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El gallego Miguel Crunia ya es el 7º mejor sumiller del Reino Unido y nos recomienda estos vinos
Cambió A Coruña por Edimburgo y ha subido del puesto catorce al séptimo en un año. Ha experimentado con "pop-up wine bars" y la prensa británica lo ha reconocido
7 julio, 2024 05:00El talento gallego triunfa allá donde va, y el caso de Miguel Crunia es un ejemplo perfecto de ello. Este coruñés dejó la ciudad herculina por Edimburgo hace unos años, y en 2023 fue noticia por haber sido elegido de número 14 entre los 25 mejores sumilleres del Reino Unido. Un año después, el experto en vino ha ascendido y se encuentra séptimo en una clasificación de los mejores 50.
La revista especializada Harpers Magazine publicó el pasado 1 de julio este ranquin que refleja la trayectoria en alza de Crunia. Pero en estos meses ha habido un cambio importante: si en 2023 lo reconocieron por su trabajo en la vinoteca Whiskers, este 2024 ha destacado por su trabajo en su propia empresa, Fìon, especializada en pop-ups o, como dice el propio Miguel, "bares de vinos nómadas".
El ranquin de Harpers' Top 50 (hasta este año eran 25) reconoce a los mejores sumilleres del Reino Unido, destacando aquellos que hacen cosas diferentes y están a la vanguardia en este mercado tan dinámico. Como el Reino Unido no tiene un vino propio, lo importan de todas partes del mundo, por lo que tienen una cultura mucho más abierta a probar cosas nuevas. Por eso la escena del Reino Unido es una de las más vibrantes del mundo.
Bares de vinos nómadas
Miguel codirige Fìon, mano a mano con su pareja Vera Cebotari. Fìon (que significa 'vino' en Gaélico Escocés) en una empresa de distribución (de vinos artesanos de España y Portugal) y eventos en torno al mundo del vino en Escocia. Una de las iniciativas punteras que desempeñan es la de montar pop-ups en locales de compañeros del sector para dar vida a lo que ellos llaman un 'bar de vinos nómada'.
Cada uno de estos pop-ups tiene una duración determinada (pueden ser días como semanas) y gira en torno a una dinámica diferente. Lo que se pretende es que la experiencia del cliente gire 100% en torno al vino, sacándolo de su zona de confort También quieren dar voz a los pequeños artesanos del vino, haciendo hincapié en las regiones emergentes (menos conocidas, pero con larga tradición vitivinícola).
Algunos de los pop-ups que han realizado versaban sobre temáticas como 'Palominos sin fortificar', 'Corpinnat', 'Los grandes Crus de Albariño en el Salnés', 'Añadas pre-90s', 'vinos volcánicos', 'Vinos georgianos elaborados en Qvevri', 'Vinos Atlánticos', 'Los mil y un micro-terroirs de la Ribeira Sacra', 'Ribeiro y su historia olvidada', y 'Descodificando el velo de flor'. En todos los pop-ups hay gastronomía, ya que muchas veces se asocian con reputados chefs locales que acuden como 'estrella invitada' con el reto de crear platos que mariden con los vinos de la temática que corresponda.
Otra de las cosas que Miguel y su pareja Vera intentan es que los clientes pierdan ese "miedo al sumiller" y hablen con ellos para interactuar y probar nuevas experiencias. Quizás por este motivo, es la primera vez que Harpers Magazine elige a un negocio de estas características, ya que habitualmente solo seleccionaban sumilleres que trabajan en restaurantes y bares especializados.
El propio Crunia se ha sorprendido con la elección, porque creía que ya no estaría en la lista este año. Este coruñés afincado en Escocia comenzó su trayectoria en el restaurante estrella Michelin Number One de Edimburgo, desde donde llegó al ahora cerrado Whiskers. Su nuevo proyecto personal, Fìon, ha logrado este reconocimiento en menos de un año. El reto de Crunia es ahora hacer historia y llegar a ser el sumiller número uno de las islas británicas.
Desde Escocia, Miguel Crunia ha respondido a nuestras preguntas, y además hemos aprovechado para pedirle recomendaciones de vino gallego para este verano.
