Esta es la historia de dos niños jugando a ser mayores. Mayores y malotes. Dos niños que tienen una concepción tóxica del amor a una edad temprana, en 1º y 2º de la ESO. "Dice k me odia, yo se k me quiere", escribía Tóxica sobre Markus (nombres ficticios para preservar su identidad) en una de sus redes sociales, bajo una foto en la que posaba con su 'novio' en un parque.
Este jueves, casi dos meses después de aquella instantánea, la niña, que está a punto de cumplir 13 años, cogió una navaja multiusos y asestó hasta 5 puñaladas al niño de 14 en el instituto público Valdebernardo, en el distrito madrileño de Vicálvaro. Lo hizo en el pasillo del centro, a la salida de la clase de Artes y ante la mirada de algunos compañeros. El niño ingresó en el Hospital Niño Jesús con tres cortes en el brazo y dos en la espalda. Este viernes fue dado de alta y ya está en casa con sus padres. Ella fue expulsada del centro y como es menor de 14 años, no es responsable judicialmente de su agresión. Sus padres deben decidir su futuro.
La escena violenta de la que los medios de comunicación se han hecho eco este viernes solo es el episodio más sangriento de la historia de estos dos menores que habían adquirido papeles de adulto alejados de la realidad, basándose en el peor lado de las relaciones. Habían adquirido unos roles en las redes sociales (aquel lugar donde piensan que pueden ser quienes quieren ser) que acabaron saltando a su vida real. Pensaban que martirizándose, se querían. EL ESPAÑOL reconstruye la historia de los niños con los testimonios de los alumnos del instituto.
LA 'EMO' Y EL 'MANGA' DE VALDEBERNARDO
Tóxica y Markus son de Valdebernardo, el barrio que se sitúa más al oeste del distrito de Vicálvaro, en Madrid. Un barrio que antes fue pueblo, y en el que las casas bajas conviven con precarios bloques colmena con la ropa tendida en la ventana. Chalets nuevos, enormes bloques en construcción y la parroquia junto a un taller de saneamientos. Al final del Camino Viejo de Vicálvaro, donde se acaba todo ese 'junta y pega' y ya no queda ninguna vivienda, está el instituto público Valdebernardo. Los dos protagonistas de esta historia de amor-odio estudiaron juntos en el colegio de primaria que está a pocos metros del centro. Cuando ella estaba en quinto y él en sexto de primaria, ya se gustaban. Pero hasta que no se mudaron al instituto, no comenzaron a salir. Los dos encontraron una estética con la que diferenciarse de los demás, empezaron a escuchar música underground y a buscar frases en los libros y las series que definieran su atormentada existencia. Vamos, entraron en la pre-adolescencia.
Desde el principio discutían mucho. Ella hacía de 'dominatrix', "jugaba a que ataba al chico con una correa y le paseaba como a un perrito", cuenta uno de sus compañeros. Él intentaba darle celos en las redes sociales. Lo dejaron y volvieron varias veces, pero la última vez que ella lo dejó, a él le sentó peor que nunca. Comenzó a llamarla 'guarra', 'puta' y otras tantas cosas, insultos que también secundaron sus amigos. Él difundió el bulo de que estaba embarazada "porque lo habían hecho sin condón", cuentan algo ruborizadas otras niñas del instituto. Como los 'Capuleto' y los 'Montesco', los amigos de uno y otra tomaron parte caldeando más el ambiente. Cuando su enfado (y su popularidad) ya eran irreversibles, la chica atacó al chico con un arma que robó de la cocina de su casa: la navaja multiusos para abrir las botellas de vino, los botellines y las latas de atún.
Hace un año, Tóxica y Markus eran dos niñitos dulces. Pero desde septiembre, cuando empezaron a salir juntos, los dos se han ido transformando. Se sentían bien con ese papel de adultos y ni siquiera eran conscientes de que el tipo de relación que tenían les podía hacer daño. Tóxica es 'emo'. Los emos han sido apodados como los 'románticos del siglo XXI'. Pertenecen a una subcultura que surge alrededor del género musical del hardcore punk. Aunque las convicciones de Tóxica, con 13 años, no van tan lejos. A ella le gusta la estética de esta tribu urbana. Viste de negro, suele taparse la cara con su propio pelo, alisado permanentemente, y se hacen fotos oscuras, con mensajes tristes y nostálgicos. "¿Por que tan emo? Tan dark (oscuro) todo, es decir, el año pasado barbies y este año todo se ha ennegrecido...", le escribe un compañero en This Crush, una página web de mensajes instantáneos utilizada básicamente por adolescentes y donde éstos pueden verter todo tipo de insultos y amenazas con nombre anónimo. Mensajes que se envían cada 30 o 40 segundos. A juzgar por el timeline de la red, están enganchados a ella toda la tarde.
Markus es 'manga', le gustan los cómics japoneses y la estética que hay alrededor de ellos. También ha hecho de las redes sociales un espejo donde mirarse y donde leer las alabanzas de sus amigos cada vez que se hace un cambio de look. En las redes, Tóxica y Markus hacían partícipes a todos sus amigos de su relación y sus complicaciones. No hay ningún filtro que evite que los menores cuelguen sus fotos en páginas como Instagram, por lo que allí todo era público. Desde el incidente del jueves, sus perfiles y los de sus amigos más cercanos se han silenciado. La realidad, esta vez, les ha dado un golpe tan duro que no encontraban hashtags para describir la situación. "Un niño no ha venido hoy a clase, pensamos que ha sido porque estaba muy sorprendido por esto", comentaba una compañera. Los profesores del centro no han querido hacer ninguna declaración al respecto. No han aclarado si la niña volverá o será expulsada de manera permanente.