primera que ronda los 15 metros de altura y una segunda que se sitúa entre los 12 metros de caída libre.
Para llegar a este enclave de cuento desde el núcleo de A Fonsagrada habrá que poner rumbo a la aldea do Queixoiro ―ubicada a unos cinco kilómetros del punto de partida― desde la carretera LU-701, dejando atrás el pueblo de Paradanova. Una vez cruzamos esta zona rural y tras un descenso de unos 200 metros por una pista de tierra situada a la izquierda, a menos de un kilómetro encontraremos un pequeño aparcamiento y el inicio de un sendero acondicionado que nos llevará a las proximidades de ambas fervenzas.
El itinerario fue rehabilitado en el año 2013 y provisto de barandillas de madera para la seguridad de los senderistas. Las Seimeiras do Queixoiro se enmarcan a unos 700 metros del comienzo de la senda, El salto de agua más grande forma a sus pies una gran poza y un pequeño arenal fluvial en el que disfrutar de un buen baño en las jornadas más calurosas del año.
De hecho, en esta primera parada del itinerario encontraremos unas escaleras que facilitan el acceso a la piscina natural. Tras esa primera cascada, el camino continúa avanzando por el margen derecho del río hasta el entorno de la fervenza de los 12 metros de altura, situada en una zona acondicionada que, al igual que la anterior, presenta escaleras para facilitar la bajada a la parte inferior de la cascada.
Más allá de las Seimeiras do Queixoiro
Más allá del pequeño y agradable recorrido a las Seimeiras do Queixoiro, cabe destacar que existe una ruta circular alternativa, conocida como Forno do Lobo, y que también atraviesa este mágico enclave y continúa descubriendo el encanto de los ríos Tronceda y Rodil a lo largo de unos 4,2 kilómetros. Este recorrido circular de dificultad baja y apto para realizar con niños presenta un desnivel medio de unos 140 metros, con inicio y final en el entorno del aparcamiento. El primer tramo de la senda desciende entre bosques de pinos, robles y fresnos hacia los márgenes del río do Queixoiro.
Una vez a los pies del riachuelo habrá que avanzar por una pasarela de madera y cruzar un puente para llegar a las proximidades de un área de descanso rodeada de castaños centenarios. A lo largo de la Ruta do Forno do Lobo, el senderista también tendrá la oportunidad de descubrir elementos de la arquitectura popular tan interesantes como una corripa de piedra, una estructura que antaño servía a los lugareños para conservar las castañas con hojas y rastrojos. Más adelante, tras cruzar otra pasarela de madera, a escasa distancia de esta construcción típica se localizan las ya citadas Seimeiras do Queixoiro.