La carretera que une el pueblo de Santiago Tilapa con San Felipe el Mirasol es de tierra marrón. El sol pega fuerte y le da un tono rojizo a la vía, que tiene pequeños montones de basura en los márgenes. Aquí, en un cauce de aguas negras apartado unos metros, en medio de unas hierbas salvajes, es donde se encontró el día 15 de septiembre el cuerpo de María Villar, sobrina del presidente de la Federación Española de Fútbol.
Secuestrada dos días antes tras coger un taxi en la exclusiva colonia de Santa Fe, en la Ciudad de México, las investigaciones apuntan a un cúmulo de desgracias. Su viudo, Cristiano Do Vale, y su primo, Gorka Villar, llegarán en la mañana de este domingo a España con la urna que contiene los restos incinerados de María.
Esposas en las manos, unas cadenas en los tobillos. Con una bolsa en la cabeza y la ropa puesta. Sin identificaciones ni heridas de arma blanca ni de fuego. La causa de la muerte, asfixia. Así fue como apareció el cadáver en San Felipe el Mirasol, esta pequeña comunidad de menos de un kilómetro de largo, con viviendas de autoconstrucción. Cemento gris, ladrillos, a veces cal, nunca más de dos pisos de altura, cisternas en los tejados. Los coches son antiguos y se ven bastantes camionetas con la parte de atrás descubierta. Pertenece al término de Santiago Tianguistenco, un municipio relativamente turístico del Estado de México, la entidad que rodea la capital.
En la zona donde estaba el cuerpo, justo a la entrada del pueblo, crece maíz en los alrededores. “De repente, vimos que llegaba la policía, como tres vehículos, y ponían la cinta amarilla, nos decían que no podíamos acercarnos a la terracería”, cuenta Liliana Montes, que vive en la primera casa. Es de una sola planta, de puerta blanca de madera. Tiene sobre 40 años, viste una camiseta blanca y lleva un rosario al cuello. “No dejaban pasar a la gente por ahí, a nadie, sólo supimos que habían encontrado un cuerpo, luego ya nos enteremos de quién era por las noticias”.
Más de una semana después, esa banda amarilla ha perdido parte de su color. Sigue en el suelo, atravesando de lado a lado la carretera. Por encima circulan los coches, que tienen que reducir la marcha para pasar entre los desniveles, baches y charcos; las bicicletas que traquetean entre las piedras y los paisanos que vienen al pueblo. De acuerdo a fuentes oficiales, es de alta pobreza pero bajos índices criminalidad.
“Es la primera vez que veo que venga la televisión al pueblo y la primera vez que veo mi pueblo en la televisión”, contesta al preguntarle Osvaldo Osorio, otro vecino, pero este del final de la villa. ¿Esto es tranquilo? ¿Suelen pasar cosas así? “No, nunca, ya le digo, nunca pasa nada, yo creo que lo dejaron ahí justo porque es muy apartado”. Delante del abarrotes del pueblo, una tiendecita donde puede comprarse desde comida hasta papel higiénico, está sentado Aureliano Monterrubio, que explica que en la entrada de tierra no se para nunca nadie, que simplemente es un sitio de paso. Un no lugar. “Dio parte uno que venía de camino y lo vio”, asegura.
Algunos medios locales apuntan que fue un vendedor de caramelos quien, a la vuelta de la escuela primaria, vio un bulto extraño en el canal. Otros, que fue una pareja de pepenadores, gente que se dedica a recoger plástico para luego venderlo. De las personas preguntadas en el pueblo, nadie tenía ni idea de quién lo había encontrado, pero si que la chica era güera y extranjera.
La cuestión es que la policía llegó por la tarde del 15 a San Felipe, levantó el cadáver y lo llevó a la morgue de Toluca, la capital del Estado de México. Ahí quedó hasta que su familia lo identificó al martes siguiente. Situada a unos 70 kilómetros de la Ciudad de México, tiene medio millón de habitantes. El Estado de México, de donde fue gobernador Enrique Peña Nieto antes de llegar a la presidencia, está considerado uno de los más peligrosos del país. Gobernado por Eruviel Ávila Villegas, priista como Peña Nieto, en 2015 quedó por encima de Guerrero -cuya capital suele salir en la lista de ciudades más peligrosas del planeta- en cifra total de homicidios, si bien tiene cuatro veces más población.
A 40 kilómetros de San Felipe el Mirasol pero a un mundo de distancia, está Patio Santa Fe, muy cerca de la sede de IBM, donde trabajaba María en el área de banca. Es un centro comercial de tres pisos. Los suelos son de baldosa, tipo mármol, de colores suaves. La luz natural entra por el techo de cristal, iluminando las plantas del interior, donde hay jardincitos, fuentes, parques infantiles. Sin cajeros automáticos en el exterior; hay tiendas de libros, de ropa deportiva, restaurantes.
