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También conocidas como terapias de tercera generación, se trata de un enfoque psicológico que surgió en la década de los 80 con el objetivo de mejorar abordaje terapéutico existente hasta el momento, que se centraba principalmente en las terapias de segunda generación o terapias cognitivo-conductuales, con una visión centrada en los síntomas de la persona que aunque podía llegar a disminuirlos, presentaba una tasa alta de recaídas.

"Trabajar sin entender qué lo origina es como poner un parche que antes o después volverá", afirma la psicóloga Mar Salmerón, "los síntomas no es la consecuencia, si no la manera en que la persona está exteriorizando que algo no está yendo bien". Así, el objetivo de estas terapias de tercera generación es ofrecer un abordaje más amplio incluyendo variables fundamentales a tener en cuenta en el desarrollo y comportamiento del ser humano, con la finalidad de ir a la raíz de los problemas emocionales para no quedarse en un enfoque superficial.

"Podíamos decir que las terapias de tercera generación son como un árbol, dónde podemos diferenciar raíces, tronco y ramas", explica Mar, “siendo las raíces los cimientos, el tronco el crecimiento que nos acompaña hasta la actualidad y las ramas las áreas que se complementan, donde se ven los frutos”.

Para resumir, Mar Salmerón desempeña su trabajo como psicóloga desde una perspectiva integrativa e individualizada, que atienda a la casuística individual de cada persona que asiste tanto a su centro de psicología (Rúa General Pardiñas, 22-24) o a alguna de sus sesiones online.

Interior de la clínica de Mar Salmerón.

Una terapia para cada persona: metáfora del piloto encendido

Puesto que en el mundo no existen dos personas iguales, tampoco es frecuente que todas las personas tengan el mismo problema, preocupación o malestar. Y es por eso que Mar tenga claro que es de vital importancia personalizar y adaptar cada sesión al paciente que acompaña.

Para entender la psicología, Mar presenta la siguiente metáfora: "Imagina que en un coche aparece un piloto encendido en el cuadro de mando y no se le da importancia, cuando podría estar avisando de un daño en el motor. Entonces te vas acostumbrando a ver ese piloto encendido y al cabo del tiempo termina rompiendo el motor o teniendo una rotura superior a la que habría si se hubiera hecho caso a ese piloto encendido”.

Ahora Mar nos indica que imaginemos que una persona con ansiedad (piloto encendido) acude a consulta porque nota la sensación de ahogo y angustia por sus pensamientos. "Si no centrásemos en resolver los síntomas, aunque la persona notase mejoría, ¿Sería real?", pregunta, "Claro que tener ansiedad es incómodo y altera el día a día, pero no deja de ser una señal que algo no va bien". De esta manera, tratar los síntomas sin tener en cuenta su contexto sería incluso contraproducente, como apagar la luz del piloto sin resolver qué lo origina.

Retomando la misma metáfora, también se observa en las parejas que acuden a terapia cuando la situación ya se ha hecho insostenible (es decir, motor roto) sin haber prestado atención a ese piloto encendido que les avisaba de que algo estaba generando problemas y distancia entre ambos. "Cuanto más tarde se acude a terapia, más complicado es es proceso", argumenta, "porque las posturas están mas polarizadas y enrocadas en quien ha hecho más daño, más desplantes o ha pasado más de su responsabilidad afectiva”.

Otro de los casos más comunes son personas con depresión, cuya metáfora entonces podría ser el aviso de la batería gastada del móvil. "En esta situación, las personas necesitan tiempo para cargar esa batería o para buscar una nueva", explica. Uno de los grandes problemas con el que se encuentran las personas con depresión es el poco apoyo de las personas que no necesitan ese tiempo, porque su batería no necesita esa carga y entonces juzgan a las personas que sí la tienen gastada, siendo muy frecuente comentarios – siguiendo esta metáfora – como "no tengas tan gastada la batería, te dije que la cambiases", creando un entorno poco seguro e impaciente alrededor de la persona que sufre.

Sobre Mar Salmerón

Almeriense de nacimiento, Mar estudió en su tierra natal el Grado en Psicología, el Máster en Psicología General Sanitaria y formaciones relativas a esas terapias de tercera generación. Más tarde, continuó formándose en Granada con el Máster en Psicología Jurídica. Sería en junio de 2018 cuando llegaría a la capital gallega para iniciar el Programa de Doctorado en Neurociencia y Psicología Clínica, que se encuentra ya en su recta final, a punto de defender su tesis doctoral.

Hace relativamente poco, Mar Salmerón abría las puertas de su centro psicoterapéutico, que tiene como objetivo aportar bienestar y comodidad a todas las personas que asistan allí, bien para mejorar problemas ya existentes (motor roto) o bien para tratar a tiempo posibles complicaciones (piloto encendido). "Mi filosofía entiende que a lo largo de la vida de una persona pueden desencadenarse tormentas y/o tempestades, pero que pueden tratarse para volver a la calma", asegura.