Cuando fueron a denunciar, a las tres chicas les dijeron “que tuviera cuidadito y que no estuvieran a solas con él”. Esa era la única solución que les dio el equipo de Gobierno de la Universidad de Sevilla. Entonces, las tres mujeres se pusieron en contacto con el SATUS (la delegación sindical del Sindicato Andaluz de Trabajadores en la Universidad de Sevilla). Las tres tenían un nombre en la cabeza: Santiago Romero Granados, el exdecano y superior de trabajo -a efectos prácticos, su jefe- que las estuvo acosando durante años.
Las cosas han cambiado mucho desde entonces. La posición de Romero, quien se aprovechaba de su autoridad y del prestigio ganado durante años, es ahora distinta. Ha sido condenado a siete años de prisión por abusar sexualmente de dos profesoras y una becaria de su departamento, que lo denunciaron tras años de acoso. Fue entre 2006 y 2010 cuando se produjeron la mayoría de los hechos. Según el relato de las víctimas, el afamado y reconocido docente amenazaba a las profesoras: les decía que perderían su plaza, que les impediría leer la tesis doctoral, que le citasen como coautor de sus publicaciones aunque no hubiera participado en ellas... Fue entonces cuando las docentes denunciaron los hechos ante el Rectorado de la Universidad.
El ruido de los sindicatos
Había que tomar cartas en el asunto. El SATUS hizo dos comunicados y dos concentraciones entre la primavera y el verano del año 2011 para denunciar los abusos sobre las tres docentes. Una situación con la que que tuvieron que lidiar durante cuatro años, entre 2006 y 2010. Fue entonces cuando la Universidad de Sevilla “se puso las pilas” en casos de abusos de poder, sexuales o de índole laboral, activaron un protocolo para frenar este tipo de situaciones ya que se producían constantemente. A través de esas denuncias se conoció que había más empleados que se aprovechaban de su autoridad: “Desde 2010, es un goteo constante”, afirman fuentes sindicales a EL ESPAÑOL.
El caso del catedrático Santiago Romero es el que más lejos ha llegado. La condena del juez ha sido clara: siete años de cárcel y una multa de 110.000 euros para indemnizar a las tres víctimas: 30.000 para dos de ellas y 50.000 a la tercera, ya que sufrió lesiones psicológicas. También ha declarado responsable civil subsidiaria a la Universidad de Sevilla.
Una vida ligada al deporte femenino
Santiago Romero Granados nació en Archidona (Málaga), pero fue en Sevilla donde se labró un futuro como docente en el mundo del deporte. Llegó en 1970 a la ciudad hispalense después de estudiar en Madrid. Se especializó en voleibol, actividad que llevó a cabo mientras daba clase como profesor de Educación Física.
Romero ha estado los últimos cuarenta años vinculado al mundo del deporte femenino. Comenzó en el Calasancias y después en el Club Pineda de Voleibol. En el año 1981, tal y como se ve en la fotografía, ya adiestraba al equipo femenino del colegio Academia Preuniversitaria, con el que logró sus mayores éxitos. Así lo narró el ABC Sevilla el miércoles 11 de marzo de 1981: “Desde el pasado domingo, y a pulso, son el mejor equipo de España de voleibol femenino, con la Liga en el bolsillo. Ahora aguarda Europa”. Romero posaba en el lado izquierdo de la fotografía con las 11 jugadoras. Con traje, gafas de sol oscuras y camisa abierta posaba el entonces entrenador de uno de los mejores equipos de la comunidad. Muchos fueron los clubes a los que entrenó, pero sólo con ellas obtuvo éxitos. El equipo se proclamó campeón de España, ganó la Copa de S.M. La Reina y participó en la Recopa de Europa.
Nunca más se desvincularía del ámbito deportivo de las mujeres. A raíz de esos éxitos desde el equipo sevillano, fue nombrado seleccionador español femenino, puesto que desempeñó entre los años 1981 y 1984.
Una faceta aparentemente radiante. Se creó una reputada figura que le valió la condecoración de la medalla de Plata de la Real Orden del Mérito Deportivo, concedida por el Consejo Superior de Deportes. Sin embargo, en otros momentos se convertía en una persona capaz de acosar y de extorsionar a sus víctimas tal y como el juez ha demostrado.
Profesor, jefe y abusador
El catedrático de la Universidad de Sevilla ha compaginado durante 27 años esas dos profesiones: la docencia y su faceta como entrenador de voleibol. Ahora seguía cultivando su otra cara, la de la docencia, dando todavía clase en la universidad pese a las denuncias de muchos. El que fuera decano durante 12 años de la Facultad de Educación, autor de numerosos libros, artículos en revistas, se encargaba ahora de impartir tres asignaturas: prácticas de gestión en Instituciones Deportivas, Voleibol I: Fundamentos Básicos y su Enseñanza, Voleibol II: Fundamentos Avanzado y su Enseñanza.
Romero se convirtió, en su época, en el primer catedrático de España en el área de didáctica de la expresión corporal. Más adelante sería reconocido como uno de los principales promotores para instaurar la especialidad de Educación Física y de Ciencias de la Actividad Física, materias que sólo se estudiaban en Granada y que actualmente se pueden cursar en Sevilla.
Todo ese bagaje supuso un enorme respaldo para el viejo profesor. Su autoridad fue también su herramienta principal a la hora de acosar a las jóvenes. Se abrió entonces un expediente disciplinario y se informó a la Fiscalía de los hechos. Las tres víctimas denunciaron acoso sexual y laboral por parte del catedrático. Las tres presentaron signos de depresión y de ansiedad. "Padece sintomatología ansioso-depresiva", se dice de la tercera de ellas. Es posible que haya más víctimas. Un comunicado sindical de marzo de 2011, cuando se comenzaron a denunciar los abusos, relataba cómo podría haber otras personas afectadas por esta situación con el exdecano condenado a la cárcel. Por el momento, sólo tres de esas mujeres rompieron su silencio.