Navidad de 1938. La Guerra Civil Española entra en su recta final. Tortosa (Tarragona) es escenario de cruentos combates. Con los puentes destrozados, el río Ebro ejerce de frontera natural del fuego cruzado entre los soldados del bando republicano (atrincherados en el casco viejo) y el bando nacional (que se hizo fuerte en el periférico barrio de Ferrerías). Tras nueve meses de hostilidades, disparos y voladuras de puentes, el ejército rojo asume su derrota y se bate en retirada. Los nacionales toman la ciudad y ponen punto y final al denominado “Frente del Ebro”.
31 de marzo de 1966: Franco impulsa numerosos actos para conmemorar los “25 años de paz”. Entre ellos, la inauguración en Tortosa de un monumento para honrar a las víctimas. Es una estructura de hormigón y hierro que mide 45 metros de altura. Se construye dentro del río y recuerda a las víctimas de las hostilidades. Como era habitual en la época, sólo honra a la memoria de las víctimas de un bando: el franquista.
27 de mayo de 2016. Ya han pasado 50 años desde que se erigió el monumento. Por las calles de Tortosa hay una pregunta especialmente recurrente entre los vecinos: “Oye, ¿tú qué vas a votar mañana? ¿que dejen el monumento o que lo retiren?”.
Una papeleta, dos opciones
Tortosa libra hoy el último combate de la batalla del Ebro, 77 años después del final de la Guerra Civil. Y el resultado lo dirimirán las urnas. El Ayuntamiento ha convocado un referéndum no vinculante para que los vecinos decidan qué hacer con el monumento.
28.000 tortosinos están convocados mañana a una consulta que se celebrará en once centros de votación. Allí encontrarán una papeleta única con dos opciones: modificar el monumento para que represente a las víctimas de uno u otro bando… o retirarlo para siempre.
Es la primera vez que Tortosa llama a sus ciudadanos a las urnas fuera de las citas electorales. El motivo es la polémica que el monumento del río genera entre los vecinos. Desde la llegada de la democracia, la escultura ha sido uno de los temas estrellas de conversación. No hay consenso sobre qué hacer con él.
Son muchos los vecinos que consideran que hay que eliminar cualquier vestigio fascista de la ciudad. Otros entienden que el monumento ya es un elemento fundamental en la ciudad y que debe mantenerse, aunque con las debidas modificaciones para que represente a todas las víctimas. Los menos consideran que hay que dejarlo como está.
El PP y las CUP, de acuerdo
El referendo formaba parte del programa electoral de Convergència. “Prometimos que, si gobernábamos, le preguntaríamos a la ciudadanía”, cuenta el alcalde Francesc Bel (CDC). Esta propuesta fue secundada por 19 de los 21 concejales del Ayuntamiento (CDC, ERC, ICV-Movem y PSC).
Los dos únicos partidos que se pronunciaron en contra de este referéndum fueron dos con ideología y motivos totalmente opuestos: el Partido Popular y las CUP (Candidatures d'Unitat Popular). Mientras los primeros prefieren que el monumento se quede como está, los segundos abogan por suprimirlo sin preguntarle a nadie.
El debate está en la calle
El debate en las calles es candente. No existe una postura unificada y cada vecino expone sus motivos en las animadas terrazas del municipio, abarrotadas ahora que empieza el buen tiempo. En lo que sí coinciden casi todos es en que la iniciativa de preguntarle a los tortosinos es la más democrática de las opciones.
“Yo lo dejaría como está. Llevo viéndolo así desde que era pequeña y a mí no me parece ofensivo para nadie. Es parte del pueblo”, cuenta Carme, de 70 años e hija de Tortosa. Ella recuerda que perdió a varios familiares durante la Guerra Civil, tanto de un bando como del otro. “Son heridas cerradas y ponerse a removerlas ahora no va a ser positivo para nadie”.
Otros lo tienen claro: “Yo lo dejaría pero quitaría algunos símbolos, como la frase de la base”, cuenta Mercè, que nació el mismo año de la batalla. Su padre fue miliciano republicano y falleció durante los combates. La frase a la que se refiere, “A los combatientes que hallaron la gloria en la Batalla del Ebro”, le parece que no representa a la totalidad de las víctimas. “Mi padre no halló ninguna gloria. Sólo la muerte”. Sin embargo, Mercè entiende que “quitando un monumento tan nuestro tampoco vamos a ganar nada. Además cuesta dinero y hay otras prioridades”.
En el otro extremo se encuentran los que proponen suprimir la escultura cuanto antes: “Habría que quitarlo de inmediato y utilizar todo ese hormigón para hacer una pasarela”, propone Joan, autoproclamado “republicano y antifascista”. Joan entiende que “por muchas vueltas que le demos, el monumento es lo que es: una construcción fascista. ¿Qué van a modificar? ¿Le van a pintar mariposas?”, pregunta con sorna.