¿Qué se siente al conseguir ese reconocimiento en un mercado tan exigente como el británico?
La verdad es que, después de haber entrado el año pasado en la lista por primera vez, pensaba que la emoción en caso de volver a entrar iba a ser menor este año. Pero más lejos de la realidad, ya que esta vez me he ilusionado incluso más. No sólo por el hecho de escalar posiciones en la lista (pasando del 14 al 7), sino porque este año han dado cabida, por primera vez en la historia, al modelo del pop-up.
De hecho, este año no esperaba más salir de la lista porque al no trabajar en un restaurante o en un bar de vinos especializado (en la lista del 2023 entré por el programa de vinos que hice para una vinoteca llamada Whiskers), pensaba que ni considerarían mi trabajo. Esto demuestra que hasta un mercado tan clásico y exigente como el británico se está modernizando gracias a una nueva generación tanto de consumidores que buscan exponerse a vinos nuevos y salir de sus zonas de confort, como de profesionales del mundo del vino que quieren comunicar de una forma menos encorsetada para poder calar, sobre todo, en las generaciones más jóvenes y de mediana edad.
¿Cómo es vuestra empresa de creación de pop-ups en Escocia?
Vera (mi pareja) y yo montamos Fìon (que significa 'vino' en gaélico escocés) a finales de la pandemia como una tienda de vinos online. Con los meses nos metimos en el mundo de la distribución a hostelería y tiendas de vino especializadas de vinos artesanos (de producciones pequeñas y mínima intervención). Para no perder el contacto con el cliente final, hace un año y medio, decidimos introducir en Escocia el concepto de los pop-up wine bars. Al no tener un local propio, este concepto de montar un 'bar de vinos nómada' nos pareció el formato ideal para llegar a vinófilos, sumilleres y bebedores no iniciados por igual de una manera más canalla y desenfadada.
De esta manera, nos asociamos con restaurantes o vinotecas locales que nos dejan el local para montar los pop-ups en solitario (normalmente cuando ellos cierran por vacaciones) o en conjunto (usando su gastronomía para acompañar nuestra propuesta líquida). Cada pop-up está siempre asociado a un tema que gira en torno a una región, una uva, un productor, etc. De esta manera sacamos al cliente de su zona de confort para poder exponerle a cosas nuevas ya que no les queda otra que pasar por el aro y socializar con nosotros para que le guiemos en su experiencia (haciéndoles perder el miedo a la interacción cliente-sumiller).
¿En Escocia conocen los vinos gallegos? ¿Saben el vino que se hace en Galicia?
Depende de como se mire, porque hay dos tipos de consumidores. El consumidor al que le gusta el vino pero que no está tan metido en el mundillo y se contenta con comprar en las grandes superficies comerciales (que es donde se vende todavía hoy el 90% del vino español en Reino Unido) le suena el Albariño porque es lo que encuentran de Galicia. Eso sí, suelen ser Albariños de marca blanca hechos por bodegas o cooperativas industrializadas o, incluso, provenientes de embotelladoras, por lo que vete tú a saber que tipicidades encuentran en esos vinos, corriendo el riesgo de hablar sólo de variedad, perdiéndose la trazabilidad de la zona de procedencia.
Al consumidor más entendido (que por fortuna hay mucho, ya que el vino, después de la cerveza, es bebida nacional) sí que te habla de más cosas que el Albariño, ya que en las cartas de vino de la alta restauración y en los lineales de las tiendas especializadas se empiezan a ver bastantes referencias. No sólo de Rías Baixas, sino también del Ribeiro, Valdeorras, Ribeira Sacra, etc. Vinos tanto con como sin sello de las denominaciones, ya que es un elemento que ya no cuenta tanto a la hora de efectuar la compra. El cliente busca más la energía e historia personal del elaborador y que este sea capaz de embotellar vinos que hablen de su origen. Los vinos industrializados que están cortados por un mismo patrón no suelen encontrar cabida en el carrito de la compra de los conocedores de vino.
