Principios de marzo de este año, Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). A las diez de la mañana luce el sol en la desembocadura del río Guadalquivir. De un chalé con piscina en la barriada del Reventón Chico sale un miembro destacado de la familia de narcotraficantes Los coquinas de oro. A sus 46 años, este delincuente, que viste ropa informal, ha pasado ya por la cárcel en varias ocasiones. La razón: transportar hachís marroquí hasta las costas andaluzas mediante veloces lanchas neumáticas.
Pero cuando este coquina de oro pone un pie en la calle, varios agentes de la Guardia Civil vestidos de paisano lo detienen a él y al hombre que le cuida la vivienda, donde tiene su nuevo negocio. Este narco hace tiempo que abandonó las gomas del hachís para resguardarse en otro sector del tráfico de estupefacientes: el de la plantación de marihuana dentro de viviendas. En su pueblo son legión. Desde padres en paro y sin expectativas de encontrar empleo hasta familias históricas que durante décadas se dedicaron a meter chocolate por las playas andaluzas.
Desde hace dos años, Sanlúcar, de 67.400 habitantes, se ha convertido en un avispero de casas verdes. “No me equivoco si te digo que hay cientos de ellas repartidas por todo el pueblo. Cientos, escucha bien lo que te digo… Nadie sabe con certeza cuántas son ni tampoco la magnitud del fenómeno. Es increíble lo que está pasando aquí. Hay barrios enteros con casas cultivando maría”, explican fuentes de la Benemérita.
Al coquina de oro le encontraron dentro de su chalé 760 plantas de marihuana. En el mismo operativo, la Guardia Civil detuvo a ocho personas más (una novena logró escapar y se encuentra en busca y captura). De las ochos viviendas registradas, en seis de ellas había plantaciones. Dentro encontraron 2.260 plantas y 475 kilos de maría seca. A unos 2.700 euros el kilo, los narcos se quedaron sin los 1,28 millones de euros que esta droga habría alcanzado en el mercado.
Sólo en los dos últimos años, la Benemérita ha llevado a cabo seis grandes operaciones contra el cultivo de marihuana en viviendas de Sanlúcar. En todas ellas, el balance ha sido similar: cerca de una decena de detenidos y más de 2.000 plantas requisadas. Eso supone en torno a 8 millones de euros arrebatados al narco. Lo que se traduce en que mucho dinero negro deja de circular alegremente en la población española con más paro de entre las localidades de más de 40.000 habitantes (38,37%).
Instalaciones de 20.000 euros
En Sanlúcar, cuentan agentes de la Guardia Civil que luchan contra el narcotráfico, hay en torno a cinco o seis familias que antaño se dedicaban al hachís y que ahora han decidido explotar las plantaciones de marihuana. Los coquinas de oro es una de ellas. O al menos uno de sus miembros.
Los narcos no escatiman en gastos. Su modus operandi es sencillo. Los grandes traficantes sanluqueños alquilan de una tacada hasta ocho y diez chalés o casas amplias que normalmente cuentan con garajes o sótanos. Lo hacen mediante contratos legales. Buscan no levantar suspicacias entre los dueños.
Dentro, en varias habitaciones, montan sus infraestructuras. Por cada diez plantas ponen un foco de calor de 600 vatios colgando del techo, instalan varios aires condicionados, ventiladores de aire, humificadores, extractores, planchas de secado…
Para que la planta crezca rápido, ofrezca tres y cuatro cosechas al año y un rendimiento individual de entre 50 y 80 gramos por cosecha, los narcos necesitan una temperatura ambiente de 22-23 grados y una humedad alta (entre un 40 y un 70% en función del período de cultivo de la planta). Para las bandas, los termómetros resultan imprescindibles.
Los traficantes siempre suelen recurrir a los mismos electricistas e instaladores, quienes hacen la vista gorda a cambio de ganar dinero. “Para montar una buena plantación, el desembolso inicial ha de ser de entre 15.000 y 20.000 euros”, explican en la Guardia Civil. “Este negocio conlleva una parte legal que está forrando a alguna gente del pueblo”.
Para reducir costes, las instalaciones de los chalés las conectan al tendido de la red eléctrica viaria, con lo que ahorran mensualmente entre 1.000 y 1.200 euros. “Las compañías eléctricas colaboran con nosotros a la hora de detectar los fraudes, aunque disponen de pocos recursos humanos y es complicado. Los vecinos, que sufren apagones y bajadas de luz, también denuncian los olores que desprenden las viviendas. Aunque [las organizaciones] tratan de atenuarlos con extractores, siempre desprenden algún olor que las delata. También trabajamos codo con codo con el equipo de medio ambiente de la policía local de Sanlúcar".
Las fuentes consultadas también explican que la reconversión de los narcos se debe a varias razones. La primera, que no es sencillo colar gomas en la costa andaluza. La segunda, que las condenas por que les descubran cultivando marihuana son sensiblemente más leves a las del contrabando de hachís.
“Saben que el riesgo es menor y que al otro día de detenerles están en la calle hasta que les llega el juicio, que no tardará menos de un año y medio. Además, los jueces no están considerando como muy grave este delito. Encima, los que ponen el dinero y la infraestructura no se mojan. Para cuidar de sus casas suelen tener a un hombre de seguridad que va armado. Y para controlar en todo momento cómo va la plantación tienen a dos o tres expertos que van de vivienda en vivienda. Lo vigilan todo: su crecimiento, el abono, el riego… Todo”.
Fruto de numerosas investigaciones, los agentes de la Benemérita tienen constancia de que en habitaciones de unos 12 metros cuadrados, las organizaciones cultivan entre 150 y 200 plantas. “Coquina de oro tenía marihuana en el comedor y en la cocina. Unos 110 metros de plantación. Lo raro es que usara su propia casa. Nos dijo que estaba en trámites de separación. Allí dormía el tipo que le cuida el negocio”.
Pero en Sanlúcar también hay gente que se ha lanzado al cultivo de la maría para salir adelante. La Guardia Civil es consciente de que en la localidad hay centenares de viviendas con pequeñas instalaciones de producción de marihuana. “No todas están bajo el control de un gran narco. Hay algunas personas que, cuando las detenemos, nos dicen que es su forma de subsistir”.
Es tal el nivel de producción que ha alcanzado Sanlúcar que el Ayuntamiento ha cedido a la Guardia Civil varias instalaciones municipales para poder guardar bajo techo el material incautado después de desmontar las instalaciones: aparatos de aire acondicionado, extractores… Todo ello se amontona en un lugar del que no podemos desvelar su ubicación. “Ya hemos sufrido varios robos. El problema de que esto esté tan extendido es que están naciendo bandas que roban maría y también tratan de robarnos a nosotros. Y eso nos preocupa…”.