El pasado sábado, en torno a las siete de la tarde, Juan Durán se encontraba en Huelva buscando a Iván, su hijo desaparecido hace seis meses en Baiona (Pontevedra). Era una semana de muchas esperanzas para ellos. Un nuevo chivatazo desde Andalucía revelaba que un testigo había visto al joven gallego que desapareció 3 días después que Diana Quer. “Estábamos muy animados porque había pistas”, relata a EL ESPAÑOL. De repente recibió un mensaje desde casa. Habían encontrado un cadáver a cinco minutos del cuartel de la Guardia Civil del pueblo que podía ser el de su hijo. Aún no lo sabían a ciencia cierta, pero era el cadáver de su hijo.
Según cuenta la familia a EL ESPAÑOL, todos los detalles coincidían: un cuerpo de enorme envergadura, como el de Iván, que medía dos metros, los restos de la ropa que llevaba el día en que desapareció… Todos los datos cuadraban de manera funesta: en esa zona su hijo solía sacar a pasear al perro; el lugar coincidía con las indicaciones de uno de los testigos que le vio subiendo al monte. Al recibir la llamada, Juan lo dejó todo, arrancó el coche y recorrió de vuelta los 800 kilómetros que separan la localidad andaluza de la gallega. Llegó de madrugada a su casa y ya no durmió. Sin embargo, ya no había nada que hacer. El cuerpo se encontraba en avanzado estado de descomposición. Iván ya había fallecido tiempo atrás.
Unos minutos antes de la llamada a Juan, un senderista localizaba el cuerpo del joven. Estaba en un terraplén, a cien metros de la autopista, cerca del cuartel de la Guardia Civil. No es una zona fácilmente accesible. Se trata, además, de un lugar que la familia, en las batidas de búsqueda durante las cuales tan solo fueron arropados por amigos, allegados y gente que colaboró desinteresadamente, ya había repasado varias veces. Es el camino de subida a la espesura, y encaja en la sucesión lógica de los hechos según los testigos que le vieron aquella mañana de agosto: Iván fue visto ascendiendo por las callejuelas del pueblo hasta que las casas se acaban y aparece el cuartel de la Guardia Civil. Luego se sigue subiendo y ya aparece el monte, un terreno extenso e inabarcable repleto de espesura, arbustos y algún que otro caballo salvaje.
Una nota, una bala y una pistola
Aquella zona fue peinada con perros, caballos e incluso motos de trial, pero nunca le encontraron. Sin embargo, la corazonada de que podía estar en los bosques de la montaña de Baiona siempre estuvo presente en la familia de Iván.
Según ha podido saber este periódico, junto al cuerpo de Iván aparecieron varios detalles que apuntan a la hipótesis del suicidio. Por un lado una pistola de calibre 6,35 con indicios de haber sido disparada. Fue localizada el domingo por la mañana. Por otro lado, sus gafas y su mochila, en cuyo interior había otra bala del mismo calibre que la que había sido disparada y dejó el casquillo dentro de la pistola. La causa de la muerte, cuenta Faro de Vigo, habría sido un disparo en la cabeza.
El sábado por la tarde, durante el levantamiento del cadáver, fueron necesarios varios agentes para trasladar su cuerpo, enorme y deshecho. Según La Voz de Galicia, el cadáver tuvo que ser envuelto en dos sudarios a causa del estado en el que se encontraba.
Para terminar, los investigadores hallaron una nota, similar a la que el chico dejó en el escritorio de su habitación cuando huyó de su casa saltando por la ventana cuando terminaba el verano. La caligrafía coincidía: era la de Iván. En ella, según ha conocido EL ESPAÑOL, dejó escrito el siguiente mensaje: “Por favor, que la abuela no se entere”.
Seis meses sin Iván
Esta semana se cumplirían 6 meses desde que Iván salió por la ventana de su casa de Baiona para no volver nunca más. Tres días después de que Diana Quer desapareciese en su casa de A Pobla do Caramiñal. Era 25 de agosto y la tensión informativa se focalizó en la desaparición de la joven. Es lunes y Juan ya ha vuelto de Huelva, pero no se atreve a volver a Baiona. Se ha quedado en Vigo, cerca pero lejos de todo lo que está ocurriendo. A la espera de los resultados de la prueba de ADN que determinen que el cuerpo hallado es el de su hijo, no tiene dudas de que se trata de su hijo. Tampoco la Guardia Civil las tiene. Su otra hija, Judith, le mantiene al tanto de todo lo que ocurre desde Baiona. Todo está siendo muy complicado. “Aun no lo asimilo, no te haces a la idea”.