Los motivos económicos
Dentro de la corriente de vecinos que apoyan mantener el monumento (modificado o con su aspecto actual), existe otro motivo poderoso para mantenerlo: el económico. Algunas empresas y touroperadores ofertan un viaje por los lugares más emblemáticos de la batalla del Ebro. Los autocares paran delante del monumento para que los turistas le saquen fotos. Cuando acaban se van a comer a los bares y restaurantes de Tortosa. “Lo que hay que hacer es potenciar este tipo de turismo histórico y cultural, porque es bueno para los comercios de la zona. Y para ello, el monumento es fundamental”, cuenta la propietaria de uno de los bares con vistas al río.
Siguiendo con las cuestiones económicas, una de las cosas que preocupa a los vecinos que no quieren que se retire la escultura es el coste de las obras. “¿Eso quién lo paga?”, pregunta un comerciante del casco viejo, que recuerda que “estamos en crisis. El dinero que haya debería ser invertido en mejorar la economía, no en echarnos a pelear”.
Sea cual sea el resultado, la consulta no es vinculante. Gane la opción de modificarlo o la de retirarlo, el Ayuntamiento asume que lo único que puede hacer es proponer, porque la escultura no es de titularidad municipal. “Es propiedad del Estado y aún queda por dilucidar de quién sería la responsabilidad de acometer alguna modificación o la retirada” cuentan fuentes consistoriales.
Por si fuese poco, el hecho de que el monumento se encuentre dentro del río implica también a la Comisión Hidrológica nacional. Ninguno de estos estamentos está informado de la celebración de la consulta.
"No hubo Batalla del Ebro en Tortosa"
En el pueblo no hay consenso ni siquiera en cuanto a datos objetivos se refiere. De hecho, algunos sostienen que “la Batalla del Ebro jamás llegó a Tortosa”. Lo asegura el historiador David Tormo, especialista en Guerra Civil Española. Aclara que existe una confusión “entre el Frente del Ebro y la Batalla del Ebro, que fueron dos cosas distintas”.
Tormo especifica que “la batalla del Ebro se libró entre julio y noviembre del 38 y afectó sobre todo a los pueblos del norte. Eso no significa que Tortosa no sufriese la Guerra Civil. De hecho, fue un lugar estratégico en el frente del Ebro, que es otra cosa. Fueron las posiciones en las que se mantuvo la batalla vertebrada por el río, pero los combates en ese frente empezaron en abril”.
El historiador cuenta que “el hecho de que el monumento a la Batalla del Ebro se construyese en Tortosa obedece a cuestiones políticas de la época. Los intereses políticos están a menudo en oposición con la historia y se tiende a reescribirla”.
Así, Tormo recuerda que “durante la década de los 60 había una especie de carrera por ver qué ayuntamiento era más afín al régimen. Los pueblos en los que se desarrolló la Batalla del Ebro eran muy pobres. Tortosa, en cambio, era una ciudad grande y el monumento lucía más. Entre el Ayuntamiento franquista y la Diputación de Tarragona acordaron construirlo allí”, concluye.
Los más jóvenes, los más críticos
Cuestiones históricas al margen, nadie sabe cuál va a ser el resultado de las votaciones que se celebrarán a lo largo de todo el día de hoy. Sin embargo, una breve encuesta en las plazas más céntricas sirve como sondeo: la mayor parte de los vecinos son reacios a quitar el monumento.
Curiosamente, los más críticos con la escultura son los más jóvenes. Dos chicos de 20 y 21 años respectivamente parecen tenerlo muy claro: hay que retirarlo. Ambos se declaran votantes de las CUP y uno de ellos viste una camiseta en la que pone “Antifeixista” (antifascista). “Este monumento sigue ahí porque en este país somos como somos. En Alemania se lo hubiesen cargado sin miramientos y sin preguntar, porque saben lo que hay que hacer con los símbolos nazis y fascistas”.
Su compañero añade con resignación: “Es que por esta zona somos muy nuestros. Pasa también con el debate taurino. La gente está a favor de prohibir las corridas de toros, pero cuando les mencionas a los “correbous” (“toro embolado”, una práctica muy extendida en el sur de Cataluña) ponen el grito en el cielo porque es una costumbre nuestra. Con el monumento es lo mismo”.
Mientras argumentan, pasa a su lado un anciano de 83 años por su lado y, sin detenerse, les interpela: “Muy bien chicos. Todo eso es lo que os cuentan a vosotros y os lo habéis aprendido muy bien”. Uno de los jóvenes se gira y le responde al anciano: “Hombre, no negará usted que los fascistas mataron a mucha gente en Tortosa”. El anciano, sin girarse ni aminorar la marcha, les rebate: “Sí… a lo mejor los mató el monumento”. Los chicos sonríen con resignación y le intentan explicar que no, pero que el monumento sólo honra a los combatientes fascistas. Para entonces, el anciano ya se ha perdido entre las callejuelas del casco antiguo.
El debate existe y enfrenta a varias generaciones. Pero no hay violencia y los vecinos lo afrontan con serenidad. Al final, las urnas dirimirán de forma democrática al vencedor de la última Batalla del Ebro.