La conmoción hace temblar las palabras de los vecinos de Archena (Murcia). Hablan de un “hombre bueno”, “humilde”, “trabajador”, “padrazo”… Enumeran los valores que caracterizaban a uno de sus vecinos, Juan Carlos Maya Palazón, de 46 años, mortalmente herido este martes en una reyerta en dependencias del Hospital de Molina de Segura: el hombre llevó a su hijo de 12 años al centro clínico por una fractura de muñeca y se llevó dos puñaladas al mediar en una pelea entre dos chicas jóvenes que habían quedado para pegarse. El hermano de una de ellas, al que todos conocen como el Guacho, blandía el arma. “Estamos en shock”, resumen los amigos y allegados de Juan Carlos: “Tristeza” e “impotencia” son las palabras que más repiten.
Archena, con unos 18.000 habitantes, se erige a unos 24 kilómetros de Murcia, en el corazón del Valle de Ricote, conocido por el balneario que visitan turistas de todos los puntos de España. Juan Carlos era una persona popular en el municipio. Siendo joven había trabajado con su suegro en una empresa de asfalto y en los últimos años se desempeñaba con la empresa Acciona, dentro del servicio municipal de aguas de esta localidad murciana. Ya fuera en un trabajo o en otro se manejaba a bordo de un camión. Muchos lo recuerdan a los mandos del vehículo y “siempre con una sonrisa en la cara”.
Patricia Fernández, alcaldesa de Archena, llamaba a Juan Carlos cada vez que un vecino se encontraba con un problema de aguas: “Era tan trabajador y trataba tan bien a los clientes...”, masculla conmocionada en conversación con EL ESPAÑOL. Habla del “auténtico drama” que ha supuesto el suceso: “Es lamentable, trágico”. Y se acuerda de los dos hijos que ahora se quedan sin padre, de 17 y 12 años: “Se portaba fenomenal con ellos, era una gran padre”.
El doble apuñalamiento
La alcaldesa lamenta las “circunstancias” en las que han perdido a uno de sus vecinos más admirados. Dos chicas que apenas alcanzaban los 20 años habían quedado para pegarse en un parque del municipio de Molina de Segura. Una de ellas llegó acompañada de su pandilla y se desató la reyerta. La que acudió sola consiguió zafarse y acudió a su hermano, Ramón -al que todos llaman el Guacho-, un conocido delincuente veinteañero. Acordaron ir al hospital en busca de un parte de lesiones que les sirviera para denunciar a la otra chica, sin saber que ésta última había acudido al centro clínico con las mismas intenciones.
De forma paralela, Juan Carlos Maya había viajado con su esposa desde Archena hasta Molina de Segura, distante a unos 14 kilómetros, para que atendiesen al hijo de ambos, de 12 años, con una fractura accidental de muñeca.
Todos ellos se encontraron pasadas las cinco de la tarde en la sala de espera del hospital.
La crisis se desató cuando las dos jóvenes que habían quedado para pegarse se vieron la una a la otra. Comenzaron los gritos y las amenazas. El Guacho estaba armado con un cuchillo de grandes dimensiones: “Jamonero”, especifican algunos testigos. La situación apuntaba a desbordarse. Juan Carlos trató de mediar, que la violencia no se desatase dentro de aquel recinto público. Él se llevó las dos puñaladas. Una en el corazón y otra en el pulmón.
La mujer y el hijo de Juan Carlos fueron testigos del episodio. Los sanitarios se precipitaron sobre la víctima, tratando -sin éxito- de salvar una vida que se les escapaba entre los dedos: el hombre murió a los cinco minutos. En medio de la confusión, el Guacho y su hermana escaparon. La Policía Nacional detuvo al joven al cabo de cuatro horas, quien ahora se encuentra en dependencias policiales.
Un municipio “hundido”
La noticia de la muerte de Juan Carlos se propagó con rapidez por Archena. Un amigo de la familia -prefiere mantenerse en el anonimato- recibió la noticia apenas media hora más tarde de que se produjera el suceso: “No me lo podía creer”. No cree que el fallecido “fuese con idea de meterse a pelear”: “Era muy humilde, muy conocido, le encantaba ayudar a la gente”.
Juan Carlos volcaba casi todo su tiempo en su familia. Cuando no estaba al volante del camión de Acciona le gustaba pasear por el campo con su mujer y sus dos hijos, de 17 y 12 años. También practicaba algunos deportes: “Salía a correr, era un tipo muy sano, activo...”. Y desde el último año disfrutaba dando paseos con la moto que su esposa le había regalado: “Disfrutaba mucho de esos planes, era más bien tranquilote”.
Otra vecina de Archena resume la pesadumbre que ha supuesto la noticia: “Estamos hundidos”: “Juan Carlos es… [le cuesta hablar en pasado] era muy servicial. Siempre que se encontraba con mis padres, dos personas mayores, se paraba a preguntarles con una sonrisa cómo estaban, si necesitaban algo”.
Concentración de repulsa
La conmoción se tradujo este miércoles en una concentración de repulsa a las puertas del ayuntamiento al que asistieron medio millar de personas, permaneciendo durante un minuto en un emotivo minuto de silencio. La alcaldesa, Patricia Fernández, decretó dos días de luto oficial y ordenó colgar las banderas a media asta en el balcón del consistorio: “Como testimonio del dolor del pueblo de Archena ante el cruel asesinato del vecino de esta población Juan Carlos”, incidió la primera edil.
Hay quienes ven en Juan Carlos a Pablo, el estudiante malagueño de 22 años que también murió a golpes el pasado 22 de abril al mediar en una pelea que se había desatado en la esquina entre las calles Lazcano y Comedias de la capital de la Costa del Sol: los dos agresores la emprendieron a patadas con él hasta que perdió el conocimiento. Sufrió una parada cardiorrespiratoria y los servicios médicos no pudieron reanimarlo.
Juan Carlos también perdió la vida por tratar de evitar un episodio de violencia. “Quien lo conoce sabe que no podía soportar ver algo así, que eso le empujó a intentar separar a las chicas”, explica una amiga de la víctima. “Una pesadilla”, define ésta misma, de la que ni su mujer viuda ni sus hijos huérfanos podrán despertar.