Cuando saltó el caso Diana Quer, 125 kilómetros al sur, otros dos padres emprendían también la búsqueda imposible de su hijo. Había una diferencia: todos los efectivos se centraron en la joven. Juan, su mujer y su hija Judith estaban solos y desesperados en la búsqueda de Iván. No pudieron contar en ningún momento con los perros de rastreo de la Guardia Civil: todos se encontraban A Pobra. “Si nos los hubieran traído la cosa sería distinta. No tendría que haber pagado la búsqueda de mi bolsillo y ahora es demasiado tarde”, afirma desconsolado, a EL ESPAÑOL. Ha pasado un día desde que apareció el cuerpo de su hijo y no es capaz de dormir.
Juan llevaba meses buscando a su hijo a un ritmo frenético. Cargado de tacos enormes de carteles con el rostro de Iván - “mi mejor amigo, mi mejor amigo, sin él no soy nada”-, valiéndose solo de su coche, se ha recorrido todos aquellos lugares en los que, según las alertas que le mandaban, el joven había sido visto. Lo ha hecho todo él solo, prácticamente sin ayuda de las autoridades.
Más de 20.000 kilómetros en todos estos meses para localizar a su hijo perdido. La semana pasada se rastreó él solo la zona norte de Portugal. Hace un mes estuvo en el Algarve y en Huelva, la región que más ha rastreado debido a la cantidad de llamadas que recibió de gente que aseguraba haber visto a su hijo en repetidas ocasiones en un bar concreto de Albufeira y acompañado de otras personas. En aquel momento pensaban que había sido captado por una secta.
Juan no perdía la esperanza. Kilómetros y kilómetros en solitario, apenas acompañado de un maletero lleno de cartones de tabaco y comida del supermercado para ahorrar. En el asiento de copiloto, quien quisiera acompañarle en cada ocasión: algún que otro amigo, su hija, etc. Para él ha sido una batalla en solitario contra el tiempo.
“Mi hijo no se llama Diana Quer”
Iván era un joven casero, muy cercano. Le encantaba, dice su padre, pasar tiempo en casa con la familia. Ambos tenían la idea de abrir un negocio juntos. Desde que su hijo desapareció, Juan ha peleado contra todo para poder encontrarle. Tenía en su contra muchas cosas. Todos los efectivos se encontraban ocupados en encontrar a Diana Quer. Pasaban las semanas y cada vez estaban más solos.
Juan pagó de su propio bolsillo a perros de búsqueda que se trajo desde León. Contrató un dron para peinar el monte en el que estaba convencido que se encontraba su hijo. Organizó constantes batidas para dar con él. A ellas acudían amigos y familiares. Pero quizás ya era tarde. El rastro se hizo más complicado de seguir conforme pasaban las semanas y la colaboración de los investigadores disminuía. Entretanto, toda la atención mediática estaba centrada en A Coruña con la búsqueda de la muchacha. “Mi hijo llevaba tiempo muerto mientras todos estaban buscando a Diana Quer. Aquí hay un problema, ¿sabes? Que Diana Quer es hija de quien es, pero Iván Durán solo es hijo de Juan Durán”.
Hace unos meses, en plena búsqueda del chaval, Juan hablaba con EL ESPAÑOL, reflexionando acerca de lo que podía haber sucedido para que su hijo se hubiera marchado de casa. Los investigadores consideraron de menor prioridad el caso porque había dejado una nota en casa. Sin embargo, a Juan la nota no le valía. Recordó entonces cuando Iván, de pequeño, sufrió distintos episodios de depresión, y había sido tratado por un psiquiatra.
¿Qué le pudo pasar a Iván? Su padre nos lo contaba de la siguiente manera. “Yo creo que son tres cosas que se juntaron: la pérdida del trabajo, la muerte hace un año de su abuelo y que se nos cayó el negocio que teníamos juntos”.
Es ahora cuando recuerda los episodios en tratamiento por los que tuvo que pasar cuando era pequeño.“Uno de nuestros tíos tenía esquizofrenia y pensamos que podía ser hereditario. Él era.. él es un chico introvertido, le cuesta contar sus problemas”. Juan hablaba en presente en aquel momento. Entre entrevista y entrevista para dar visibilidad al caso, se pateaba los montes de Baiona con amigos y conocidos en busca de su hijo perdido. Ahora no le quedan palabras para describir lo que siente: “No tuvimos los medios a nuestra disposición. Nadie nos ayudó. Mi hijo murió porque toda la Guardia Civil buscaba a Diana Quer. Ha sido una negligencia total. A mi hijo lo dejaron morir. Iván ahora estaría vivo. Toda la familia está jodida y yo estoy deshecho”.