Domingo 16 de abril. María del Rosario Luna Barrera intercambia mensajes con una amiga para quedar por la tarde y salir a tomar un café. Nunca llegó a la cita. Su pareja, Antonio G.G., acabó con su vida: le cubrió la cabeza con bolsas de plástico y le enrolló el cuello con varias cuerdas hasta que Rosario, de 39 años, dejó de respirar. Después, la metió en una maleta que fue encontrada en el cauce seco de un arroyo. Antonio siguió con su vida normal hasta el pasado jueves, cuando fue detenido.
Esto ha ocurrido en Alcolea del Río, un pequeño pueblo sevillano que no llega a los 3.500 habitantes y en el que este fin de semana, no se habla de otra cosa. Rosario y Antonio vivían desde hace diez años en el número 14 de la calle Cádiz junto a la hija de ambos, una casa que anteriormente había pertenecido a los abuelos de él y donde llevaban una vida aparentemente normal. “Eran personas muy educadas”, dice una vecina consternada por el crimen: “En esa casa nunca se escuchó nada”.
Pero eso era de puertas para fuera. La pareja, que no estaba casada, llevaba meses inmersa en una crisis. Ella era ama de casa, estaba operada de la espalada y desde hacía años llevaba una peluca que cubría su estropeada cabellera mermada por “los nervios”, mientras que Antonio era jornalero y trabajaba en el campo, aunque lleva algo más de año y medio de baja por un problema en la rodilla del que tendría que ser intervenido.
Rosario había hecho consultas a los servicios jurídicos del Ayuntamiento del pueblo sobre su intención de separarse y de irse junto a su hija a Granada, donde reside un hombre al que había conocido a través de la red social Facebook. En las semanas previas a su desaparición, de hecho, Rosario se había pegado alguna escapada sin su familia y a sus amigas las había bloqueado para que no siguieran sus pasos.
La obsesión de Antonio: su mujer “lo envenenaba”
Desde hacía un tiempo, Antonio estaba obsesionado con un asunto: su mujer “los envenenaba” a él y a su hija. Así se lo hizo saber a una pareja amigo de ambos: “Nos lo dijo varias veces”. De hecho, la fatídica tarde de ese 16 de abril, Antonio dejó a su hija en casa de este matrimonio para, según les dijo, llevar una muestra de sangre a una clínica del vecino pueblo Lora del Río para que fuera analizada y así intentar confirmar sus sospechas, que Rosario los estaba envenenando.
Pero esa misma tarde ocurriría algo muy diferente. Antonio volvió a su casa y, por sorpresa, atacó por la espalada a Rosario después de que le anunciara su intención de separarse. La asfixió, según cuenta la agencia Efe. Utilizó bolsas de plástico y cuerdas que estrechó hasta que mató a su pareja. Después, y sin que hayan transcurridos más detalles del crimen, el cuerpo de Rosario fue encontrado por la Guardia Civil en el interior de una maleta en un cauce seco de un arroyo del paraje Calera El Mochilón, en el mismo pueblo Alcolea del Río.
Después de ese 16 de abril, poco cambió para Antonio. Ante los amigos, justificaba la ausencia de su mujer como una escapada más de las que, últimamente, hacía; y tampoco quiso avisar a la familia de ella, “con la que no tenía muy buena relación”. Su coartada era la siguiente: el día 16 de abril, al volver a casa, notó que faltaba ropa de su mujer, así como efectos personales y supuso entones que se había marchado voluntariamente.
Sin embargo, una semana más tarde de aquel día todo cambió, esta vez sí. Fue el día de la comunión de la pequeña, el 23 de abril, cuando los familiares de Rosario llegaron al pueblo y no la encontraron. La hermana de la víctima denunció su desaparición y comenzó una intensa investigación por parte de la Guardia Civil, que puso a Antonio bajo sospecha casi desde el primer momento debido a sus múltiples contradicciones.
NUNCA LLEGÓ A LA COMUNIÓN
Rosario le había confesado a una amiga que después de la comunión de la pequeña se iba a separar. Estaba “ilusionada” con la celebración y hasta una vecina le había dejado unos zapatos para lucirlos ese día…al que nunca llegó. En los archivos de los investigadores no consta ni una sola denuncia previa por violencia de género.
El jueves 4 de mayo fue determinante. El equipo central de inspecciones oculares de la Dirección General de la Guardia Civil realizó un registro en el domicilio de la pareja, en la casa de los abuelos de Antonio, y rastreo algunas zonas con el apoyo de perros adiestrados hasta que hallaron el cadáver de Rosario en el interior de una maleta. Antonio confesó su crimen por la influencia, probablemente, de su familia.
Cuentan los vecinos del pueblo, que el hermano de Antonio, guardia civil de profesión, lo recogió a él y a su hija del pueblo para llevarlos a casa de sus padres. Fue allí donde el jornalero en paro intentó suicidarse y, tras ser trasladado al centro de salud, se derrumbó y confesó cómo había matado a su pareja sentimental.
El ya autor confeso pasará a disposición judicial este lunes 8 de mayo después de haber sido dado de alta de las heridas que se produjo antes de asumir el crimen, que instruirá el juzgado de violencia de género número 1 de Lora del Río (Sevilla). El pueblo no olvida lo ocurrido y también este lunes, que ha sido decretado día de luto oficial, se concentrara para condenar la los hechos y recordar a Rosario.
María del Rosario Luna, de 39 años, es la vigésimo quinta mujer asesinada por un hombre desde que comenzó el año. Se suma a la lista de víctimas mortales de la violencia machista en España en 2017 en la que también están Matilde de Castro, de 44 años; una mujer de 25 años cuyo nombre se desconoce; Blanca Esther Marqués, de 48; Toñi García Abad, de 33 años; María de los Ángeles, de 77 años; Virginia Ferradás, de 55 años; Cristina Martín Tesorero, de 38 años; Ana Belén y Ana, madre e hija de 46 y 18 años; Carmen González Ropero, de 79 años; J.D.L.M., de 40 años (solo se conocen las iniciales); Laura Nieto Navajas, de 26 años; María José Mateo García, de 51 años; Leidy Yuliana Díaz Alvarado, de 34 años; Margaret Stenning, de 79; una mujer de 91 años cuyo nombre se desconoce; Mariló Correa Pérez, de 47 años; Gloria Amparo Vásquez, de 48 años; Erika Lorena Bonilla Almendárez, de 32 años; Yurena López Henríquez, de 23 años; María Victoria Zanardi Maffiotte, de 44; Ana María Rosado, de 42 años; Andra Violeta Nitu, de 24 años y Raquel López, de 45.
En total, la serie 'La vida de las víctimas' contabiliza 25 mujeres asesinadas. EL ESPAÑOL está relatando la vida de cada una de estas víctimas de un problema sistémico que entre 2003 y 2016 ya cuenta con 872 asesinadas por sus parejas o exparejas.
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