Abelardo Sánchez (izq.), y Luis M. con su hija (dcha).

Abelardo Sánchez (izq.), y Luis M. con su hija (dcha). cedidas

Salud

El gallego Abelardo Sánchez: "Me dieron 15 días de vida para recibir un trasplante"

Este domingo se celebra el Día Mundial de la Donación de Órganos para concienciar sobre la importancia de este gesto altruista que salva vidas

14 octubre, 2023 05:00

El 14 de octubre se celebra el Día Mundial de la Donación de Órganos, Tejidos y Trasplantes, una fecha para concienciar sobre la importancia de este gesto altruista que salva vidas. La persona que dona y la persona que recibe un órgano conforman dos caras de la misma moneda y forman un vínculo imborrable, aunque casi nunca llegan a conocerse. Hablamos con Abelardo Sánchez, que preside la Asociación gallega de trasplantes Airiños y fue receptor de un trasplante, y con Luis M., que donó parte de su hígado a su hija.

La donación de órganos y tejidos es un gesto solidario, considerado "el mayor acto de bondad entre los seres humanos", destaca la Organización Nacional de Trasplantes. Las donaciones más comunes son las que se producen de una persona fallecida a un paciente que lo necesita, si bien también existen las donaciones en vida. En este caso los trasplantados son casi siempre familiares directos de los donantes, aunque en el caso de la sangre o la médula ósea las donaciones pueden realizarlas cualquier persona sana entre los 18 y 60 años de edad.

La sensibilización sobre este tema es aún muy importante ya que los órganos de las personas fallecidas solo se podrán donar si su familia lo consiente, o si esa persona lo dejó por escrito en su testamento antes de morir. Y es que, en el año 2015 en Galicia "teníamos unas tasas de negativo familiares de los posibles donantes de en torno al 30%", detalla Sánchez. Si bien gracias a todas las campañas realizadas "ahora hemos bajado de ese 30% al 13%, por debajo de la media nacional que está en torno al 15%".

"Solo el 3% de toda la gente que muere son posibles donantes, y si de ese 3%, un 30% se negaba a la donación, es enorme la cantidad de vidas que se dejan salvar. Un solo donante puede salvar hasta siete vidas. Hay que conseguir que la la mayoría de la sociedad sea proclive a la donación de órganos para que se puedan salvar vidas", destaca.

"Alguien muere para que tú te salves"

El propio Sánchez ha vivido en sus propias carnes lo que es recibir el órgano de un donante. Cuando tenía 42 años le detectaron en unos análisis de sangre el virus de la Hepatitis B, que descubrieron que había heredado de su madre en el embarazo. "Me dijeron que hiciera vida normal pero pasaron unos años y tuve un brote y en los análisis de sangre vieron que la GPT estaba a 1600, cuando su máximo es 40. O sea una verdadera barbaridad", relata.

En ese momento le pusieron un tratamiento con el que estuvo varios años, "pero en un momento determinado se me vuelve a alterar un poco y me dijeron que la medicación no estaba haciendo efecto y me la suspendieron, y claro, el virus campó a sus nachas". En el proceso, detectó después, "hubo un poco de negligencia".

Sánchez empezó a encontrarse de nuevo mal en abril de 2003, cuando estaba disfrutando de la Semana Santa con su hijo, que por aquel entonces estudiaba en Madrid "y yo no quería disgustarlo", cuenta. Sin embargo, no tuvo más remedio que acudir al hospital en Ferrol: "Me vieron el estado de deterioro y me trasladaron a Coruña, donde intentaron ponerme un nuevo tratamiento, pero que ya no llego a hacer efecto".

La última opción que quedaba era el trasplante y dada la gravedad de su estado "me dieron 15 días de vida", y le pusieron el primero en la lista de espera de Galicia, de modo que el primer hígado disponible en la comunidad sería para él.

Sánchez entró entonces en una carrera contrarreloj esperando a recibir un hígado de alguien que falleciera. Esa es la doble cara de la moneda de la donación de órganos. "Es triste decirlo, pero en aquel momento moría bastante gente por accidentes de tráfico y el médico te decía ‘a ver si tenemos suerte y este fin de semana aparece alguno’. Es triste pensarlo así, pero es la realidad. Tú siempre tienes siempre eso en la mente, que alguien tiene que morir para que tú te puedas salvar", cuenta.

Imagen de archivo del transporte de un órgano (Shutterstock)

Imagen de archivo del transporte de un órgano (Shutterstock)

Finalmente apareció un órgano antes de esos 15 días que era compatible con él. "Cuando me dijeron que había órgano me vine arriba", recuerda. Y, por suerte, el procedimiento salió todo bien: "Me trasplantaron, estuve en recuperación, en la parte de reanimación, después me pasaron a planta y en 15 días ya estaba en mi casa".

