Hay un pequeño pueblo en León, que se llama Cerezuela del Condado, cuyos habitantes han visto cómo les han adelantado el Gordo de la Navidad. Pero el azar no ha tenido nada que ver en este caso, sino la cerveza Corona (o Coronita en España). El dinero procede del presidente de la empresa e hijo más ilustre del pueblo: Antonino Fernández. Un niño pobre que emigró a México en la posguerra y que acabó heredando todo el imperio del Grupo Modelo, la empresa cervecera más famosa del país azteca. Fernández ha muerto y ha dejado casi toda su fortuna en este pequeño pueblo leonés. En concreto, su patrimonio estaba valorado en 198 millones de dólares, de los cuales muchos han caído en esta aldea de 80 habitantes.
Un error de interpretación
Sin embargo, un error de interpretación de la noticia ha dado a entender que Antonino ha repartido su fortuna entre los vecinos del pueblo. Y eso ha provocado que las administraciones de este pequeño pueblo de León colapsen. En el Ayuntamiento de Vegas del Condado no dan abasto. “Hoy nos han llamado hasta de China”, explica la recepcionista, que aclara este punto: “No es que el señor Fernández haya hecho una donación institucional al pueblo en su herencia. Bastante nos dio durante toda su vida. Es que le ha dejado el dinero a sus familiares, y muchos de ellos viven aquí”. Muchos son tantos como medio centenar. Primos hermanos, primos segundos, sobrinos… Antonino Fernández no tuvo descendencia y su fortuna ha acabado beneficiando a sus familiares lejanos.
La historia de Antonino Fernández bien podría ser la del guión de una película de Hollywood, porque recoge a la perfección el 'sueño americano'. En este caso, el 'centroamericano'. Nació en Cerezuela del Condado en 1917, en el seno de una familia pobre de labradores. Fue el undécimo de 14 hermanos. Se marchó del pueblo con 13 años y desarrolló multitud de profesiones, como policía local en León. En 1947 emigró a México. Empezó a trabajar en la empresa cervecera descargando camiones, pero enseguida estableció una estrecha relación con el fundador, Pablo Díez, que además era leonés y tío de su esposa Cinia. Su ascenso fue fulgurante y en diez meses, Antonino Fernández ya ocupaba el puesto de Administrador general de la empresa.
En 1973 falleció el fundador Pablo Díez. Esto supuso que Antonino Fernández se convirtiese en el gran magnate nacional de la cerveza. Su fortuna y su popularidad en el país crecieron de forma exponencial. En 1977 fue secuestrado por un grupo terrorista comunista y le dispararon en una pierna. Él siempre exhibía su cicatriz diciendo que tenía una herida “como los toreros”. Bajo su mandato empezó el proceso de expansión de la empresa. Antonino Fernández fue el responsable de que, en 1985, la cerveza Corona se vendiese hasta en Japón y Nueva Zelanda. En la actualidad está presente en 170 países.
Benefactor del pueblo
A pesar de vivir en México, jamás se olvidó de su pueblo natal. Creó la Fundación Cerezales Antonino y Cintia, para sufragar muchos de los gastos de Cerezales del Condado. “Él pagó el asfaltado de las calles del pueblo, la ermita, la iglesia, el cementerio y los dos depósitos de agua” cuenta Maximino Sánchez, presidente de la junta vecinal. También el Belén mecanizado, que es el principal atractivo turístico del pueblo. Maximino también se ha apresurado en desmentir “la información tergiversada que se ha publicado sobre Antonino. No ha donado dinero a los vecinos por el hecho de serlo. En su herencia ha puesto a sus familiares y como eran 13 hermanos, tiene algunos sobrinos que viven en el pueblo. Pero nada más”, aclara.
Además de todas las infraestructuras que pagó en su pueblo, la Fundación Cerezales Antonino y Cinia organiza un centenar de actividades gratuitas cada año. “Es una entidad de arte contemporáneo y música; esto ha convertido al Cerezales en la referencia cultural y artística de la zona”, explica Lucía Alaejos, la responsable de prensa de la fundación. Las labores filantrópicas de Antonino Fernández no se limitaban a las actividades culturales. También ha donado dinero a los Padres Dominicos, la Basílica y la empresa Soltra (Solidaridad y Trabajo) del municipio de Valverde (León).
Sea como fuere, lo que es cierto es que gran parte de los 198 millones de dólares en los que estaba cifrada la fortuna del magnate cervecero, irán a parar a Cerezales. Una pedanía donde sólo hay 78 habitantes censados, pero en la que no viven más de 30 personas. “En invierno no se quedan más de 25 personas y sólo hay dos niños”, explica el presidente de la Junta Vecinal. Ahora, la herencia del magnate cervecero y una mala interpretación de la noticia han puesto al pueblo en el mapa como jamás se hubiesen imaginado sus habitantes: “Acabo de hablar con un medio japonés que me preguntaba si este era el pueblo en el que le dan millones a los vecinos”, cuenta divertida pero sobrepasada la portavoz de prensa de la fundación. Así, si alguien estaba pensando en empadronarse en Cerezales del Condado para optar a una parte del premio, puede olvidarse y confiar su suerte al Gordo de Navidad.