Nosotros estamos en esa segunda guerra, la de promocionar una Galicia que dé un pasito más allá, hablando no sólo de regiones, sino de concellos, parroquias y viñedos singulares a la hora de contar un vino. Porque es ahí donde reside el valor diferencial que colocará nuestros vinos en el olimpo de las grandes regiones clásicas. Ejemplos de esto son que algunos de los pop-ups que montamos tuvieron exclusivamente temática gallega: 'Los Cru del Salnés', 'Los mil y un terroirs de la Ribeira Sacra', 'los grandes vinos olvidados del Ribeiro', 'los tintos de las Rías Baixas', etc.
¿Qué vinos gallegos recomiendas para este verano?
Ya sabemos que en verano tenemos esa lucha eterna por demostrar que hay vinos que pueden ser tan refrescantes como una buena cerveza, que es lo que parece que tiende a apetecernos más cuando hace calor. Por ello, yo quiero hablaros de tes vinos que me llevaría sin problemas a la playa, de barbacoa, al camping, o incluso que me tomaría de terraceo a cualquier hora del día. Ojo, que no os explote la cabeza, porque no va a haber ningún blanco en la selección:
So What!, Adegas Sernande, 2021
Comenzamos por un tinto. Hacedme caso, ¡que esto servido en plan fresqueo entra sólo! Un vino que hacen María José y Antonio en la Ribeira Sacra, este, concretamente, de unos viñedos de 70 años en Cristosende. Un vino a base de Mencía con un poquirritín de Garnacha Tintorera con el que se busca traer a la vida esos tintos que se hacían antaño en la zona. Es decir, tintos que buscaban la fluidez y la amabilidad para poder ser consumidos a diario. Aromáticamente está cargado con frutos del bosque y hierbas aromáticas y, en boca, es puro frescor. Enfríalo un poco y a gozarla (asegúrate de tener unas cuantas botellas más porque te van a hacer falta, fíate).
Cabaliños da Barouta, Adega Soños do Desterro, 2022
Conocí a Pablo y Ana casi por casualidad, ya que los tenía fuera de mi radar. Quiero incluirlos en la recomendación porque, aparte de que el vino está muy bueno, ellos representan la contramoda, esa de retornar al rural para labrarse un porvenir (¡bravo!) y recuperar así el patrimonio viticultural abandonado del Ribeiro.
Porque eso es lo que es este vino, que proviene de viñas que están en Baroutiña y Cañeira. Un vino fruto de la coplantación de castes locales (como la Caíño, la Sousón y la Brancellao) con algo de Tintorera. Una parte del vino pasa por crianza en inox y, otra, en un bocoi de castaño (que era lo habitual en la zona en tiempos pasados). A pesar de tener una nariz muy expresiva y concentrada (pensar en violetas, hierbas de monte, moras y zarzaparrilla) en boca es fresco, dinámico y etéreo. Tan sólo tiene 13%, por lo que lo podéis enfriar un poqutín porque os lo va a agradecer ahora que hace calor.
Puro Ca(r)iño, Adega do Demo, 2020
Este es el proyecto de Carlos Lorenzo, a quien no le quedó más remedio que sacar este vino sin el sello de la DO, porque el consejo regulador no aprueba que se amparen los rosados. Un acto de rebeldía para algunos, para mí sentido común. ¿Para qué pelearse contra una burocracia arcaica cuando puedes demostrar que en el Ribeiro se pueden hacer rosados con mucho carácter? Este vino se hace con uvas de Caíño Longo que salen del Valle del Avia. Un rosado que se hace por el método de 'sangrado' (es decir, como un tinto al que cuando alcanza el color deseado, se le separa el mosto de las pieles) para obtener un vino que es puro nervio y frescura. Os engatusarán esos aromas a grosella, granada, salvia y hierbabuena que hacen que sea un peligro, porque es muy fácil de beber.
Estos no son vinos que vayáis a encontrar en los lineales de vuestro supermercado, sino más bien en tienda especializada. Con esto os quiero animar a que no pequéis de conformismo y os expongáis a hablar con mis compañeros del sector que defienden estos pequeños comercios independientes. No mordemos, de verdad. Sólo queremos abriros las puertas a un universo líquido que os va a molar bastante desde el apoyo siempre al pequeño productor.