Ahora Sánchez tiene "una vida súper normal". "Como normal, hago deporte, voy a natación…", si bien su visión de la vida no es la misma: "Lo que sí creo que es un tema general de todos los trasplantados es que te cambia totalmente la filosofía de vida. Normalmente estamos preocupados por tonterías y dejas de darle importancia a todo y te preocupas de lo elemental. Ahora, mientras hablo contigo, estoy en una finca que tengo mirando el campo y estoy disfrutando de las pequeñeces", describe al otro lado del teléfono.

No obstante, una vez terminado este proceso, Sánchez quiso devolver un poco de lo que se le había dado y por eso entró en Airiños, que ahora preside. Desde allí trabaja para conseguir que la mayoría de la sociedad sea proclive a la donación de órganos, así como para acompañar a pacientes y familiares y apoyar a los profesionales médicos.

"Dije, ‘a mí me han salvado la vida y de alguna manera yo tengo que devolver a la sociedad una mínima parte de lo que la sociedad me dio a mí, que es ni más ni menos que la vida'", añade.

"Mi hija celebra su cumpleaños el día del trasplante"

Luis M. se sitúa al otro lado de esta moneda que es la donación de órganos, siendo donante para una de sus hijas mellizas, que nació con una enfermedad rara que afectaba al hígado.

El proceso comenzó nada más nacer las pequeñas allá por el 2009. A los dos días del parto detectaron que una de ellas tenía un problema en el hígado y la trasladaron al Hospital de la Paz de Madrid para ver si existía la posibilidad de realizar un trasplante. "Durante un año y pico estuvimos yendo y viniendo con ingresos recurrentes, porque el hígado de mi hija no funcionaba. Tenía un síndrome que afecta al hígado y que hace que los conductos biliares no funcionen", relata.

La niña entró en lista de espera, pero dada la gravedad de la situación los propios médicos les propusieron la posibilidad de realizar una donación en vida. Tanto él como su mujer aceptaron, si bien finalmente Luis fue el elegido para el proceso de acuerdo al criterio de los médicos.

Ahí comenzó "un proceso largo de pruebas", ya que el proceso para realizar una donación en vida es muy riguroso. "Tienes que pasar por psicólogos que valoren que estás capacitado, también un juez que tiene que acreditar que tú no vas a hacer esa donación con otros intereses que no sean salvar la vida de alguien, además hay que pasar un comité de ética del hospital", explica.

En ese momento también le explicaron los riesgos de la intervención donde le quitarían un tercio de su hígado, entre ellos se encontraban "una posibilidad de fallecer pequeña, y una posibilidad mayor de tener problemas hepáticos en el futuro". Luis recuerda con cariño al médico que le tranquilizó contándole que la probabilidad de morir es mayor conduciendo un coche.

"Si pones en una en una balanza los pros y los contras, los pros son son muy poquitos", asegura.

La pequeña en los días de hospital en Madrid (foto: cedida)

La pequeña en los días de hospital en Madrid (foto: cedida)

Finalmente llegó el día de las operaciones, que se realizaron casi de forma simultánea en dos hospitales diferentes. A su hija la intervenían en La Paz y a él en el Hospital 12 de octubre. Luis estuvo ocho horas "y no me enteré de nada, de hecho tuve un postoperatorio muy bueno". Solo le tiraban un poco los puntos, pero cuando pensaba en quejarse "recordaba a mi hija, que tenía solo 2 añitos y tenía más puntos que yo", recuerda.

Luis ha tenido una vida "absolutamente normal" desde entonces. Sin embargo su hija tuvo la mala suerte de contraer una infección en el hospital que le generó el rechazo del órgano, por lo que al año siguiente tuvieron que realizarle de nuevo un trasplante, en esta ocasión de un donante, otro pequeño que falleció en esos días.

"La niña ya estaba muy mal porque llevábamos casi un año y había empeorado mucho y la verdad es que su vida corría serio riesgo, pero tuvimos la fortuna de que unos padres, yo siempre me acordaré de ellos, perdieron a su hijo pequeñito de la misma edad que mi hija y le donaron todos los órganos. Con su opción le dieron la vida a mi hija", cuenta aún emocionado.

Luis siempre se sentirá agradecido a aquellos padres que decidieron donar los órganos de su hijo en un momento tan difícil. Gracias a esa decisión altruista su hija tiene ahora 14 años "y está fenomenal". Ahora todos los años celebran sus cumpleaños el día del trasplante. "Todos los años celebramos el cumple de mi hija, que es el día del trasplante, porque ella volvió a vivir ese día", asegura.