A medio camino entre las provincias de Lugo y Ourense, la Ribeira Sacra conforma uno de los rincones más singulares y bonitos de toda Galicia. Un verdadero tesoro natural y un remanso de paz que presume de paisajes de vértigo que se abren paso entre bancales, viñedos y los impresionantes meandros de los ríos Miño, Sil y Cabe. De hecho, en las tranquilas riberas de estos cursos fluviales y sus cañones también resisten al paso del tiempo los vestigios de antiguos monasterios medievales y románicos, convirtiendo a este geodestino gallego en uno de los lugares con la mayor concentración de complejos monásticos del norte peninsular.
No es de extrañar por tanto que el grueso de la Ribeira Sacra esté repleto de rutas de senderismo y miradores que permiten a los visitantes descubrir la belleza y patrimonio que habita en este mágico territorio. Una de estas sencillas y agradables sendas es la conocida como PR-G 181 Ruta de Cibrisqueiros a San Cosmede, un itinerario lineal de apenas cuatro kilómetros que avanza por una de las laderas de la parte norte del Cañón del Sil.
En este accesible camino, los senderistas tendrán la oportunidad de adentrarse en los frondosos bosques autóctonos de robles y castaños que pueblan los márgenes del río; descubrir antiguos enterramientos antropomorfos excavados sobre la roca e incluso visitar pueblos abandonados como el de Penaveada. En definitiva: un paseo para mantenerse en contacto directo con la naturaleza y sumergirse en la rica historia de estas tierras de la localidad de Pantón.
Riqueza natural y patrimonial a orillas del Sil
Esta ruta por las entrañas de la Ribeira Sacra discurre por un antiguo camino que unía las aldeas de Cibrisqueiros con San Cosmede, ambas pertenecientes al municipio de Pantón. Cabe señalar que la frondosa vegetación nos dejará ver los cañones del Sil en ocasiones contadas, no obstante, la riqueza natural que envuelve a todo el itinerario hace que merezca mucho la pena recorrer estos mágicos y recónditos parajes. El punto de partida de la senda se localiza en las proximidades de un lavadero comunitario, adentrándose unos pasos más adelante entre las viviendas del primero de los citados pueblos.
Ya a la altura de estas últimas edificaciones existe un pequeño desvío a la derecha que nos dirige hasta los pies de la iglesia románica de San Vicente de Pombeiro. Este llamativo santurario se encuentra rodeado por una exuberante vegetación y hunde sus raíces más remotas en el siglo X, cuando formaba parte de un monasterio primitivo del que a día de hoy no se conserva ningún resto. La iglesia actual fue construida entre los siglos XII y XIII, y si bien en etapas posteriores experimentó alguna que otra reforma significa, su estructura todavía alberga algunos rasgos de aquella arquitectura milenaria.
Una vez dejamos atrás la iglesia románica, y tras superar el arroyo, el camino asciende entonces hasta un entorno en el que sobreviven varias viejas construcciones abandonadas. Muy cerca del lugar encontraremos las Tumbas de O Preguntorio, formadas por dos sepulcros antropomorfos, una pequeña pila y otros restos escavados sobre piedra de granito. Dichos enterramientos se encuentran orientados de este a oeste, lo que nos permite presuponer qué se trata de unas tumbas cristianas que podrían encontrar su origen entre los siglos X o XI.
En este tramo final del camino, las formaciones rocosas dominan el paisaje y adquieren un gran protagonismo, con varias paredes preparadas para la escalada y algún que otro peñasco de silueta alveolada muy singular. Al atravesar estos escenarios pétreos la ruta nos conducirá a continuación hacia el poblado abandonado de Penaveada para alcanzar en última instancia la pequeña capilla de San Cosmede, la cual hace honor a la Virgen de los Dolores. Más adelante, los últimos pasos del camino hacia la aldea de San Cosmede avanzan por un paisaje onírico entre viñedos y muros de piedra.