El prominente escote de Carlos Herrera (Cuevas de Almanzora, 1956) es una metáfora perfecta de sí mismo. Suele definirse a pecho descubierto: “Soy heterosexual, católico, español, taurino y fumador de puros”. Esta mañana hace frío en Madrid y se ha abrochado un botón más de la camisa azul con motas rojas que viste. Acaba de entrevistarse con Pablo Iglesias, “que se disfraza del socialdemócrata que seguramente no es”. Por eso ha cogido el AVE y ha dejado Sevilla, donde se levanta de lunes a viernes a las tres de la mañana.
Las doce del mediodía de Herrera son las seis de la tarde para la mayoría de sus oyentes. Aunque ahora el tiempo importa poco. Vive sin gobierno y no puede estampar una investidura a sus editoriales. Está sentado en un estudio pequeñito de la Cadena Cope, adonde se llevó sus fósforos en septiembre. Voz grave, algo engolada, capaz de llenar un coche, una cocina, un salón de conferencias. Considera la corrupción inherente a la política y la relaciona con todo aquel partido que haya tocado poder de forma prolongada. Cree que se infravalora injustamente a Rajoy y a Zapatero.
No le apetece otra campaña, pero se divierte en cada programa, como si fuera el primer día. Herrera tiene chistes para todo. ¿Cuando piden un médico en el avión usted se sigue levantando? “Confundo una fractura de fémur con una bronquiectasia y si se me acercara un tío con la pierna rota, le auscultaría”. Habla sobre España. Como tantos días, como tantas mañanas.
¿Cómo lleva el día de la marmota? ¿Le apetece otra campaña electoral?
Debería decir que sí, ser políticamente correcto y contar aquello de que las campañas electorales forman parte de nuestra vida y de que periodísticamente son muy interesantes. Y es cierto, el periodismo exige conocer todos los detalles que nos afectan… Pero, no. La verdad es que no me apetece nada porque me temo que será previsible. Tenemos muy fresca la última. Estoy prácticamente seguro de los mensajes que cantarán todos, salvo sorpresas, claro.
¿Qué podemos saber de los partidos políticos que no sepamos ya?
Esta campaña será más de estrategia que de mensaje. Pongo un ejemplo. Hace poco me entrevisté con Pablo Iglesias. Ha elegido una pauta muy inteligente. Se ha presentado como el socialdemócrata que seguramente no es y ha dicho cuál es el pacto que quiere tras las elecciones. Es la primera vez que alguien lo hace. Ha metido las cabras en el garaje del PSOE.
Los socialistas le llamaron comunista vetusto y él les ha devuelto un balón de seda: un gobierno de cambio presidido por la lista que tenga más votos. Iglesias ha dicho a Sánchez: “No eres mi objetivo dialéctico, pero sí mi objetivo a batir”. Por ahí irán las estrategias. Otro ejemplo: ¿qué grado de violencia verbal utilizará el PP contra Ciudadanos? Los populares necesitan recuperar los votos perdidos, pero sin mucha virulencia porque luego se los tendrá que pedir en forma de pacto.
Pablo Iglesias ha instado al resto de partidos a que revelen con quién pactarán tras las elecciones. ¿Le parece adecuado o prefiere el juego de la política?
Hombre, sería una información muy interesante. En la Historia de nuestra joven democracia, sólo lo hizo Joaquín Almunia en el 2000, cuando dijo que pactaría con la Izquierda Unida de Paco Frutos. PSOE e IU no fueron juntos, pero casi. El PP sacó mayoría absoluta y Almunia se fue a casa habiendo sacado 126 diputados. Pedro Sánchez logró 90… Revelar el pacto me parecería relevante, aunque fuera con falsa sinceridad. Iglesias no lo ha hecho para advertir a sus votantes, sino para complicar la vida a los socialistas.
¿Cuál es su quiniela de pactos?
Ciudadanos pactará con PP o PSOE en función de la mayoría que le sea permisible. El PSOE no pactará con el PP y, si no es superado por Podemos, llegará a un acuerdo de abstención para que gobierne la lista más votada. Y Podemos ha dicho que acordaría con el PSOE porque no puede hacerlo con ningún otro.
Desde el 20-D se han puesto muchos adjetivos y la culpa ha ido cayendo en un partido, luego en otro… Y así sucesivamente. ¿Quién tiene la culpa de que no haya gobierno?
El PSOE tenía la llave porque podía pactar con varios partidos. El PP sólo podía acordar con Ciudadanos, pero no tenían los escaños suficientes. Podía haber existido un pacto razonable entre PP, PSOE y Ciudadanos. O bien un apoyo del PSOE desde la abstención para que PP y C's hubieran gobernado. Pedro Sánchez no ha querido. Ha preferido un convenio imposible con Rivera. ¿Por qué iba a apoyar el PP ese proyecto?
¿Por qué no iba a hacerlo?
