Pagamos 1,33 euros de tasa por rueda pero sigue habiendo vertederos
El impuesto va de 0,8 a 37 euros. Hay 11 cementerios de neumáticos que recuerdan la 'bomba' de Seseña.
22 mayo, 2016 02:14Noticias relacionadas
En el incendio que arrasó el cementerio de neumáticos de Seseña ardieron miles de toneladas de cubiertas que llevaban acumulándose durante años. El suceso dejó familias desalojadas, colegios cerrados e importantes retos de limpieza ambiental. Pero, por qué siguen existiendo una decena de vertederos como este si los consumidores pagan una tasa para financiar el reciclaje de los neumáticos que quedan fuera de uso.
Desde que en 2006 entró en vigor el Real Decreto 1619/2005, que regula la gestión de los neumáticos fuera de uso, cada vez que compras una rueda nueva para tu coche, pagas 1,33 euros en concepto de la tasa conocida como ecovalor. Este impuesto se destina a recoger las cubiertas que quedan inutilizadas en los talleres. El precio de esta tasa varía según el tipo de vehículo.
El decreto establece que la responsabilidad de que los neumáticos no queden en cementerios es de los productores. Por eso, la tasa que paga el consumidor por las ruedas nuevas va a parar a Signus o TNU. Estas son las dos entidades sin ánimo de lucro encargadas de recopilar los neumáticos que quedan fuera de uso. Signus y TNU están compuestas por fabricantes y talleres, que deben adherirse a una de las dos entidades para que realicen la recogida de neumáticos en sus instalaciones.
Después de efectuar la recolección de cubiertas que han quedado fuera de uso, Signus y TNU llevan los neumáticos a los centros de recogida y clasificación. En ellos se decidirá a qué se destinan los neumáticos: si se reciclan para fabricar otra cubierta; si sus materiales, como el caucho, sirven para otros fines como, por ejemplo, campos de fútbol de hierba artificial; o si se utilizan para generar energía. Durante 2014, último año sobre el que existen datos disponibles, las dos entidades recogieron un total de 206.491 toneladas de neumáticos: 151.717, Signus; 54.774, TNU.
Según explica a EL ESPAÑOL el coordinador estatal de Ecologistas en Acción, Paco Segura, los sistemas de recogida que comenzaron en 2006 han impedido que los cementerios de neumáticos crezcan durante los últimos años. La existencia de estos se debe más bien a la acumulación que tuvo lugar en los años anteriores a 2005 y a que las administraciones locales no han sido capaces de dar una solución efectiva a estos cementerios.
Las comunidades autónomas son las competentes a la hora de localizar y analizar la situación de los vertederos. Desde el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente reconocen que no existen datos oficiales sobre estos cementerio de neumáticos. Aunque, consciente de su existencia, elaboraron el Plan Estatal Marco de Residuos 2016-2022 (Pemar), aprobado en 2015.
En el capítulo dedicado a neumáticos fuera de uso, este plan recoge entre sus objetivos la creación de un inventario de acopios abandonados de neumáticos fuera de uso. “Las Comunidades Autónomas identificarán y analizarán su situación y cantidad. Se plantearán las posibles soluciones a través de sus Planes de Residuos Autonómicos u otros mecanismos específicos”.
A falta de datos oficiales, este periódico ha podido identificar al menos once de estos vertederos. La mayoría de ellos han sido denunciados por entidades no gubernamentales a lo largo de estos años. A raíz del incendio que tuvo lugar en el cementerio de Seseña, durante los días posteriores numerosas entidades locales han tratado de anunciar una solución a este problema.
En A Laracha (Galicia) se encuentra el mayor cementerio después del de Seseña. 34.948 toneladas de neumáticos a los que la Xunta quiere poner remedio. La gestión de éste y otros dos vertederos gallegos, situados en Fene (877 toneladas) y As Somozas (100 toneladas), ha salido a concurso esta semana. Según el pliego, el tratamiento de cada una de estas 36.000 toneladas costará a los gallegos 77 euros: casi 2,8 millones en total.
La acumulación de este tipo de residuos no supone sólo un gasto económico. Los perjuicios para el medioambiente que genera tener un vertedero de estas características aumentan con el paso del tiempo. El profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Csic), Joan Grimalt, explica que “la irradiación solar provoca que el caucho de los neumáticos se agriete y libere productos y residuos”. Además, alerta de que “cuanto más tiempo estén al aire libre, más se oxidan los componentes de los neumáticos y más grande es el riesgo de que haya un incendio”.
Para Grimalt, el suceso ocurrido en Seseña era algo que iba a suceder. Tal y como explica el investigador, ha sido una catástrofe, en primer lugar, porque ha producido mucha carbonilla. Además, aparecen hidrocarburos aromáticos policíclicos y dioxinas, que algunas de ellas son cancerígenas. Estas se esparcen por el ambiente y son peligrosas para la salud.
Igual que ocurre con una persona fumadora, estadísticamente es más probable que aquellas personas que estén en contacto con estos hidrocarburos y toxinas padezcan cáncer. Lo que no quiere decir que respirarlas lo produzca.
“Después de un incendio como este hay que apagarlo y, después, hacer un buen estudio de cómo ha afectado tanto a la atmósfera como al suelo”, considera Grimalt.