Este martes se celebra el Día Mundial de la Diabetes. En la comunidad gallega hay más de 200.000 personas afectadas por diabetes tipo 1 y 2, y en el total de España son casi 6 millones, según datos de la Federación Española de Diabetes (FEDE). En Galicia, la asociación Anedia asesora a los familiares y pacientes afectados por la diabetes tipo 1, una enfermedad cuya incidencia se ha visto incrementada en un 10% en los últimos años, especialmente desde la pandemia de la Covid, según explica su presidenta, María José Rego.
Las campañas sobre la diabetes suelen estar enfocadas al tipo 2, ya esta patología puede prevenirse con cambios en el estilo de vida, evitando el sedentarismo y adoptando una alimentación más equilibrada. Sin embargo, la diabetes tipo 1 no se puede prevenir, dado que aún se desconoce cuál es la causa que la desencadena.
El único tratamiento para esta diabetes es la administración de insulina, la hormona que no puede producir de forma natural el páncreas cuando se padece esta enfermedad y que es esencial para que la glucosa penetre en las células. Este tipo de diabetes puede darse a cualquier edad, pero se diagnostica con mayor frecuencia en niños, adolescentes o adultos jóvenes.
No obstante, parece que podría haber alguna predisposición genética a desarrollar la enfermedad, que podría activarse a su vez por procesos infecciosos, o factores como el estrés, apunta la presidenta de Anedia, quien detalla que desde el año 2020, cuando se desató la pandemia de la Covid, se han incrementado el número de casos de diabetes tipo 1, además de detectarse a edades más tempranas, y también en personas más adultas.
"Los casos normalmente debutaban a partir de los cinco o seis años. Desde la pandemia empiezan antes, cada vez hay casos de niños más pequeños, incluso lactantes, y también de gente más adulta. Es decir, antes los casos se limitaban hasta los 20 años más o menos, pero ahora encontramos casos de gente que debuta con 30 o 40 años con la enfermedad", detalla.
Una vigilancia 24/7
Esta enfermedad supone un auténtico reto para las madres y padres de estos niños, que tienen que supervisar 24/7 sus niveles de glucosa, y prever qué necesidades van a tener durante la jornada en función de las actividades que se vaya a realizar: el requerimiento de insulina no es el mismo para hacer deporte que para estar en clase sentado, ni para una comida copiosa que una ligera, y si la actividad prevista cambia, también es necesario ajustar el tratamiento.
Además otras hormonas que no se miden también influyen en la enfermedad, como la hormona del crecimiento, que en los niños "es contraria a la acción de la insulina", por lo que "cuando están dando un estirón necesitan más insulina", señala.
Un encaje de bolillos al que se suma que los niños muy pequeños "no pueden expresarse" lo que resulta "muy duro para los padres porque ellos no saben lo que siente el niño", relata la presidenta de la asociación, que ha visto casos de niños asintomáticos que siguen jugando o corriendo cuando una persona adulta con sus valores de glucosa "ya estaría desmayada".
"Yo les digo que tienen que tener mucha calma, hay que tener mucha resiliencia", añade. Y es que, desde el diagnóstico, los progenitores de niños con diabetes tienen que mantener la alerta constante, también durante la noche, para velar por la salud de los pequeños. Es por ello que la asociación cuenta con "grupos de WhatsApp que funcionan 24 horas, porque a veces ocurren problemas a las tres de la madrugada, y por eso siempre hay alguien que está de guardia".
Cuando llegan a la adolescencia muchos de estos niños y niñas comienzan a ser más autónomos con su enfermedad, pero el papel de sus padres sigue siendo igualmente fundamental: "El problema es que los adolescentes duermen como troncos, tienen un sueño más profundo. A veces les puede estar sonando la alarma y no despiertan. Por eso, aunque sean adolescentes, al final el padre o la madre sigue estando pendiente y levantándose a atenderlos", explica Rego.
En la adolescencia además se inician otros problemas, como la vergüenza por que los demás sepan que se padece diabetes, o porque vean el sensor, algo que muchas chicas y chicos jóvenes viven con angustia. "A algunos les cuesta muchísimo. En invierno es más fácil, pero en verano es difícil que no se te vea un sensor", apunta, si bien aplaude que ya se ha trabajado mucho para visibilizar como es esta enfermedad y reducir el estigma.
En el caso de las chicas, además, la menstruación es otro factor que afecta a las necesidades de insulina.
La ayuda de la tecnología
Para el abordaje de la diabetes la tecnología está siendo una gran aliada, y es que los sensores de glucosa y las bombas de insulina han permitido controlar los niveles de manera mucho más sencilla, a través del móvil, evitando tener que realizar pinchazos cada vez que hay que hacer una medición, o para administrar la hormona.
En ese sentido, la Xunta ha lanzado esta semana la aplicación Sergas Diabetes, que va a facilitar este control por parte del paciente a través del teléfono. Además, la información recogida pasará a estar disponible en la historia clínica, lo que previsiblemente supondrá una mejora en el seguimiento y la atención por parte de los sanitarios, que podrán acceder más fácilmente a los datos.
Rego celebra esta herramienta y se muestra satisfecha con las medidas que Sanidade ha puesto en marcha para mejorar la atención de la diabetes. Con todo, considera que aunque "la tecnología está ahí para ayudar", los pacientes de diabetes y sus familiares tienen que seguir tomando decisiones diarias: "La tecnología falla y no sabe lo que vas a hacer tú. Tú tienes que seguir tomando esas decisiones previas en función de la actividad que creas que vas a hacer", una labor diaria que se ve facilitada por asociaciones como la que ella preside.