PSOE y Ciudadanos querían revertir las reformas de Mariano Rajoy, echarlo de la presidencia y gobernar ellos. Hubiera sido absurdo aceptarlo. El PP fue la lista más votada. Sánchez ha dicho 'no' mil veces. Pero ya no lo volverá a hacer. No se comportará igual si los resultados se calcan en los próximos comicios.
Si Mariano Rajoy se fuese, ¿sería todo más fácil?
Es posible, pero Rajoy es el político más injustamente infravalorado de la democracia española. También tiene razón cuando dice: “¿Por qué me tengo que ir yo si he ganado las elecciones?” ¿Por qué se va a ir Rajoy y no quien ha sacado el peor resultado de la historia de su partido? ¿Se tiene que ir porque lo pida una formación de 40 diputados?
Me parece injusto. En el imaginario colectivo se ha instalado la percepción de que si el líder del PP se va, se desbloquea todo. Teniendo en cuenta los tiempos que corren, no ha sido un mal presidente del Gobierno. También podría decir lo mismo de Zapatero, especialmente defenestrado por los suyos.
Rajoy dice que la corrupción de su partido es aislada, pero cada vez aflora en más sitios.
España tiene el número de cargos públicos suficiente como para pensar que un porcentaje razonable habrá caído en la tentación. Seguramente en una proporción parecida al de las profesiones liberales.
No me gusta hacer un drama especial de la corrupción porque ocupa a todos los partidos que han tenido poder durante un tiempo considerable. Mira el PSOE en Andalucía o el PP en Valencia, que se ha convertido en un parque temático de la corrupción. Si Podemos logra gobernar diez años en algún sitio, seguro que encontraríamos algo.
Pero, ¿presiente una cierta impunidad?
El problema se da cuando el sistema no reacciona a la corrupción o no tiene la agilidad suficiente para dictar penas contra quienes han cometido un delito. Esta agilidad también deben entrenarla los partidos políticos. Muchas veces nos ponemos estupendos y queremos quitar de en medio a personas que han sido acusadas, sin que se haya demostrado su culpabilidad. La presunción de inocencia no existe en la política española. ¿Qué pasa si luego no hay nada?
Hagamos un repaso a los cuatro grandes partidos de cara a las nuevas elecciones. ¿Al PSOE le iría mejor con Susana Díaz en la secretaría general?
Ella obra inteligentemente. Sabe que no es el momento de tomar esa decisión. Pero en contra de quienes piensan que amaga y no da, en circuito interno dice y hace. Esto no quita para que, de cara al exterior, sea absolutamente impecable y no haga feos a Pedro Sánchez. Aunque seguro que en la sombra se los hace. Estoy seguro de que está tomando posiciones para el futuro. Seguramente las tenga ganadas. Es el as en la manga del PSOE para los próximos años.
Usted lleva muchos años en esto y tiene la perspectiva para hacer paralelismos entre los nuevos y los viejos partidos. Se ha hablado mucho de las similitudes entre Ciudadanos y UCD. Incluso se ha calificado a Albert Rivera de “nuevo Adolfo Suárez”.
Ciudadanos tiene un problema. Es un partiddo de aluvión, reciente y circunscrito a Cataluña, donde por cierto ha hecho un gran trabajo. Han defendido en el Parlament las posturas que había que defender y lo han hecho con mucha valentía. Siempre se lo agradeceré a Rivera.
¿El PP fue cobarde en Cataluña?
Defendían la unidad de España, pero no con la fuerza de Ciudadanos, que aportó una frescura tremenda. Nos han dado días de verdadera emoción. Después, exportaron el partido a todo el país. Necesitaron armar candidaturas en las Comunidades y los Ayuntamientos. Por mucho criterio de selección que hayan querido imponer, tienen muchos candidatos sin experiencia política o marchamo; con un interés común, pero sin ideología.
¿A qué se refiere?
PP y PSOE tienen un arquetipo ideológico y se conocen todos. La Ejecutiva de Ciudadanos no sabe quién está en Pontevedra, no los conocen. Esto también supone que actúen con diferente criterio en distintos sitios. En Andalucía tienden a pactar con el PSOE y en otros lugares apuntalan al PP. Despistan.
¿Y en cuanto a sus parecidos con la UCD?
La UCD fue una argamasa electoral que nació en torno a la figura de Adolfo Suárez para robar la cartera a Alianza Popular, que iba a representar a la derecha. Aportaron un aire fresco y moderno. Allí había liberales, azules, viejo régimen, socialdemócratas… Una serie de familias que, antes o después, se acabarían matando. Se veía que sin Suárez aquello se iba al carajo. No creo que esto suceda en Ciudadanos. Además, el tiempo político es completamente distinto.
Vamos con Pablo Iglesias y su reciente altercado con los medios de comunicación. Tachó de “matonismo político” sus palabras hacia Álvaro Carvajal, periodista de El Mundo al que acusó de escribir mal de Podemos a conciencia.
