Muchos son los nombres de los supuestos conseguidores o lobbistas que han actuado en España desde que Adolfo Suárez llegara a la Presidencia del Gobierno tras la dictadura franquista. Pero si hay un nombre que sobresale durante todos estos años es el del comisionista valenciano Antonio Navalón (Valencia, 1952), ahora un personaje crítico contra los millennials, a los que ha atacado este lunes desde las páginas de opinión del diario El País. Un medio donde escribe habitualmente y para cuyos directivos y propietarios ha trabajado como “conseguidor” durante mucho tiempo. Bien a las órdenes de su ya fallecido editor Jesús de Polanco, de su ex director Juan Luis Cebrián o del abogado Matías Cortés, un personaje vinculado al núcleo de decisión del grupo Prisa. “Si los millennials no quieren nada y ellos son el futuro, entonces el futuro está en medio de la nada”, ha escrito.
El autor del polémico artículo asegura -entre otras lindezas- que “no hay constancia” de que los millennials -aquellos nacidos entre 1980 y 2000’, según Navalón- hayan crecido y nacido “con los valores del civismo y la responsabilidad”. En el texto que firma, critica una generación “que tiene todos los derechos, pero ninguna obligación” y que “no se identifica con ninguna” aspiración política o social: “Su falta de vinculación con el pasado y su indiferencia hacia el mundo real son los rasgos que mejor los definen”.
El periodista Antonio Navalón (65 años), “el gran conseguidor” como le gusta que le llamen, fue un hombre que acaparó muchas portadas de los periódicos durante los Gobiernos del socialista Felipe González, como protagonista o coprotagonista de algunos de los escándalos más sonados ligados a los más notorios personajes de la época: Adolfo Suárez, Ruiz-Mateos, Luis Valls, Matías Cortés, Mario Conde o Juan Luis Cebrián. En su agenda estaban todos los números de teléfono de todos los presidentes del Gobierno y de los principales empresarios del Ibex 35.
Desde el año 2005 vive en Monterrey (México), donde ha rehecho su vida. Allí aceptó la oferta del grupo Prisa para instalarse en el país azteca como delegado del grupo al frente de América 2010, en una suerte de exilio que le ha llevado a trabajar también como profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y como director del Seminario Sociedad y Tecnología en la misma institución. Pero Navalón sigue -a día de hoy- manteniendo estrechos vínculos con el grupo Prisa y con Juan Luis Cebrián, en particular. En su Twitter se describe a sí mismo como “periodista, voyerista de la vida y vendedor de libros”.
La vida de Antonio Navalón está llena de pleitos y problemas con la Justicia. Ya a comienzo de los años ochenta se le vinculó directamente con el empresario Ruiz Mateos y el Opus Dei.
Billetes en cajas de cartón
Colaborador de la campaña de Adolfo Suarez en 1977, el primer caso con el que se relaciona al “conseguidor” Navalón con el que fue el primer presidente de la democracia es la expropiación de Rumasa. Ruiz Mateos siempre aseguró que con él se cometió una tremenda injusticia en la expropiación de Rumasa -materializada por el Consejo de Ministros de Felipe González en febrero de 1983- al aplicarle la ley con inflexible severidad mientras que con el resto del sistema financiero y bancario se actuaba con total tolerancia y manga ancha. Por aquel entonces, figuraba como presidente de la patronal bancaria, la AEB, el miembro del Opus Dei, Rafael Termes. Ruiz Mateos confesó haber entregado donativos al Opus Dei por un valor superior a los 4.000 millones de pesetas en dinero negro a lo largo de las más de dos décadas de existencia de Rumasa. De ellos, más de 1.500 millones fueron entregados en divisas que habrían salido de España de forma ilegal para financiar diversos proyectos del Opus en el extranjero. A juicio de Ruiz Mateos, el Opus Dei contaba con infiltrados en todas partes y consideraba a Valls Taberner como la cabeza visible de la conspiración contra él, el urdidor de la tela de araña para asfixiar al holding de la abeja.
Según Ruiz Mateos, Valls Taberner le requirió cantidades de dinero próximas a los 1.000 millones de pesetas que éste fue entregando en sucesivas ocasiones en billetes en el interior de cajas de cartón a miembros del equipo asesor que Valls ponía a disposición de Ruiz Mateos, entre los que figurarían dos hombres de Adolfo Suárez, Alejandro Rebollo y Fernando Castedo, además del periodista Antonio Navalón y el abogado Matías Cortés.
En el momento de la expropiación, los abogados del presidente del holding Rumasa eran el mencionado Alejandro Rebollo y Fernando Castedo, otro hombre próximo a Adolfo Suárez en el CDS y que antes fue director general de RTVE. Ruiz-Mateos acusaría posteriormente a los dos de ser parte integrante de la conspiración tramada contra su persona y contra su imperio por los banqueros del Opus Dei, el copresidente del Banco Popular, Luis Valls Taberner, y el presidente de la patronal bancaria AEB, Rafael Termes, quienes le habían metido en la encerrona que supuso la conferencia de prensa del 22 de febrero de 1983, un desafío sin precedentes al Gobierno socialista y que precipitó la decisión expropiatoria un día después.
