La Agencia Nacional contra el Crimen del Reino Unido le define como uno de los peores pedófilos con los que jamás se haya encontrado. El nombre de Andrew John Tracey es de sobra conocido en su país natal, donde acumula decenas de delitos relacionados con el abuso de menores. También en Tailandia: allí ofrecía juguetes y golosinas a los niños para ganarse su confianza. Pero para establecerse en España, donde fue detenido por la Guardia Civil, cambió sus credenciales por las de Mike Frost para hacerse pasar por un jubilado británico asentado en la costa del Mediterráneo; concretamente en Santa Pola, Alicante.
La trayectoria de Andrew Tracey, que ahora tiene 70 años, comenzó a dibujarse cuando apenas tenía 20. Fue entonces cuando accedió al movimiento de los Boy Scout en la isla de Guernsey, muy próxima a la Normandía francesa. Allí entró en contacto con miles de menores. De acuerdo a las informaciones publicadas desde tribunales británicos, sus víctimas eran chicos varones. Todos ellos con menos de 13 años.
Tracey extendió su 'reinado del terror' -siguiendo la denominación que le otorga el rotativo Telegraph- por varias escuelas británicas. Desde Hertfordshire hasta Worcestershire, pasando por Londres. En las aulas se registraron al menos dos casos de pedofilia y abusos, uno de ellos en un armario de la clase.
La trayectoria del pedófilo en las aulas fue paralela a de los scouts: desempeñó su labor en ambos escenarios hasta 1990 y 1992, respectivamente. Sus víctimas definen aquellos episodios como "extremadamente traumatizantes". "La Agencia Nacional contra el Crimen cree que puede haber más potenciales víctimas en las Islas Británicas que no han contado su historia", detalla el organismo.
Los amigos de su hijo
En el juicio contra Andrew Tracey que se está celebrando en las últimas semanas en Londres han surgido numerosos detalles que no se conocían sobre su trayectoria. En los años 80 se accedió a su solicitud de adopción de un niño en riesgo de exclusión social.
El pedófilo ha relatado en el transcurso de la cita judicial que nunca abusó del menor, pero sí ha admitido que lo hizo con amigos de su hijo adoptivo; en ocasiones, estando éste presente.
Caramelos en Tailandia
Andrew Tracey no sólo actuó en el Reino Unido. Según fuentes próximas a la investigación -efectuadas en España por la Guardia Civil en colaboración con Europol- el pedófilo viajó en varias ocasiones a Tailandia. Allí extendió sus redes, al menos, sobre nueve niños, todos ellos procedentes de barrios pobres. Y les engañaba con dinero, regalos o caramelos para atraer su atención.
De acuerdo a los archivos encontrados en sus memorias informáticas, Tracey filmaba estos encuentros. En las grabaciones se le ve haciendo el símbolo del corazón con las manos. Las autoridades tailandesas lo capturaron en 2013, pero logró escapar de la cárcel y eludir una posible condena.
En España, con otra identidad
La presión judicial en su país de origen -se había desentendido de la tailandesa por no existir una orden internacional- empujaron al pedófilo a buscar destinos en los que pasar desapercibido. Cambió su nombre por el de Mike Frost y viajó por Suecia y Holanda, sin llegar a establecerse demasiado tiempo en ninguno de los dos países.
Donde si logró cobijo fue en España. Andrew Tracey, ahora Mike Frost, se instaló en noviembre de 2015 en la localidad alicantina de Santa Pola. La amplia representación de ciudadanos británicos en estos enclaves junto al Mediterráneo le ayudarían a pasar desapercibido ante las autoridades.
Pero un cabo suelto ayudaría a encontrar su nuevo paradero.
Las autoridades holandesas encontraron en el archivo de otro pedófilo imágenes y chats de niños de 15 años que habían sufrido los abusos de Frost. A partir de ahí, y con la colaboración de Europol, la Guardia Civil localizó y arrestó al británico en Santa Pola. Ocurrió en marzo de 2016 y en pocas semanas fue extraditado al Reino Unido. Pero los detalles de su trayectoria no se han conocido hasta esta semana, a raíz del juicio que en el que se le acusa de 45 cargos sexuales relacionados con el abuso de al menos 30 menores.
Las autoridades británicas no descartan que haya más casos que hasta ahora hayan pasado desapercibidos y piden la colaboración de las víctimas para esclarecer todos los delitos cometidos por el 'rey del terror' británico.