Pedales de boutique, así se conocen a los pedales para diferentes instrumentos musicales que fabrica manualmente el coruñés natural de Arteixo, Samuel Méndez, bajo la marca Comodoro. Este proyecto es relativamente joven, ya que comenzó con él en 2013, pero nunca pensó que a sus 39 años podría dedicarse por entero a él (hasta noviembre lo compaginaba con su empleo en el sector de la hostelería, en el que estuvo 15 años) y menos cuando ya desde muy joven desmontaba aparatos para experimentar con la electrónica y el sonido.
Sus productos han llegado hasta Japón, ya que se ha hecho con ellos un distribuidor que compra pedales a marcas internacionales para vender a marcas japonesas; todo ello unido a Drunkat, una tienda de audio e instrumentos del País Vasco que ejerce actualmente como único punto de venta físico de Comodoro a nivel nacional (el resto de ventas se realizan por la web o a través de la plataforma Reverb, donde están a la venta equipos musicales online). Gran parte del éxito del proyecto reside en Laura, la pareja de Méndez, a la que conoció en Barcelona y que realiza labores de diseño gráfico para los pedales.
El nombre de la marca se debe a que al coruñés y su pareja les gustó el sonido de la palabra y el icono de la marca es un pedal con su potenciómetro y todos los detalles. Además, gracias a que con 18 años Méndez tocó con amigos en bandas de Arteixo, conoció a Zippo, uno de los componentes de la popular banda gallega Triángulo de Amor Bizarro, que usan pedales de Comodoro al igual que el grupo femenino Ginebras. Los precios de los pedales son diversos: desde los 80 euros que vale el más sencillo y que cuenta con un botón para subir el volumen, hasta los 200 que pagan por los que están integrados por componentes más caros.
Mudanza a Galicia y materialización de un sueño
Comodoro aterrizó en A Coruña recientemente, debido a que el coruñés y su pareja se mudaron a la ciudad desde Barcelona el pasado noviembre, momento en el que decidió hacerse autónomo y apostar todo por la marca de pedales, sobre la que cuenta que el confinamiento le dio un empujón porque pudo dedicarse más a la fabricación de sus productos y mucha gente recuperó aficiones perdidas por falta de tiempo como tocar la guitarra.
Esto es una especie de sueño cumplido para Méndez, que gracias a vídeos y las enseñanzas que otros aficionados al mundillo como él colgaban en una página de internet, comenzó a experimentar en su adolescencia con aparatos de sonidos de efectos para "conseguir determinadas melodías que le gustaban". "Aparte de efectos para la guitarra, hago otro tipo de aparatos electrónicos como osciladores, sintetizadores o instrumentos relacionados con el audio. Desde pequeño me gustaba desmontar los juguetes electrónicos y cacharrear, incluso antes de tener guitarra y un pedal practicaba con teléfonos e intentaba hacer ruido con ellos", rememora.
En sus inicios, lo primero que hacía eran Foot, aparatos que sirven para realizar distorsiones en los sonidos de la guitarra y controlar las funciones de los amplificadores, pero con la particularidad de que el material utilizado eran bombillas recicladas de bajo consumo que desmontaba. "Soy autodidacta, empecé construyendo los pedales sin estudiar nada de electrónica. Acabé COU y me puse a estudiar cocina, pero posteriormente hice un curso de electrónica", cuenta.
Pedales a medida y pequeño stock
Méndez empezó a vender los pedales de Comodoro a amigos y el proyecto fue evolucionando gracias al boca a boca, por lo que comenzaron a enviar pedales a Madrid y otros puntos de España y Galicia. Según Méndez, cuando aún trabajaba en hostelería, continuó con la elaboración de los pedales porque "era la manera de seguir vinculado a la música", ya que los complicados horarios de los restaurantes le hacían imposible poder tocar con su grupo los fines de semana.
El coruñés apunta que el éxito de su idea se centra en "no cerrarse solo a los pedales" sino que también lleva a cabo talleres para enseñar a otras personas lo que sabe acerca del montaje de estos aparatos, como los que ha organizado con el colectivo Acéfala de Monte Alto o los proyectos similares que tiene apalabrados con el proyecto Fanzine de A Coruña (dentro del que se enmarca una escuela de música electrónica). Los pedales de efecto tienen multitud de posibilidades, según el responsable de Comodoro, que subraya que "aunque originariamente nacieron para guitarras y bajos, hoy en día mucha gente que hace electrónica en casa los usa para experimentar con otras fuentes como un sintetizador, un piano o instrumentos de viento", dice.
El stock actual de Comodoro es pequeño, de tan solo cuatro tipos de pedales, y elabora estos aparatos a medida en función de lo que necesite el cliente. "Los pedales de guitarra los puedes enchufar a un piano sin problemas y no se llega a ciertas frecuencias, pero sí se consiguen otros tipos de tonos, el caso es experimentar", argumenta, a la vez que reconoce que "el futuro del negocio es incierto", pero se muestra con ganas de trabajar y de proyectos nuevos. Uno de ellos pasa por elaborar un vídeo con un youtuber japonés para promocionar sus pedales en el país y otro por abastecer a un popular productor madrileño con el material instrumental que necesite y que desde Comodoro le pueda proporcionar.
Meses de trabajo y clientes internacionales
Uno de los pedales de Comodoro lleva detrás un trabajo de meses, en los que Méndez trabaja en el diseño y los objetivos de la pieza hasta llegar a una conclusión final, tras la cual compra los componentes necesarios, que pueden llegar a 80. "Me hago yo mismo con los elementos de cada pedal y una vez está hecho el diseño solo queda el ensamblaje y puedo producir como dos pedales diarios", asegura, a la vez que admite que para montar cada uno puede estar hasta cinco horas aproximadamente.
Desde que empezó con Comodoro, calcula que ha realizado alrededor de 400 pedales y sus clientes mayoritariamente son internacionales, concretamente de Estados Unidos y Canadá. Asimismo, es consciente de que "en Europa hay mucha oferta de pedales más baratos" que los de su marca, y pone de ejemplo los fabricados en serie en China, a la vez que considera que estos productos "son otra liga" comparados con los suyos. Basa su postura en poner en valor que "no es lo mismo comprar un pedal a un fabricante que ensambla todo a mano, te customiza el sonido y el color a tu gusto y con el que puedes contactar directamente si hay algún problema que comprar a una gran empresa que hace los productos en serie", concluye, mientras no cesa de trabajar en los encargos que tiene en cola.