Cuando llamo a alguien de Podemos, me atiende. Se ponen al teléfono y su comportamiento es intachable. Son gente educada con talante de diálogo y les gusta explicar. Incluido Pablo Iglesias. Aunque se disfrace de socialdemócrata, todo estatista tiene un germen en el interior que le lleva a querer controlar los medios de comunicación. Él perdió los papeles. Señaló a un periodista que sólo hacía su trabajo. Y utilizó un foro público, cuando estaba en su salsa, crecido y rodeado por los muchachos de su caverna. Inadecuado e improcedente.
¿Da crédito a aquello que dijo Iglesias de que varios periodistas reciben órdenes para siempre escribir mal de Podemos?
Me parece una tontería. Todos somos mayores, sabemos dónde trabajamos y cuáles son las líneas editoriales de nuestros medios. La realidad hay que contarla y también interpretarla. En el análisis pesa o puede pesar esa línea, pero la realidad es la realidad y contarla es el trabajo de todos los que estamos en esto.
Usted es médico. ¿La libertad de prensa está sana en España?
El ciudadano español tiene a su alcance muchísimas fórmulas editoriales. El País, La Razón, La SER, La Cope, Radio Nacional… No creo que nadie pueda sentirse huérfano en este sentido.
Juan Luis Cebrián prohibió a sus periodistas asistir a las tertulias del grupo Atresmedia por la información que allí publicaron acerca de los papeles de Panamá.
Cada uno podrá manifestar lo que considere oportuno. Todos los medios consideran más o menos oportuno dar acceso y pábulo a determinados periodistas. Cebrián no es el único. Un apunte acerca de los papeles de Panamá. Me parece una explosión curiosa, pero no es tan definitoria ni definitiva. Tener una sociedad en ese país no es delito. Todos los que aparecen son reos de haber matado a Manolete. Eso es una imprudencia. La libertad de prensa en nuestro país es satisfactoria.
En más de una ocasión se ha referido al “guerracivilismo” que existe en España. ¿Percibe dos bandos?
Existe un guerracivilismo que hace inútil el análisis sosegado de determinados periodos de la Historia de España. Los años treinta, los más dramáticos, no se pueden interpretar si no se adopta una postura radical o de trinchera. No pasa nada por decir que la república fue un desastre y que se la cargaron tanto la izquierda como la derecha. La república nació como Jesucristo anunciado por el arcángel Gabriel… Y no. Fue fruto de un levantamiento a raíz de las elecciones de 1931.
¿Una república sin republicanos?
Cuando casi todos tenían las esperanzas puestas en ella, cayó en manos de revolucionarios que quisieron desmontarla desde dentro y convertirla en una salvaje dictadura del proletariado. La república no sólo sufrió el golpe del ejército. Acuérdate de la revuelta de 1934, de la revolución de Asturias, de los frentes populares, de las traiciones entre socialistas y comunistas… La posguerra no se ha cerrado y seguimos echándonos los muertos a la cara. Es terrible.
Con una varita mágica, ¿qué cambiaría de la Constitución?
Una Constitución debería evolucionar constantemente, como un ser vivo. La norteamericana funciona enmienda tras enmienda y ha ido adaptándose a la realidad. Si los estadounidenses quisieran gobernar su país con una carta magna de 1700, lo tendrían imposible. Seguramente, la de 1978 necesita ajustes, pero sólo pueden llegar por consenso. No vale una reforma que deje fuera a un partido con el 25% de los votos, sea cual sea.
¿Por dónde tendría que ir esa reforma?
Me refiero a aspectos relacionados con la financiación y la estructura autonómica. En cualquier caso, debemos hacer una interpretación amplia y elástica de la Constitución y reconocer el texto que tanta estabilidad ha dado a España.
Se ha definido como “español, monárquico, fumador de puros, católico, constitucionalista y aficionado a los toros”. ¿Está en peligro de extinción?
¡Eso cuanto menos! -se ríe-.
¿Qué me dice de la monarquía?
Ha sido muy útil para España porque ha aportado una estabilidad imprescindible para el crecimiento. Creo que la monarquía está garantizada con la presencia de Felipe VI, un hombre especialmente idóneo para el momento que atravesamos. Espero que consiga ser la garantía de equilibrio que durante tantos años fue su padre.
¿Y de los toros?
La fiesta siempre ha tenido detractores. Ahora violentos, particularmente vocingleros y desagradables. Los toros, si algún día fenecen, será porque no los habrán defendido lo suficiente desde dentro, y no por los ataques desde fuera. El apoyo taurino debe pasar por hacer de la fiesta un espectáculo de verdad, con todo lo que la verdad supone. Todo lo que sea manosearla acabará con ella. Espero que no sea así. Quiero seguir yendo a los toros.