En el Mediterráneo hay comercio, intercambio: vida. Pero también mucha muerte. Se ha convertido en el mayor cementerio de Europa. Da sepultura a las 38.000 personas que en lo que va de siglo han volcado su existencia en el sueño de alcanzar el Viejo Continente. El caos que se registra en Libia y Siria amenaza con extenderse -más aún- por la región. Quizá haya que remontarse a los tiempos de los viejos emperadores para encontrar otro momento en el que el Mare Nostrum haya desempeñado un papel tan significativo.
Los informes que maneja la OTAN detallan el infierno potencial que podría representar el Mediterráneo. La inestabilidad de África subsahariana y de Oriente Medio son un riesgo directo para los 28 países miembro. Y la Alianza, en su intención de contar con una radiografía exacta del escenario, ha tomado una decisión inédita: el despliegue de cinco 'superdrones' del modelo RQ-4B Global Hawk Block 40, unas aeronaves no tripuladas de casi 7.000 kilos de peso y 40 metros de envergadura. Todo ello para cumplir con “un amplio espectro de misiones”, según la organización atlantista: “Protección de las tropas sobre el terreno y de la población civil, control de fronteras y seguridad marítima, la lucha contra el terrorismo y la asistencia humanitaria ante desastres naturales”.
Los drones han revolucionado el escenario geopolítico y de la defensa. La película Espías desde el cielo [Eye in the sky, 2015], protagonizada por Helen Mirren, refleja una operación de alto riesgo para acabar con uno de los líderes del grupo yihadista Al Shabaab, que siembra el terror en todo el cuerno de África. Aunque el objetivo militar se encuentra en Kenia, las decisiones y el manejo del dron -cargado con la bomba que debe acabar con el caudillo terrorista- se llevan a cabo desde el Reino Unido y EE.UU.. En un momento dado, y ante la presencia de una niña civil, surgen las dudas morales de si se debe o no actuar.
La historia que se cuenta en la película no difiere de la realidad: en marzo de 2015, EE.UU. mató mediante un dron a Adnan Garaar, uno de los principales líderes de Al Shabaab, cabecilla del atentado del 23 de septiembre de 2013 contra el centro comercial Westgate de Nairobi en el que murieron 72 personas. El sucesor de Adnan Garaar, Hassan Ali Dhoore, clamó venganza por la muerte del yihadista y ordenó atacar la Universidad de Garissa (también en Kenia) el 2 de abril de 2015, sumando otras 156 víctimas al historial de Al Shabaab. El propio Ali Dhoore correría un destino similar al de su predecesor: en abril de 2016 perdió la vida tras el ataque teledirigido de un dron estadounidense.
Invisibles a casi todos los radares y con un amplio rango de movimiento, los vehículos aéreos no tripulados [UAV por sus siglas en inglés, también llamados simplemente drones] suponen una herramienta crucial en la estrategia del siglo XXI. También en el Mediterráneo.
Despliegue defensivo
A diferencia de las operaciones detalladas anteriormente, los drones de la OTAN -los RQ-4B Global Hawk Block 40- no tendrán armas de ataque; su misión será puramente defensiva. La base de operaciones se ubicará en Sigonella, en Sicilia (Italia), en un programa bautizado con el nombre de Vigilancia Terrestre de la Alianza [Alliance Ground Surveillance]. Todavía en fase de desarrollo, fuentes de la organización atlántica consideran que el operativo podrá activarse a finales de 2017, posiblemente después del verano.
Quince países aliados participan desde 2009 en el desarrollo de este sistema: Bulgaria, República Checa, Dinamarca, Estonia, Alemania, Italia, Letonia, Lituana, Luxemburgo, Noruega, Polonia, Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia y Estados Unidos. Las empresas Airbus Defence and Space, Selex ES y Kongsberg (alemana, italiana y noruega) han liderado la fabricación de los diferentes componentes del sistema. Los demás países de la Alianza -España entre ellos- contribuirán de forma económica en su sostenimiento, una vez ya esté activo.
Los cinco drones representan para la OTAN un ejemplo de integración y colaboración entre los diferentes países miembro. Con ellos se obtendrá información detallada y al instante de lo que ocurre en el Mediterráneo y sus zonas de influencia; hasta ahora, todos los informes procedían de los rastreos efectuados por las fuerzas armadas de los aliados, principalmente Italia. La canalización directa de la información permitirá a la OTAN actuar con mayor rapidez y precisión.
Así son los drones
Al hablar de drones, es fácil imaginar los aparatos que puede emplear un usuario o un aficionado a la aeronáutica, relativamente manejables y de poco peso. Esas características no encajan en las naves no tripuladas de la Alianza, con un peso de 6.781 kilos y una envergadura de 39,8 metros. Además, estarán equipados con múltiples radares y sensores que les permiten actuar en las condiciones meteorológicas más adversas y recorrer distancias de hasta 16.000 kilómetros. Con 575 kilómetros por hora como velocidad punta, tienen en el despliegue rápido una de sus principales virtudes.
Según los informes de la Alianza Atlántica, los RQ-4B Global Hayk Block 40 tienen las siguientes características:
- Envergadura: 39,8 metros
- Longitud: 14,5 metros
- Altura: 4,7 metros
- Peso: 14.950 libras / 6.781 kilos
- Capacidad máxima de peso al despegar: 32.250 libras / 14.628 kilos
- Capacidad de combustible: 17.300 libras / 7.847 kilos
- Carga útil: 3.000 libras / 1.360 kilos
- Velocidad: 310 knots / 357 mph / 575 kilómetros por hora
- Rango de movimiento: 8.700 millas náuticas / 10.112 millas / 16.113 kilómetros
- Altitud máxima de vuelo (techo): 60.000 pies / 18.288 metros
La Alianza Atlántica ya tiene desplegadas en el Mediterráneo dos fuerzas de reacción rápida para responder en caso de crisis; la Armada española contribuye con dos fragatas, la Reina Sofía y la Álvaro de Bazán. Con la llegada de los drones, la OTAN multiplicará sus capacidades de inteligencia en la región.
Los ministros de Defensa de los cuatro países del sur de Europa -María Dolores de Cospedal por parte de España; José Alberto Azeredo, de Portugal; Jean-Yves Le Drian, de Francia; y Roberta Pinotti, de Italia- se reunieron el pasado 7 de febrero en Oporto y le plantearon al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, que reforzase el papel de la organización atlantista en el Mediterráneo. La llegada de los drones cumplirá en buena medida con estas exigencias.
La presión de Rusia
Junto al flanco sur de Europa, la OTAN encuentra otra amenaza en las regiones de viejo dominio soviético. Los últimos movimientos de Vladimir Putin inquietan en el cuartel general que la Alianza tiene en Bruselas. La invasión rusa de Crimea (Ucrania) representó el punto álgido de las tensiones este-oeste.
En respuesta a estas injerencias, la organización que coordina Jens Stoltenberg ha desplegado varias fuerzas en puntos de influencia; la última de ellas -con colaboración de España- en Estonia y Lituania, donde asume el control de la policía aérea. Son múltiples las transgresiones rusas en la región. La organización también asume el control terrestre de las fronteras.
En un movimiento similar, la OTAN cuenta con un despliegue militar en Turquía; un modo de arropar al país otomano frente a las tentativas rusas de aislarlo de la Alianza Atlántica. España colabora con unos 150 efectivos y una batería antiaérea de misiles Patriot.
Esfuerzos ingentes para un escenario novedoso. Porque el Mediterráneo, como no ocurría desde hacía siglos, es el escenario en el que se libra la lucha por la estabilidad de Europa, África y Oriente Medio.