Uno, dos, tres avisos de Correos asoman en un buzón repleto. Un paquete espera a ser entregado desde el sábado. Tampoco se sabe cuándo lo recogerán. La destinataria no es otra que Beatriz L.D.: la auxiliar detenida tras ser acusada de asesinar a una octogenaria a su cargo.
-¿Te has enterado de lo de la Bea? Dicen que ha sido ella la del hospital.
-¿Bea, Bea? No me lo puedo creer. ¿Seguro?
En su barrio, en pleno centro del municipio madrileño de Alcalá de Henares, todo el mundo conocía a Bea, como la llamaban. Vivía allí, en un humilde piso de dos habitaciones de su propiedad, desde hacía más de una década. Siempre hablando, siempre preguntando. Sus vecinos la describen como una persona "súper social, súper agradable, muy simpática".
La noche del pasado jueves una mujer de 86 años, que estaba a punto de salir del Hospital Universitario Príncipe de Asturias alcalaíno -de titularidad pública- con el alta médica, sufrió una recaída y falleció a los pocos minutos. Los médicos que la acompañaban se sorprendieron: la mujer no presentaba ningún síntoma que pudiera hacer prever este desenlace. Las primeras sospechas indicaban un fallo de medicación.
Una burbuja de aire inyectada en el corazón
Tras varias pruebas al cuerpo ya sin vida de la mujer, los médicos descubrieron una burbuja de aire que habría sido inyectada en su corazón, desvelada por un TAC, y se percataron de que estaban ante un posible asesinato, por lo que informaron a la Policía y al juzgado de guardia. Tras varios interrogatorios a todo el personal que había estado en contacto con la paciente, la Policía determinó que Bea sería, posiblemente, la responsable del crimen. El sábado fue detenida y la juez ordenó su ingreso en prisión provisional comunicada y sin fianza en la cárcel de Alcalá-Meco.
A Bea "le encantaba su trabajo", cuenta a EL ESPAÑOL un vecino de su mismo bloque. Es una opinión compartida: "Es una chica muy trabajadora. Si podía, doblaba. También se quedaba con gente que estaba sola en el hospital por las noches con tal de sacar a su hija adelante", relata otro vecino. No era su único empleo: además se ganaba un dinero extra limpiando las escaleras de su bloque día tras día. En el edificio están de obras y su ausencia no ha llamado apenas la atención. "Sí que veíamos esto más sucio, pero jamás se nos pasó por la cabeza que pudiera ser ella".
Su hija, el centro de su vida
La auxiliar de enfermería vivía en un quinto piso junto a su hija en una calle céntrica de Alcalá de Henares muy cercana a la estación de ferrocarril. Las plantas que adornan la puerta de entrada de la vivienda este jueves están secas y dan signos de no haber sido regadas en mucho tiempo, según ha comprobado este diario. La niña, de 9 años, es fruto de una relación anterior de su madre, quien tiene la custodia pero mantiene relación con el padre de la criatura, que les ayuda. Su "brujita", tal y como la llamaba cariñosamente Beatriz en sus redes sociales, era el centro de su vida.
"Es una madre coraje", indica una vecina que no sale de su asombro, ya que mantenían una buena relación."No pensábamos que era Bea. Es impensable, es una chica bastante maja que no daba problemas ni daba que hablar". Todos destacan su carácter trabajador y familiar: sus padres le ayudaban cuando estaba en alguno de sus trabajos. "Solían llevar a la niña al colegio y pasaban mucho tiempo con ella", confirma esta señora. "No me lo puedo creer, es que cuesta imaginarlo", confiesa.
Otro de sus conocidos coincide en que "Bea cumplía con su trabajo y lo hacía todo bien". "Jamás lo habríamos pensado, pero nunca se sabe". La auxiliar de enfermería es también una persona muy coqueta. Suele visitar con cierta frecuencia la peluquería de su manzana, donde la noticia de su detención es la comidilla del día cuando se entra al local. "Nos ha pillado por sorpresa. Es una chica majísima y súper social. Sólo puedo decir eso. Todo el mundo la conocía y a todo el mundo saludaba", afirma la dueña del negocio.
Pacientes dicen que "nunca ha dado un ruido"
Los pacientes del Hospital Universitario Príncipe de Asturias de Alcalá -donde trabajaba Bea hasta su detención y en el que tuvo lugar el suceso el pasado jueves-, no han podido dejar de mostrar su sorpresa, a pesar del mutismo que ronda la instalación sanitaria. La dirección del centro ha impuesto silencio informativo sobre el tema, según ha podido saber este diario."El personal aquí, aunque es muy joven y tiene mala fama por ser recién licenciados, es muy amable y muy educado", cuenta un hombre de mediana edad que acaba de ser dado de alta y que rehúsa dar su nombre a este periódico.
Una señora mayor, que viene de ser operada y que visita regularmente el hospital, reconoce a Beatriz cuando la reportera le muestra una fotografía. "Claro que me suena su cara porque hemos estado ingresados en la unidad, pero es una muchacha que nunca ha dado un ruido. Si hubiera habido algo extraño lo habríamos notado", afirma la mujer.
Bea estaba destinada en Medicina Interna, situada en la quinta planta del hospital público. Llevaba diez años trabajando allí y ocupaba una plaza de interina en el centro desde 2014. "Cuando nos hemos enterado hemos pensado que era alguien que había entrado para el verano, porque no nos lo creíamos", cuenta una enfermera a este periódico, sin añadir ningún dato más por temor.
De momento, la Policía Nacional investiga ahora otro posible caso; el de una enferma fallecida en el mismo hospital hace dos años en circunstancias similares y en el que también intervino Bea. En aquella ocasión no existieron evidencias que permitieran llegar a ninguna conclusión acerca de las circunstancias del fallecimiento, aunque el caso presentaba similitudes en algunos aspectos con el suceso del pasado jueves.