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En España hay madres sin hijos e hijos sin madre. Desde que comenzó el año hay 30 víctimas mortales de la violencia machista: esto significa que cada cinco días asesinan a una mujer. También han asesinado a seis menores y 14 han quedado huérfanos. Según cifras oficiales, las mujeres asesinadas en estos cinco meses son 28. ¿Por qué? La actual ley de violencia de género (ley orgánica 1/2004) solo incluye los feminicidios íntimos: mujeres asesinadas por un hombre con el que mantenían o habían mantenido una relación. ¿Qué significa esto? Que hay dos casos que no se ajustan a ese marco. Corresponden a los de Ana y Hilda.

Ana era la hija de Ana Belén Ledesma. Ambas residían en Daimiel (Ciudad Real) y fueron asesinadas en febrero por la pareja de la madre. Su madre sí contabiliza como víctima de violencia de género, pero la hija, al no tener una relación íntima con su asesino, no. El otro caso es el de Hilda, asesinada por el novio de su sobrina en Caudete (Albacete) en mayo. Cuando Hilda supo que él había intentado estrangular a su sobrina, le denunció. El agresor, Ronald Alexander, fue a su lugar de trabajo y la asesinó. Como tampoco había una relación de pareja con Ronald Alexander, no se la incluye en la lista oficial. En EL ESPAÑOL hemos decidido contabilizarlas porque creemos que es parte de la lucha contra la violencia machista: en nuestra reconstrucción de la memoria histórica, ellas deben estar.

Radiografía de la violencia machista de enero a junio de 2017, en datos.

Si tomamos los datos oficiales para hacer una comparativa vemos que en el mismo periodo de 2016 (de enero a mayo) hubo 19 feminicidios; este año ya hay 28. Esto supone un aumento del 47%.

También hay un incremento del número de menores asesinados: seis en total hasta el 1 de junio de 2017, una cifra que quintuplica a la del año anterior, según datos del Ministerio de Igualdad. En tres de los seis casos, los niños fueron asesinados junto a sus madres. Corresponden a las historias de Ana María Rosado (dos hijos) y Raquel López Airas (un hijo). Los otros tres pequeños fueron asesinados como castigo en vida a la progenitora. Corresponden a las historias de Noemí Dávila (su marido se tiró junto a la bebé de ambos desde una ventana del hospital La Paz), de Sara Bernal (su pareja asfixió al bebé de ocho meses y le pegó una paliza a ella) y del niño de once años cuyo padre asesinó a golpes ("te voy a dar donde más te duele", le había dicho el agresor a la madre).

Además, según nuestra contabilidad, hasta 14 críos han quedado huérfanos después de que sus madres fuesen asesinadas a manos de sus padres o parejas de sus madres. Corresponden a los casos de Estefanía (no constan apellidos), Cristina Martín Tesorero, J.D.L.M. (solo constan iniciales), María José Mateo García, Leidy Yuliana Díaz Alvarado, María del Rosario Luna Barrera, Eliana González Ortiz, Beatriz Ros García y Valentina Chirac.

Perspectiva de género e inmigración

En total hay 29 agresores (recordemos que en el caso de Ana Belén Ledesma y su hija, el asesino es el mismo) y 30 mujeres asesinadas. A veces se tiene la falsa creencia de que la mayoría de agresores son extranjeros. Sin embargo, los datos demuestran que no es así: de los 29 agresores, solo 9 habían nacido en otro país. Esto supone un 31%. La tendencia se mantiene si miramos los informes oficiales de años anteriores: en 2012, solo el 25% de los agresores era extranjero; en 2013 y 2014, el 31,5%; en 2015, el 26,7%; y en 2016, el 34,1%.

La cifra es similar si analizamos el origen de las víctimas mortales: 10 de las 30 no habían nacido en España (33%). Este dato —el país de nacimiento— es relevante para aplicar la perspectiva de género a la hora de analizar el fenómeno migratorio. ¿Qué quiere decir esto? Que estas mujeres sufren una doble vulnerabilidad: "La mujer que migra experimenta un gran desarraigo: está en un país extraño, de costumbres y cultura ajenas, muchas veces sin su familia, y en la mayoría de los casos, con sus expectativas frustradas", apunta el informe sobre mujeres inmigrantes y violencia machista de la Federación de Mujeres Progresistas.

Víctimas de todas las edades

Las expertas en violencia machista insisten en que cualquier mujer puede ser víctima, sin importar la edad. Este año, la mujer asesinada más joven tenía 18 años y la mayor, 91. Si contabilizamos a todas estas mujeres, la edad media es de 44 años, aunque eso no implica la creación de un patrón; de hecho, no lo hay. La psicóloga Silvia Monterrubio pide no infravalorar los pequeños gestos cotidianos: "Cuando hago formación a mujeres jóvenes incido en la detección temprana. Cuando tu pareja va a buscarte por sorpresa al trabajo cada dos por tres, ¿es detallista o es que está controlándote? Cuando estás fuera y tu pareja te llama varias veces ¿está preocupado por ti o está controlándote? Ese tipo de cosas pueden pasar desapercibidas y pueden confundirse con el llamado mito del amor romántico. Así que no, no es un arrebato ni un pico de ira, hay una relación de maltrato detrás, en la que ha habido violencia desde los inicios, aunque los demás no lo vean o no lo quieran ver".

