Se mudo a Madrid hace unos años para estudiar en la Escuela Superior de Música Reina Sofía, donde en la actualidad cursa su último año en la Cátedra de Violín Telefónica con el profesor Marco Rizzi. Desde los 3 años no suelta el violín, aunque de ves en cuando también se atreve con el piano. Y el tiempo libre que le dejan sus estudios musicales los dedica a escribir, su segunda gran pasión. Hablamos de Diana Poghosyan Mirzoyan (A Coruña, 1998), un joven promesa del violín.
Esta violinista acaba de compartir escenario hace apenas unos días con James Rhodes, durante el concierto que el pianistas dio en Marineda City, en A Coruña, con motivo del encendido de su alumbrado navideño. Esta joven ya piensa en cómo conjugar su dos pasiones, la música y la escritura, sobre el escenario; y dedicarse así profesionalmente a ello.
Con tan solo 3 años empezaste a tocar el violín, casi se puede decir que naciste con uno bajo el brazo. ¿Fue una elección personal el violín?
Mi hermana, siete años mayor que yo, daba clases de violín en casa; y a mí de pequeña me gustaba mucho el violín y cogía el lápiz y hacía como que lo tocaba. Utilizaba violines de souveniers e intentaba tocarla. Mis padres se dieron cuenta de que me gustaba y empezaron a llevarme a clase.
Además de tu hermana, ¿hay alguien más de la familia por la que corra la vena musical?
Sí, sí. No hay ningún miembro de mi familia que no sea músico, así que era obvio que iba a ser música también. Mi madre es organista y pianista, mi tía también, mi padre trabaja en la Orquesta Sinfónica de Galicia. No había manera de librarse (risas)
¿Qué sientes cuando tocas el violín?
Sobre todo, libertad. Sientes que puedes crear un mundo y ser tú mismo en todos los sentidos.
En 2012 tocaste como solista en la catedral de Santiago acompañada de la Filarmónica, ¿cómo recuerdas ese momento?
Fue super especial. Era la primera vez que tocaba con orquesta y fue un antes y un después. Era muy joven, 13 años, y tenía algunas dudas e inseguridades; pero cuando tienes esta oportunidad y ves que te sale bien, te das cuenta que estás hecha para eso.
¿Cuál es tu sueño profesional?
Me gustaría dedicarme a una parte de la música clásica que creo que no se ha explorado demasiado: conciertos interdisciplinares. A mí me gusta mucho escribir. Estoy planeando un concierto en el que yo toco obras con un piano, pero cada movimiento de la sonata tiene una parte narrada escrita por mí. A mí me gustaría muchísimo, quiero crear un espacio más íntimo y apelar a la imaginación de las personas.
Me refugio en escribir y hace un par de años pensé en unirlo con la música y crear algo único.
¿Qué ha significado para ti volver a tocar en A Coruña?
Ha sido muy bonito volver a tocar en A Coruña. Yo además vivo justo al lado de Marineda City y tocar allí junto a James Rhodes, que es una persona super campechana, ha sido super bonito. Fue un concierto super especial y no se me va a olvidar nunca.
Y hacerlo con James Rhodes sería todo un privilegio.
Sí, lo que pude hablar y tocar con James fue genial. Es muy fácil conectar con James.
Además del violín, ¿tocas algún otro instrumento?
Sí, toca un poco de piano, sobre todo porque mi madre es pianista; y también me aficioné al ukellele, aunque no creo que lo sepa toca (risas)
¿Te gustaría tocar algún otro instrumento?
La Viola. Mi padre es violista y siempre me ha llamado mucho la atención porque tiene un sonido muy diferente al Chelo y al violín. Desde fuera puede parecer que se toca de una manera parecida al violín, pero en realidad tienen una técnica completamente diferente. Es mucho más difícil poder sacar un sonido bonito. Me gustaría mucho, lo tengo en mis planes.
¿Qué tipo de música escuchas?
Soy una música que toca y escucha música clásica. Lo que sí escucho a mayores son canciones hit del momento. Si C Tangana saca una canción con unas armonías que me gusten sí que lo escucho día y noche, pero no escucho otros estilos en general.
Tú rompes con estigma de que la gente joven no escucha música clásica.
En verdad, está muy poco explorado. La gente no se da cuenta que si ahora podemos escuchar a Rosalía es porque alguien en su momento escribió algo y que eso se fue transformando con el paso de los años. Si no hubiese existido Betthoven, por ejemplo, igual no estaríamos escuchando ahora a los artistas que suenan ahora. Todo viene de allí y la gente no lo conoce. En el colegio te animan a leer a los escritores clásicos, pero nadie te aconseja escuchar a los músicos clásicos.