Ninguno de los dependientes preguntados conocía el caso de María. No sabían que fue frente a este centro comercial, ubicado en la avenida Vasco de Quiroga de la colonia de Santa Fe, donde se cree que subió a un taxi “de la calle”, como se dice en México para diferenciarlos de los “de sitio” o parada. Avisó a su marido, el brasileño Cristiano Do Vale, que ya iba para casa, en Polanco, otro barrio de clase alta, tras acabar la jornada laboral con una reunión a las nueve de la noche en uno de los locales de Patio Santa Fe. Luego, silencio.
“Sí, nosotros nos enteramos al día siguiente, que se empezó a decir que habían secuestrado a una chica, pero claro, no supimos quién era hasta que salió en la prensa”, cuenta Juan Antonio Juárez, de 55 años y taxista que trabaja en la parada del centro comercial, “al parecer ahí, donde está el Santander, agarró un taxi pirata y ya”. Frente a la salida principal del centro comercial está la sede corporativa en México del banco español, un edifico cúbico, con unos cristales de espejo que devuelven una imagen distorsionada.
La calle donde se supone que María paró al taxi y que comparten ambos espacios se llama Manuel Sandoval. Hay una mediana de pinos y arbustos, con un paso de cebra para atravesar al otro lado. Siendo una parte exclusiva de la ciudad, con altos edificios de decenas de plantas y escogida por muchas empresas multinacionales para tener su sede, la zona está plagada de cámaras de seguridad, cuyas grabaciones ya están en manos de las autoridades. También las que hay de las distintas rutas que van hasta San Felipe el Mirasol.
Patricia Bugarín, la coordinadora Nacional Antisecuestro, declaró que el caso de María es muy atípico y que no cree que haya una banda organizada detrás. Gustavo Salas, titular de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada, dijo en televisión que “no hubo ninguna falla en la negociación, se cumplieron con los protocolos correspondientes, incluso se llegó a una negociación que bajó la petición originaria para la entrega de una determinada cantidad, misma que se efectuó”.
¿Qué pasó entre su desaparición y el hallazgo del cadáver? Según las averiguaciones, hubo al menos dos retiradas de efectivo esa noche. Algunos medios, que citan fuentes de la Procuraduría General de la República, apuntan a que fueron el día 14 en el aeropuerto de Toluca, y el 15 en la colonia Santa Cruz Meyehualco, en Iztapalapa. Situada en el oriente de la ciudad, su nombre significa en el agua de las lajas en lengua náhualtl. Viven sobre 1.800.000 personas, siendo la más poblada de toda la ciudad.
Con decenas de barrios, hay tanto enclaves muy bonitos como otros donde mejor ni acercarse: Desarrollo Urbano Quetzalcóalt es la demarcación que aporta más internos a las cárceles de todo la ciudad. Fue en una parte sin especificar de este distrito donde se entregaron los 65.000 pesos, sobre 3.000 euros, del rescate tras una conversación con María por teléfono como prueba de que estaba viva, el día 14. Y luego, otra vez, silencio. De acuerdo a la policía, murió pocas horas después, en la madrugada de la jornada siguiente.
287 secuestros
Ésta es la cifra que Pablo Cartens, asesor de seguridad para varias empresas, ha ayudado a gestionar. Al teléfono, cuenta que él tiene una calificación propia de los secuestros basada en su experiencia. “Primero tienes los secuestros dirigidos y a largo plazo, que escogen a familias muy adineradas y gente famosa, estudian bien a la víctima, los cautiverios son largos y normalmente devuelven a la víctima tras pagar millones de dólares”, explica. “Los segundos son también dirigidos pero a corto plazo, en el que alguien del entorno de la víctima da la información de que tiene dinero, la estudian dos semanas y tras secuestrarla piden millones de dólares y cobran millones de pesos”, afirma. Estos normalmente se resuelven en menos de 21 días.
Comenta que la práctica del secuestro exprés dejó de ser habitual por un cambio legislativo, ya que en 2006 se equipara la pena por retener alguien unas horas para robarle con la de tenerle días y pedir un rescate: de 25 a 45 años. Aunque, según una nota reciente del diario Reforma, que cita fuentes de la Subprocuraduría de Averiguaciones Desconcentradas, en el último año, al menos 15 personas denunciaron secuestros exprés en la zona de Santa Fe y se detuvo en abril a una banda que operaba con falsos taxis. Según las estadísticas oficiales en la Ciudad de México se cometieron 39 secuestros entre enero y agosto de este año. En el Estado de México, 187. Juntos son sobre un 26% de los 867 cometidos en todo el país. Entre las dos entidades, concentran el 19% de la población mexicana.
“Es una pena lo de esta chica pero también es muy raro, aquí hay mucha vigilancia”, reflexiona Juárez en su parada de taxis, “yo creo que los van a atrapar, siendo extranjera y conocida... si esto le pasase a una de nuestras mexicanas, sólo harían como si la buscasen”. El grado de impunidad en el país, según el Índice Global de Impunidad México 2016, es de 67,42 puntos sobre 100. En sus cálculos, estiman que solo el 1% de los delitos son castigados.