“La campaña ha terminado. Por fin, pase lo que pase, ha concluido”, suspiraba Brigitte Macron, entre el agotamiento y el alivio, en los corredores del periódico donde su esposo acababa de conceder su última entrevista de campaña. “¡Ánimo, ya queda poco!”, lanzaba con una media sonrisa a los redactores, exhaustos tras meses cubriendo unos comicios presidenciales fuera de toda norma. Unas elecciones en las que Brigitte, sombra inseparable de Emmanuel Macron, también ha jugado un papel esencial.
“Una presencia que tranquiliza, una voz que contradice o estimula, un ojo que valida o desaprueba. (…) La parte no negociable de su esposo”, así resume el semanario L’Express, en un reportaje titulado Su rol secreto en la campaña, el cometido de una mujer que parece romper con todos los estereotipos de la vida política francesa.
La historia de la pareja es, indudablemente, atípica. “Fue en el colegio, gracias al teatro, donde conocí a Brigitte. Las cosas sucedieron subrepticiamente y me enamoré. Por una complicidad intelectual que se convirtió, día a día, en una proximidad sensible. Después, sin contienda alguna, en una pasión que todavía dura”, relata el propio Emmanuel Macron, nuevo presidente de la V República, en su ensayo Révolution. Nada de extraño hasta ahora, si no fuera porque por aquel entonces, Brigitte no era una compañera de clase, sino su profesora de francés y de teatro, veinticuatro años mayor que el joven estudiante.
Un amor “clandestino, a menudo escondido, incomprendido por muchos. (…) Pero un amor que, a fuerza de tenacidad y determinación, pudo ser vivido el gran día”, continúa el nuevo inquilino del Elíseo en su obra. Y es que, esta furtiva relación, rechazada en un principio por los padres de Emmanuel Macron, Manu como le apodan sus allegados, culminó en 2007 con su matrimonio en el Ayuntamiento de Touquet.
El documental La stretégie du météore (La estrategia del meteorito), realizado por Pierre Hurel, muestra varias secuencias inéditas del enlace. “Cada una y cada uno de vosotros habéis sido testigos, a lo largo de los últimos trece años, de lo que hemos vivido. Lo habéis aceptado y habéis contribuido a que seamos lo que somos hoy. Es decir, algo que no es muy común, una pareja que no es del todo normal –incluso a mí no me gusta este adjetivo-, pero una pareja que existe, y esto es gracias a vosotros”. Con estas palabras Emmanuel Macron, recién entrado en la treintena, celebraba su matrimonio con Bibi, como él mismo la apoda, frente a sus invitados. Agradeciendo, además, el apoyo de los hijos de su esposa: Sébastien, Laurence y Tiphaine -fruto de su matrimonio con André-Louis Auzière-, con los que comparte una idílica relación y a quienes se ha podido ver en varios mítines a lo largo de si campaña.
Así, Emmanuel y Brigitte, formalizaban una relación “poco común”, la “clandestinidad” quedaba relegada al pasado. Desposando a quien fuera su profesora de secundaria, Macron renunció a una futura paternidad, pasando a formar parte de la familia de Brigitte, actualmente abuela de seis nietos. “La verdadera valentía fue la suya. La determinación generosa y paciente también. Ella tenía tres hijos y un marido. Por mi parte, yo era un estudiante y nada más. No me quería por lo que yo tenía, por una situación, por el confort o la seguridad de aquello que yo aportaba. Ella renunció a todo esto por mí. Lo hizo preocupándose constantemente por su hijos. Nunca impuso nada, pero hizo entender, con dulzura, que lo impensable podía imponerse”, detalla el líder de En Marche! en su obra.
Tan impensable, quizás, como imaginarse que diez años después de aquel enlace, Emmanuel Macron se convertiría en el jefe del Estado y Brigitte en la primera dama de Francia. Sin embargo, este domingo 7 de mayo, como vaticinaban todos los sondeos, “Manu y Bibi” se han convertido en los nuevos inquilinos del Palacio del Elíseo.
Profesora, amante por un tiempo, esposa y ahora también piedra angular de la campaña del candidato centrista. Brigitte Macron, discreta y al mismo tiempo omnipresente, ha convertido el camino hacia la victoria de su marido en un combate propio. “La mujer del exministro de Economía busca los lugares, los temas, las problemáticas, que pueden interesar a su marido”, explican los periodistas Elise Karlin y Corinne Lhaïk, en el semanario L’Express. Esta mujer de ojos claros y cabello rubio, atenta y empática, en un segundo plano durante las intervenciones públicas de su marido, es, en realidad, “la acompañante, la facilitadora, la tutora y la organizadora”.
“Quizás, la palabra que mejor define el trabajo de Brigitte a lo largo de la campaña es ‘coach’, una especie de entrenadora que ayuda a Macron a preparar cada discurso, cada debate, cada intervención pública. Sabe cuándo y dónde el candidato debe hacer énfasis en una palabra u otra, y con qué tono debe dirigirse al público. Tiene la capacidad de reconfortarlo y tranquilizarlo antes y después de cada mitin”, explica Mathieu Magnaudeix, periodista encargado de seguir la campaña del candidato de En Marche! para el diario digital Mediapart. “Ella no se entromete en los temas del programa, la política en sí misma no le interesa”, prosigue.
