Jueves, 7 de mayo de 2009. Francesco Arcuri, impaciente, espera a que su novia llegue al domicilio en el que ambos viven en Granada con su pequeño de tres años. Son las 5 de la mañana y Juana Rivas no aparece. Al final ella entra en casa a las 5.30. Francesco le pide explicaciones. Le pregunta una y otra vez dónde ha estado esa noche. Las respuestas no le parecen satisfactorias y empieza la agresión. Francesco la "golpea repetidamente", mientras Juana "intenta entrar en la habitación, causándole lesiones" que acaban necesitando de una "asistencia facultativa".
Este es uno de los episodios de maltrato que sufrió Juana Rivas -la bautizada por la prensa como madre de Granada-, tal y como señala la sentencia a la que ha tenido acceso este diario y que acabó condenando a Francesco a tres meses de prisión. Hoy la Justicia se pone de su lado y reclama a Juana que entregue sus hijos al padre - tuvieron otro niño más tarde-, al mismo padre que en 2009 pegó a Juana hasta provocarle varias heridas. Ella se ha negado a dejar en manos de Arcuri a los menores -"me los tienen que quitar a palos"- y en la actualidad se encuentra en paradero desconocido.
Tras la paliza de aquella noche de mayo de 2009, Juana tomó la firme decisión de denunciar a su pareja por agredirle. En aquel momento Francesco no tenía antecedentes penales y, cuando vio que su pareja estaba decidida a ir a los juzgados, reaccionó acusando a Juana de un delito de malos tratos que finalmente retiró.
Francesco fue condenado como autor de un delito de lesiones en el ámbito familiar (artículos 153. 2, 3 y 4 del Código Penal) “a la pena de 3 meses de prisión, con inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena, privación del derecho a la tenencia y porte de armas durante un año y tres meses y prohibición de aproximación a menos de 200 metros a la persona de Juana Rivas Gómez a su domicilio, centro de trabajo o lugar donde se encuentre durante un año y tres meses, y de comunicarse con ella por cualquier medio durante el mismo periodo”. Después de aquello, la pareja terminó con su relación.
Entonces, el acusado se mostró conforme con los hechos imputados y con la pena impuesta. Sin embargo, hoy niega cualquier tipo de agresión. Los golpes “nunca ocurrieron”, declara el ex de Juana a la agencia italiana Ansa, contradiciéndose a sí mismo. “Estoy en un hotel y no puedo salir porque es peligroso para mí. Estoy triste”. Así es como dice sentirse Francesco Arcuri.
Dice estar viviendo "un calvario"
El padre de los menores lleva más de un año luchando en los juzgados para poder estar con ellos. “Quiero poder abrazar a mis hijos. Hace más de un año que no los veo –desde el 18 de mayo de 2016-, cuando la madre se los llevó a España y nunca volvieron”, se queja Arcuri en declaraciones a la citada agencia. Tras la batalla judicial que él mismo define como “un calvario”, la titular del juzgado de primera instancia número 3 de Granada dictó una resolución a su favor que determinaba la entrega de los dos menores por parte de Juana Rivas a su padre en un Punto de Encuentro Familiar de Granada.
El plazo expiraba este miércoles a las 16.30 horas. “Yo a mis hijos no los entrego, voy a defenderlos hasta mi último aliento. Si la Policía viene a darme descargas eléctricas o con la porra, no me va a dar miedo. Yo voy a estar ahí”, decía el martes. Hoy podría incurrir en tres delitos: desobediencia a la autoridad, sustracción de menores y secuestro.
Francesco Arcuri nació en Génova hace 50 años, aunque hoy en día vive Carloforte, en la isla de San Pietro, situada en la costa suroeste de Cerdeña. Se alegra de que la justicia le haya dado la razón, pero lamenta que la opinión pública no se crea su versión y que los medios solo escuchen a la madre. “Está organizando manifestaciones en la calle y una campaña de prensa contra mí”, cuenta.
Juana Rivas y Francesco Arcuri se conocieron hace doce años en Londres, cuando ella tenía 24 y él 38. Se fueron a vivir a Granada y a los meses nació su primer hijo. Poco a poco, la relación entre ambos comenzó a empeorar. Rivas estaba siendo “sometida a una situación de violencia física y psicológica insostenible”, según ha afirmado en varios medios. Y al final dio el paso y emprendió acciones judiciales contra Francesco tras lo ocurrido en mayo de 2009.
Nueva oportunidad y segundo hijo
Años más tarde las cosas cambiaron. Juana le perdonó y dio una “nueva oportunidad” a su ex. Fueron padres por segunda vez y se fueron a vivir a Carloforte (Italia), donde empezaron a trabajar en el sector de la hostelería. La nueva vida de Juana en la capital de la isla de San Pietro acabó convirtiéndose en una auténtica pesadilla. “Una vida de esclava, alejada de todo contacto social y trabajando todo el día en un hotel rural que regentaban a ocho kilómetros de la localidad más cercana y a tres horas en ferry del juzgado más próximo”, detalla Francisca Granados, asesora de la madre, según recoge El País.
En mayo de 2016 se produce la segunda ruptura, y la madre decide marcharse de Italia para no volver jamás. El 18 de ese mismo mes hace las maletas y huye a Granada con los dos menores. A Francesco le cuenta que tenía una “fiesta familiar” y que volvería en junio. Llega el verano y Juana y los pequeños no vuelven. El 12 de julio, Juana vuelve a iniciar acciones legales por malos tratos contra Francesco Arcuri. Al final, en agosto, el padre inicia los procedimientos para solicitar la custodia de sus hijos.
Mientras Juana y su entorno siguen esperando a que su denuncia se tramite, la Justicia ha dado la razón a Francesco. “Nos encontramos a más de un año de esa denuncia y no ha corrido ninguna prisa. Está todavía en un despacho de Madrid esperando ser enviada a la justicia italiana", ha llegado a criticar la asesora de Juana, que ha presentado un escrito de queja ante el Defensor del Pueblo Andaluz para denunciar falta de información.
Este mismo jueves, y tras conocerse que Juana había huido con sus pequeños, la presidenta andaluza Susana Díaz ha anunciado que la Junta prestará servicio a la madre para pedir la suspensión del régimen de visitas de sus hijos.