Patricia Guerrero es una divulgadora, formadora y educadora canina que reside en Galicia y también es la propietaria de la marca doga en España. El doga se basa en los principios del yoga aplicados al mundo canino, pero va mucho más allá: es una invitación a estar presentes junto al animal, a conocer técnicas de masaje y estiramiento y, sobre todo, a compartir "un momento de relax". Por tanto, el doga no tiene nada que ver con imitar las posturas del yoga, y en ese sentido, no tiene nada de visualmente espectacular, sino que todo ocurre a un nivel más sutil.
El doga comenzó en Estados Unidos y, de hecho, Guerrero se inspiró para crear su práctica en una instructora estadounidense que realizaba yoga con perros. La idea le resultó atractiva y vio que el conocimiento de esta práctica igual tenía una aplicación en el trabajo que ya venía realizando pero, eso sí, adaptándolo a las características y necesidades de estos animales.
Y es que Guerrero aclara que el doga no es poner a los perros a hacer las posturas que haría un ser humano. "Hacer yoga como tal no es beneficioso para el perro, que esto quede claro, porque es meter al perro en una actividad para humanos y no se tiene en cuenta al perro", asegura. En cambio, el doga es una forma de compartir un momento de conexión con estos animales, pero de un modo respetuoso con su anatomía y sus ritmos. "La idea es que el perro fuera el protagonista y la gente aprendiera a masajearles, a tocarles y a respetarles", detalla.
Para desarrollar esa práctica del doga, Guerrero se formó primero como instructora de yoga "y vi que el yoga no son solo las posturas, sino que es mucho más, es una manera de estar en el mundo, es poner presencia". Además se formó en musculatura y fisioterapia canina y es todo ello, unido a sus conocimientos en comunicación canina, nació finalmente el doga.
En sus comienzos con el doga Guerrero formó un equipo de 14 personas y ahora, casi una década después, ha decidido delegar la marca para poder dedicar más tiempo a la crianza de su hija y a sus otros proyectos. Será su compañera Beth Musull, la directora de ITCAN en Barcelona, quién se hará cargo de ella y empelará el doga en sus intervenciones asistidas con perros. "Lo cojo con con un sentimiento de amor increíble", asegura Musull por su parte.
¿Qué es el doga?
Entonces, ¿qué es concretamente el doga? "Doga es compartir un momento de relax donde cada uno decide donde está. Es una manera de dejar que el perro vaya decidiendo hasta dónde puede ir, y ahí pues puedes llegar hasta hacer posturas funcionales donde estiren, fortalezcan las patas… pero para llegar a ese punto tiene que haber una parte de confianza total del perro en el humano que lo está haciendo", relata Guerrero.
Ahí es donde entra "el conocimiento de lenguaje canino, el dejar libertad, el entender también los tipos de masaje…". "Pones la esterilla y el perro ya siente un anclaje", asegura.
En ese sentido, la educadora pone de relieve la necesidad de "promocionar actividades desde la calma" porque "siempre promocionamos actividades desde la acción". "Con los perros siempre es acción y divulgar actividades en las que la calma sea el hilo conductor está muy bien, porque la gente rebaja y ve que los perros también necesitan esa parte".
Además, el doga puede permitir conocer un poco mejor la anatomía de los canes, algo beneficioso para todas las actividades del día a día. "La gente no sabe dónde está el hombro de su perro, y si tú sabes donde está el hombro de tu perro cuando usas un arnés que le imposibilita tener el hombro libre puedes darte cuenta de que igual no es beneficioso, así que todo suma", reflexiona.
Musull explica también por su parte que "la base del doga es el respeto y el acompañamiento" y se trata de "una disciplina que se hace con el perro y para el perro, para saber más, para conectar y vincularte de una forma distinta y más calmada, para poder trabajar toda la parte de manipulación y vincularse como equipo y aprender muchas más señales".
De hecho, ella misma vio los beneficios que tenía esta disciplina en su propia relación con la que fue su primera perrita, Monty. "Es hipersensible y no le gustaba mucho el contacto y poco a poco gracias al doga pude ir conociéndola más, respetándola más", celebra. Además, la práctica espera que sea ahora un complemento más en su trabajo en el ITCAN: "Me metí de lleno porque como yo también hago intervención asistida con perros, hay una parte que es muy importante que es que les guste el contacto, la calma, y hay muchos momentos de espera, y esto el doga lo proporcionaba".
¿Cómo practicar doga?
Una vez que sabemos qué es el doga, y sobre todo, qué no es, Guerrero detalla cómo puede practicarse. Para empezar "hay que escoger muy bien el lugar". "Lo pueden hacer en casa, no tiene que ser necesariamente con la esterilla, pero sí en un lugar que despierte un poco la calma". También "puedes apoyarte en música, en bajar la luz o en usar algún aroma para estimular el olfato", eso si, con cuidado porque "los perros tienen el olfato muy desarrollado", así que tiene que ser un aroma que no les "sature".
Lo que sí es importante es "hacerlo siempre en un lugar donde el perro tenga libertad y no se le tenga atado", porque "lo más importante es que el perro decida estar, y que la personas no se frustren si el perro en ese momento se va o viene, no pasa nada", resalta la educadora.
En ese sentido, recuerda que hay que "dejar de lado las expectativas". "Si vas con expectativas ya la has fastidiado, porque al final el doga es estar sin más". "No hay un objetivo, hacer que mi perro ponga la pata encima de mí o lo que sea, sino simplemente estar".
Para ello, recomienda "que se sienten en el suelo y dejen que el perro haga, que observen. Ahí verán que la magia se hace. Es decir, hay perros que nada más ven que la persona se sienta ya se ponen al lado, sobre todo si estás calmado", por lo que lo ideal "es estar respirando, estirando un poco el cuerpo y dejar que el perro vaya haciendo". "Yo siempre digo que si el perro te regala que se pone cerca y lo puedes acariciar lo aproveches", añade.
Después se le puede acariciar, o formarse sobre los distintos tipos de masajes o estiramientos para perros. "Podemos hacer masajes y estiramientos pero antes hay que formarse, porque tienen que ir siempre a favor del movimiento natural que hacen los perros". En cualquier caso, no es necesario hacer estiramientos si no se sabe cómo, sino, tan solo "compartir ese momento de de caricias y de estar tranquilos los dos, de respirar".
De hecho, sus sesiones muchas veces consisten simplemente "en poner conciencia en lo que estamos". "Estamos en un momento con tantas distracciones, que es una pasada tener un momento de estar concentrados tocando al perro, notando cómo respira, su temperatura, cómo huele… para mí eso es el doga, estar con todos los sentidos conectados con el perro, igual que lo hace él de manera totalmente natural", resalta.
Finalmente, Guerrero destaca el momento final de la sesión "cuando te estiras y te relajas", algo que "es súper guay hacerlo con los perros". "En Savasana, que es el momento que pones las manos hacia arriba, cierras los ojos y dejas que los perros hagan. Y es una pasada, porque al principio las primeras sesiones el perro está flipando porque no está acostumbrado a que tú no hagas algo activo con él y están cómo alterados, pero yo siempre les digo que confíen y los perros van bajando revoluciones. Cuando lo haces con más perros la energía de la sala es que va como bajando, y eso sería el doga".
¿Su opción favorita? "El doga en la montaña". "Yo voy con mis perros y de repente paro en un sitio, me siento y estamos ahí sin más y ellos se van acercando, en silencio".