Brigitte Macron no tiene un despacho en el cuartel general del candidato. Sin embargo, asiste con frecuencia a las reuniones de agenda de su marido y le representa en ciertas reuniones temáticas. Su presencia al lado del nuevo presidente no es ninguna novedad. La película documental La stretégie du météore recoge una escena premonitoria de su actual rol: el 30 de agosto de 2016, Emmanuel Macron ha tomado su decisión de dejar el Ministerio de Economía. El entonces ministro se citó en Bercy con todos sus colaboradores gubernamentales, una reunión en la que compareció acompañado de Brigitte. “Muchas gracias por el lugar que me habéis dado”.
El propio Macron, ante las críticas de aquellos que le acusan de formar parte de una “pareja people”, demasiado expuesta a las cámaras, demasiado evidente y pública, abordó la cuestión en una entrevista concedida el pasado 27 de abril a TF1: de ganar las elecciones, su esposa tendrá “un papel público”. “No será remunerada por el contribuyente, es algo que nunca he hecho. Hay que respetar esta regla, pero ella tendrá una existencia, una voz, una mirada. (…) Ella podrá elegir lo que quiere ser. Por otro lado, quiero salir de la hipocresía francesa: cuando uno es elegido presidente de la República, este vive con alguien, cede sus días y sus noches, cede su vida privada. Por lo tanto, es imprescindible que la persona que vive con nosotros pueda tener un rol y que sea reconocida por este mismo”.
Una declaración de intenciones de la que hizo gala la noche del pasado domingo 23 de abril, cuando el entonces candidato subió al escenario, vitoreado por sus seguidores, de la mano de Brigitte para celebrar su triunfo en la primera vuelta de los comicios. Así, quien fuera su profesora de teatro, su “affaire” discreto y contenido, ha pasado a formar parte de un tándem político, de una ambición compartida: la presidencia de la V República.
“¡Eso es una cosa de profesora!”, espetó Macron a su mujer durante una sesión de ensayo, filmada por Pierre Hurel, antes del mitin de presentación del movimiento En Marche!, cuando ésta aleccionaba al benjamín político sobre el ritmo de su discurso. Quizás, el pasado aún tiene cierto lugar en el presente, donde la relación profesora-alumno emerge sutilmente. “Yo le he visto algunas veces junto a ella, como un niño pequeño que es reñido por su maestra del colegio. (…) Cuando ella está presente, él no es el mismo”, se burla un fotógrafo en declaraciones recogidas por Caroline Derrien y Candice Nedelec, autoras del libro Les Macrons, publicado el pasado 8 de marzo.
Sea como fuere, de lo que no cabe duda es que “Manu y Bibi” forman un equipo construido contra viento y marea. La relación con Brigitte es “la adoración. (…) Laetita Casta podría desnudarse delante de él que no le haría nada. Entre Emmanuel y Brigitte hay un amor completamente fusional”, relata la madre de Emmanuel Macron a Anne Fulda, autora del libro Emmanuel Macron, un jeune homme si parfait (Emmanuel Macron, un joven hombre tan perfecto).
Adoración, pasión, complicidad, quizás también algo de subordinación. “Brigitte Macron minimiza, a partir de ahora, su papel en la campaña: ‘Soy la mujer del candidato, nada más’ (…) Pero es falso, claro. Es mucho más que eso, (…) es el medio de transmisión, consejera, supervisora de la agenda, del horario… ‘Emmanuel, vamos’, le previene al final de los mítines, cuando él se entretiene demasiado. Durante todo el día, apunta en su portátil lo que escucha, sus ideas y sus sugerencias. Y todas las noches, es un ritual, la pareja hace un ‘debriefing’”, relata el diario Le Monde bajo el título Brigitte Macron, la compagne présidentielle (Brigitte Macron, la acompañante presidencial).
Esta mujer, nacida en el seno de una reputada familia de chocolateros en la región de Amiens, calificada por muchos como “burguesa”, ha roto muchos y variados estereotipos, convirtiéndose en la primera esposa que hace campaña, literalmente, con su marido. Emmanuel Macron ya ha prometido que, de cruzar las puertas del Elíseo, Brigitte “tendrá un verdadero papel, un lugar, una exigencia no disimulada, no estará detrás de un mensaje en Twitter –haciendo alusión a Valérie Trierweiler, ex pareja de Hollande- ni en un escondrijo”, aseguró durante un discurso pronunciado el pasado 9 de marzo, con motivo del Día Internacional de la Mujer.
La noche de este domingo, Brigitte y Emmanuel Macron se convierten en un tándem presidencial. Encarnarán ahora una ruptura definitiva, no sólo con los partidos políticos tradicionales, sino también con los estereotipos conservadores que planean en torno a la figura del presidente y su primera dama.