Un ejemplo de cómo estas conductas se dan también entre los jóvenes es un caso reciente de un menor de 14 años que ya tiene una orden de alejamiento de 10 metros sobre su exnovia de 13 años: apostaba con sus amigos a que era capaz de pegarle igual que a otras parejas anteriores, y la agredía verbalmente a través de redes sociales enviándole mensajes como "te voy a joder la vida" o "ya verás cómo vas a acabar llorando cuando te joda de verdad".

Patricia Reyes, diputada de Ciudadanos y portavoz de Igualdad en su grupo parlamentario, reconoce que "muchas chicas jóvenes no reconocen que están siendo maltratadas, y muchos chicos jóvenes no reconocen que están ejerciendo maltrato. Para acabar con la violencia machista son tan importantes las medidas punitivas como las de prevención: desde muy pequeños tienen que entender conceptos como el consentimiento o el trato igualitario".

¿Cómo abordarlo desde el ámbito político?

Hace unos meses se formó una subcomisión en el Congreso para alcanzar un Pacto de Estado contra la violencia machista. ¿En qué se ha avanzado estos meses y cuáles son los mínimos? Sofía Castañón, portavoz de Igualdad de Unidos Podemos, reconoce que la ley 1/2004 fue "de vanguardia en su momento", pero "ya entonces hubo un debate sobre si se debía circunscribir la violencia de género solo al ámbito de pareja". "El Convenio de Estambul dice que es insuficiente entender que la violencia de género es solo eso. La violencia que sufrimos las mujeres trasciende ese ámbito. A día de hoy cuando asesinan a una prostituta no se entiende como violencia de género porque no había una relación sentimental, pero desde luego es violencia estructural contra las mujeres", añade.

Castañón arremete contra la cobertura de los medios de comunicación (especialmente cuando se trata de uno público) sobre los feminicidios: "Para muchas cuestiones consultan a expertos, pero los asesinatos a mujeres se cubren como sucesos y parece que puede hablar un vecino cualquiera y decir 'saludaba todos los días'. Se necesita un grado de responsabilidad en todos los ámbitos, desde el institucional hasta el educativo, pasando por el informativo".

Patricia Reyes, portavoz de Igualdad de Ciudadanos, reconoce que si comparamos las cifras actuales con las de hace diez años "no se puede decir que estemos mejorando". "Algo está fallando", añade. "Creo que el Pacto debe ser contra la violencia machista, que eso incluye desde los asesinatos a mujeres hasta agresiones sexuales, pero las leyes para temas como el de la trata de mujeres deben ser específicas para atajar esos problemas".

Ángeles Álvarez, portavoz de Igualdad del PSOE, opina que el problema no es la ley en sí, sino que "la ley no se ha implementado en muchos aspectos". "Donde más carencias hay es en la prevención: por falta de recursos y por una cuestión ideológica del Partido Popular. Durante los primeros años de la ley se atendió lo urgente: poner en marcha la Fiscalía, hacer funcionar los juzgados específicos de violencia de género... Después había que continuar, pero la llegada del Partido Popular supuso un frenazo".

Para Álvarez, hay tres factores fundamentales que deben tenerse en cuenta a la hora de lograr un Pacto de Estado: la complicidad con los medios de comunicación, la formación específica de los jueces y devolver las competencias en esta materia a los ayuntamientos. "Los medios tienen una responsabilidad social respecto a cómo se construye el sexismo y deben entenderlo ya. Además, la respuesta no puede ser solo penal. ¿Qué significa eso? Que hay otros problemas: las resistencias ideológicas al aplicar la ley por parte de muchos jueces. Uno de nuestros objetivos es modificar el sistema de especialización de jueces. Queremos un modelo similar al Juzgado de Menores. No vale con darles un texto o un curso online y no evaluarlos después". Por último, la socialista señala que el Pacto debe devolver las competencias de asistencia social y psicológica a las víctimas "arrebatadas a los ayuntamientos por el PP". En los últimos años, los municipios han cerrado nueve de cada diez oficinas de asistencia a mujeres. "Ahí es donde van a denunciar las mujeres, no a un juzgado. A un juzgado no van porque tienen miedo", recalca.

Miguel Lorente es médico forense y fue delegado del Gobierno para la Violencia de Género en el Ministerio de Igualdad durante la legislatura de Zapatero. Afirma que "sí hay un repunte" de feminicidios y que no ayuda el hecho de que "constantemente haya hombres que banalizan este asunto y generando confusión diciendo que también hay denuncias falsas". Como Castañón y Álvarez, Lorente apunta con el dedo a los medios de comunicación: la responsabilidad a la hora de informar de un problema tan grave como este. "Llama la atención que todavía se siga titulando con 'muere una mujer a manos de un hombre'. O cuando se evita usar el término 'asesinato' porque tiene unas implicaciones jurídicas. Eso ya es falaz. Ese término, aplicado a la violencia machista, es la forma de nombrar coloquialmente un homicidio grave".

Lorente afirma que el marco cultural es un caldo de cultivo para el machismo, aunque eso no exime de responsabilidad a los agresores: "Da miedo pensar que cada año hay una media de 60 hombres nuevos que asesinan a mujeres. Son hombres tan normales como el resto, no es una patología. Cualquier hombre puede ser un maltratador, lo cual no quiere decir que todos los hombres lo sean. La cultura actual facilita que haya hombres machistas, sí, pero la cultura ni determina ni impone".

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