Tras estos dos primeros abogados llegó el turno a otro conocido letrado, el conseguidor Matías Cortés Domínguez (quien luego formó parte de la beautiful people y fue abogado de Isabel Preysler en su separación del marqués de Griñon). Suyo fue el dictamen jurídico que más tarde serviría de base para la presentación del recurso de inconstitucionalidad contra la ley de Expropiación de Rumasa. Pero, también Matías Cortés fue acusado después por Ruiz Mateos de “traidor y de haber sido nombrado por Luis Valls para su defensa”.
Argentia Trust
En febrero de 1998, Mario Conde fue condenado en su primera causa penal a cuatro años y dos meses de cárcel por el llamado caso Argentia Trust por un delito de apropiación indebida de 3,6 millones de euros (600 millones de pesetas). El Supremo consideró en la causa Argentia Trust que el ex banquero dispuso de los 600 millones aún cuando él no era el destinatario real de dicha cantidad. Debido a ello volvió a ingresar en la prisión de Alcalá Meco, donde pasó 17 meses. Los hechos se derivan a 1990 cuando ordenó en los primeros días del mes de julio al entonces director general, Javier Abad, un pago de 600 millones de pesetas con dinero de la instrumental Banesto Industrial Investment (BII), Isla de Gran Caimán.
En el juicio Mario Conde declaró que "Antonio Navalón está delante de la sociedad Argentia Trust", aunque dijo no saber "sí también está detrás". A preguntas del presidente del Tribunal, Siro García, Conde dijo que pagó a Navalón, a pesar de que éste no le entregó ningún "documento" acreditativo. Según Mario Conde, Navalón recorría las grandes corporaciones vendiendo asesoramientos que en realidad escondían comisiones a favor del PSOE. En esto justificó los 600 millones entregados a Navalón y su socio Diego Selva, aunque nunca se acreditó el destino final de estos millones y con el quebranto patrimonial que supuso a Banesto.
Después de esta operación, Navalón prestó los servicios para la fusión de Hidrola e Iberduero, en la que es la actual Iberdrola. Por esta operación, el después presidente Íñigo de Oriol, manifestó haber pagado 10.000 millones en concepto de imagen y comunicación.
Sus relaciones con PRISA
Tras su aventura eléctrica, Antonio Navalón se centró en el grupo Prisa y muy especialmente en la figura del que fue su presidente, Jesús de Polanco. La guerra de la televisión digital estaba en su cénit y Sogecable intentaba hacerse con el control del mercado a golpe de talonario. Por ello, compraba todos los derechos de emisión que podía, pero a cambio de ello Sogecable tuvo que suscribir en 1997 un crédito sindicado con Morgan Stanley por importe de 370 millones de dólares, casi 60.000 millones de pesetas, que daba una idea del volumen de gasto en el que se metió la empresa. Los gastos financieros podían devorar a Polanco en poco tiempo si no encontraba una solución. Aznar se negaba a la fusión. En este clima, en febrero 1997, estalló el caso Sogecable. Javier Gómez de Liaño admitió la querella presentada por Jaime Campmany en el que se acusaba a Polanco y Cebrián de "supuesta apropiación" de los depósitos entregados en concepto de fianza por los suscriptores de Canal + al alquilar los descodificadores.
Gómez de Liaño fue recusado, gracias en parte al papel de Baltasar Garzón, que se abstuvo sobre la recusación del que hasta entonces había sido su compañero y amigo. En medio de la relación Garzón – Prisa aparece de nuevo la figura de Antonio Navalón. Navalón está presente en todas las reuniones clave que permitieron montar la recusación del juez y su condena por un acto de prevaricación que, posteriormente, el Tribunal de Estrasburgo desestimó en 2008. Todo ello tuvo su premio, el exilio a México de Antonio Navalón.
La saga de los Polanco tiene desde antaño una gran pujanza es en el mercado mexicano. Un suculento negocio que amplió gracias a la mediación del ex presidente español, el socialista Felipe González, quien actuó para que el editor uniera sus fuerzas con el grupo Televisa, en la cadena Radiopolis. Sin embargo, esta alianza con el millonario Azcárraga tampoco respetaba la ley mexicana de Inversión Extranjera. Cuando el 14 de octubre de 2001 Prisa compró por 50 millones de dólares el 50% de Radiopolis, la cadena radiofónica de Televisa con 17 estaciones repartidas por todo México, se saltaba, al igual que en Argentina, una norma que impide el control de este tipo de negocios a empresarios extranjeros.
Navalón vive entre Monterrey (México), España y Nueva York. Precisamente en esta última ciudad el "gran conseguidor" fue clave en la organización de los cursos en la Universidad de NY, por los que llegó a abrirse una causa contra el entonces magistrado Baltasar Garzón por presunto cohecho. Pero sigue con sus antiguas conexiones. De la mano de Felipe González y Juan Luis Cebrián también estuvo vinculado al conseguidor iraní Zandi Gohorrizi Massoud, llegando a ser consejero de las compañías Star Petroleum y SP Mining. También sale en los papeles de Hacienda, al aparecer en la lista de morosos con una presunta deuda de 2,08 millones.
Esta es la vida con sus lados oscuros del “gran conseguidor” Antonio Navalón, capaz de sentar cátedra en diario El País sobre los millennials, las personas nacidas entre los años 80 y los 2000 que, según él, no aportan nada al mundo. Una generación a la que "lo único que les importa es el número de likes, comentarios y seguidores en sus redes sociales", dixit. A él, sin embargo, si le importó sobremanera una cosa en su vida: el manejo del dinero y el poder.