El submundo del espionaje español está cubierto por una oscuridad a menudo insalvable. Los escándalos de la Casa Real, las lagunas de los atentados del 11-M, la relación de sus agentes con el fin de ETA… son caramelos demasiado jugosos para las esferas políticas, que en las últimas décadas no han dudado en extender sus tentáculos hacia el antiguo CESID, hoy renombrado como el CNI. Periodistas y autores han aportado algo de luz sobre estos asuntos sombríos. Hoy es un exdirector del Centro Nacional de Inteligencia el que confirma la utilización política de las redes de espías. “Falta gestión y sobra política”, afirma Alberto Saiz Cortés, al frente de la agencia entre 2005 y 2009. Y habla de “falta de escrúpulos”, “traición” y “ambición” para definir las estructuras que sostienen la inteligencia española.
“Se percibe inmediatamente al llegar allí y comenzar a trabajar”, expresa Saiz Cortés en el prólogo de La Casa [sobrenombre con el que se conoce al CNI], obra del investigador Fernando Rueda publicada por primera vez en 1993 que ha sido reeditado por Roca Editorial. El exdirector de la agencia de inteligencia aborda por primera vez y en estas páginas su visión sobre el entramado de espionaje español: “El CNI a pocos o a casi nadie interesa, o lo que es lo mismo, no interesa la gestión, pero todos, llegado el momento, lo utilizan”.
Dispara con puntería para describir los acontecimientos. Alberto Saiz fue uno de los hombres de confianza del socialista José Bono en los últimos años de su Gobierno en Castilla-La Mancha. Ingeniero de Montes de formación, se desempeñó en diferentes cargos relacionados con el Medio Ambiente en el Ejecutivo regional. Cuando Bono fue nombrado ministro de Defensa en abril de 2004, Saiz asumió la dirección del CNI. Se mantuvo en el cargo durante cinco años, hasta 2009, ya con José Antonio Alonso como titular de Defensa.
Su salida de CNI
¿Qué ocurrió entonces para que Saiz abandonase el cargo? “Todo el que siguiera la prensa antes y después del revuelo que se orquestó y que finalmente me condujo a presentar al presidente Zapatero la opción de mi salida podrá entender que transitara por una fase en la que solo deseaba olvidar, con independencia de la obligación de callar”, sostiene. En 2009, algunos miembros del CNI le acusaron, según desveló El Mundo, de utilizar fondos públicos para su uso personal, particularmente en episodios de cacería.
Él siempre negó los hechos. Hoy habla de las supuestas presiones políticas que condicionaron su dimisión en el cargo: “No creo que nadie se sorprenda si digo que en mi salida de La Casa, los políticos han sido actores principales”, señala el exdirector del CNI, hoy relacionado con varias empresas de seguridad.
Fueron cinco años al frente de la agencia que dejaron a Saiz Cortés un sabor agridulce: “Mi balance personal es de una gran gratitud hacia esa institución en la que aprendí lo que nunca hubiera imaginado y, entre lo confesable, fijé numerosos conocimientos sobre el comportamiento humano: el miedo, el patriotismo, el valor, la ética, la traición, la entrega, la falta de escrúpulos, la ambición, la lealtad, la generosidad...”.
Manipulación del 11M
Los atentados del 11M fueron, posiblemente, el episodio más complejo que tuvo que afrontar desde la dirección del CNI. Asumió el cargo un mes después de los atentados terroristas y compareció en el Congreso en 2005 para aportar su visión de los hechos. Según denunció, el centro disponía de varios informes que alertaban del riesgo terrorista que José María Aznar ignoró.
Pero ahora da un paso más y afirma que la red de espionaje se utilizó para manipular la versión oficial: “Sirva como ejemplo el conocido y traumático atentado del 11M, que fue ampliamente tratado en los medios de comunicación, aunque no es el único ejemplo [del uso interesado del CNI] que podría ilustrar este pensamiento”.
También apunta "a los de dentro"
"Este aspecto sobre el uso interesado del Centro es aplicable también a los de dentro, aquellos que de manera callada abandonan la gestión y la ética para darle un sentido práctico a sus intereses, para ocuparse de lo que sucede y no del deber. Sí, al más puro estilo maquiavélico", sostiene Saiz Cortés.
Pese a todo, guarda un “sentimiento positivo” de su “experiencia como espía”: “Mi mayor recompensa fue salir de La Casa con ETA agonizando. Fuimos capaces de organizarnos de otra forma, una forma diferente de afrontar las nuevas y las viejas amenazas”.
Esa reorganización, asegura el exdirector del CNI, se debe en buena medida al papel del general Emilio Alonso Manglano, al frente del CESID entre 1981 y 1995. Abandonó su cargo por un escándalo de escuchas ilegales en una sede de Herri Batasuna. La Casa, el libro de Fernando Rueda que acaba de ser reeditado, recoge cuantiosos testimonios que abordan la polémica en torno a Manglano. Saiz Cortés, no obstante, pide que “la historia lo recupere y le agradezca la modernidad y el prestigio que dio al Centro”.
El salto del CESID al CNI
La Casa, de Fernando Rueda, es una obra de referencia para comprender los movimientos del espionaje español en los años del CESID, de 1977 a 2002. Fue en ese año cuando la agencia sufrió una revolución en sus estructuras y pasó a llamarse Centro Nacional de Inteligencia (CNI).
En septiembre de este año verá la luz La Casa II, que desgranará la parte más desconocida de la agencia de inteligencia en sus últimos quince años de existencia.
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