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El sol apenas ha hecho acto de presencia en A Coruña desde el inicio del verano, aunque la protección adecuada de los ojos es siempre fundamental. Esto es así porque el deterioro progresivo de la capa de ozono da como consecuencia un alto incremento en la intensidad de emisión de rayos UV, lo que puede ocasionar daños oculares de diversa gravedad.
En verano pasamos más horas al sol debido al incremento de las actividades al aire libre, recibiendo un mayor impacto de radiación UV, por lo que es necesaria una mayor protección. Según varios estudios, los españoles pasan aproximadamente 31 horas a la semana en espacios libres, siendo el segundo país de la Comunidad Europea que más horas está al sol.
"Hay que tener especialmente cuidado con los niños y protegerlos, pues debido a que su cristalino está en formación, permite el paso mayor de la radiación, llegando directamente a la retina y pudiendo causar varios daños. Por ello los niños deben protegerse especialmente utilizando gafas de sol homologadas con filtros UV y reforzar la protección con gorras con visera, ya sea en la playa, la piscina o la montaña", explica el doctor Emanuel Barberá, oftalmólogo del Instituto Oftalmológico Quirónsalud A Coruña.
El horario de mayor riesgo es desde las 10:00 hasta las 14:00 horas, ya que es el momento del día en el que mayor radiación UV recibimos. Aparte de la luz directa, se debe tener en cuenta la que se refleja sobre la superficie donde incide, ya que esto la hace aumentar: arena blanca (+30%), agua (+5%) y tierra o hierba (menos del 5%). La máxima exposición se produce a grandes alturas o con nieve reciente.
¿Cuáles son las enfermedades más comunes?
La exposición a la luz ultravioleta se ha relacionado con el desarrollo de enfermedades como la queratitis actínica, que aparece por la exposición a radiación solar intensa sin protección. Esta enfermedad suele manifestarse con dolor, fotofobia, lagrimeo y ojo rojo, según informa Quirónsalud.
En verano, además, puede aparecer el pterigion, que afecta a la conjuntiva y consiste en un crecimiento anormal de tejido sobre la córnea, que se inflama con facilidad ante la exposición solar, el viento u otros agentes irritantes. Quien lo padece tiene la sensación de tener un cuerpo extraño en el ojo y éste tiene una apariencia congestiva (ojo rojo). En casos menos frecuentes, la acción de los rayos UV puede provocar también afecciones de la retina o acelerar el proceso de la catarata.
Otras enfermedades como cataratas, degeneración macular asociada a la edad, alteraciones corneales y melanoma uveal están relacionadas con la exposición al sol. Muchas de ellas, de hecho, se relacionan con la cantidad recibida en los primeros años de vida.
Durante el verano existen otros elementos que pueden afectar la salud ocular, como el agua de las piscinas, ya que el cloro puede producir irritación. Es un hábitat favorable para el desarrollo de la queratitis por acanthamoeba, un organismo celular frecuente en agua dulce que afecta a los portadores de lentes de contacto.
La importancia de las gafas
Quirónsalud señala que para evitar el desarrollo de queratitis por acanthamoeba es fundamental utilizar gafas de natación que aíslen el ojo herméticamente. Esta es la mejor manera de prevenir estas afecciones oculares
Los expertos, además, aconsejan el uso de gafas de sol desde los primeros años de vida. Existen dos tipos de filtros: los de densidad neutra, que filtran la luz según el porcentaje de absorción; y los filtros absorbentes, que filtran longitudes de onda de forma predecible.
Los filtros absorbentes son la mejor opción, ya que permiten limitar los incrementos de dispersión de luz producida por el cristalino, según el hospital de A Coruña. Quirónsalud señala que también permiten filtrar determinadas longitudes de onda que son más dañinas para el ojo.
Una última e importante recomendación es que las gafas de sol deben obtenerse en establecimientos ópticos. Aquí, los profesionales ofrecen información del tipo de lente que debemos utilizar en cada caso.