Ansiedad, angustia y confusión. Ese será el estado que experimentarán los hijos de Juana Rivas dentro de dos semanas, cuando arranque el curso escolar. Así lo consideran psicólogos infantiles consultados por este diario. Los pequeños de la madre de Maracena, de 3 y 11 años, comienzan en septiembre el colegio: para el más joven, además, será su primer año académico.
Este martes la vecina granadina se entregaba y reaparecía por fin tras 27 días de desaparición voluntaria. En un primer momento la Policía Nacional detuvo a la mujer porque sobre ella pesaba desde el 8 de agosto una orden de busca y captura. Pero finalmente el juez de guardia nazarí decretó libertad provisional, puesto que la gravedad del presunto delito no justificaba una medida "tan grave" y "excepcional" como la prisión preventiva. “No me voy a la cárcel, me voy a mi casa con mis niños y voy a seguir peleando”, decía una Juana Rivas sonriente a la salida de los juzgados, con la orden del juez en su mano.
Sin embargo, el caso de Juana no está cerrado: sobre la patria potestad de los progenitores deberán pronunciarse los tribunales italianos. Esa decisión afectará de forma directa a los niños de la pareja, ya que aclarará en qué colegio estudiarán a partir de ahora, en Maracena o en Carloforte (Italia), como hasta ahora.
La matriculación, una cuenta atrás
"Si todo sigue la normalidad, el mayor de los hijos mantendrá la matrícula escolar abierta en su centro habitual italiano. En el caso del más pequeño, la matrícula se puede hacer efectiva con la firma de uno de los dos progenitores y una autorización judicial que supla la firma del otro padre", comenta a EL ESPAÑOL Isabel Winkels, abogada de familia y presidenta de la sección de Derecho de Familia del Colegio de Abogados de Madrid.
Ya sea en el islote de San Pietro o en España, la vuelta a ese cole se presenta complicada. “Van a necesitar apoyo psicológico”, dice a este periódico Silvia Yankelevich, psicóloga clínica experta en niños. Después de casi un mes en paradero desconocido y con unas vacaciones atípicas empañadas por el proceso judicial, “en el colegio se van a enfrentar con la realidad social”, lo que puede “dañar su autoestima”. “Los compañeros les preguntarán y se sentirán diferentes con respecto a ellos”, incide esta psicóloga.
Si Juana Rivas finalmente restituye a sus hijos, de acuerdo a la resolución judicial, el juez competente italiano actuará en beneficio del interés de los niños. "Es el que está mejor posicionado para decidir acerca de la realidad natural de esa familia", según Winkels. Eso podría derivar en el traslado del centro italiano a un colegio granadino en mitad del curso escolar, llegado el caso. "Mientras se resuelve la custodia, el juez puede valorar dónde tienen que estar escolarizados".
"El estrés emocional es anterior"
Aunque el caso de la madre de Maracena haya ganado notoriedad este verano, los niños llevan “viviendo una situación de estrés emocional muy anterior”. “Si ha habido malos tratos, estos niños tienen unos estados de ansiedad y angustia provocados por esa violencia”. La madre llegó a narrar en una de sus cartas episodios de violencia y “terror”, algunos de ellos delante de sus hijos: “Incluso mi hijo recibió algún golpe [de Francesco Arcuri] intentando defenderme”.
Según Yankelevich, la situación de los menores ha empeorado sobre todo a partir del 26 de julio. Ese día Juana Rivas, tras incumplir la orden de entregar los pequeños al progenitor, huyó junto a ellos. La madre granadina dijo este martes que han pasado este tiempo "en un entorno rural" de la provincia de Granada. "Esa sensación de fugados también juega en su contra y provoca siempre una ambivalencia muy fuerte, porque nada prevé que los niños no quieran a su padre". Además, el hecho de estar en paradero desconocido, sin vivir en una situación de plena libertad, “puede provocar sensación de agobio, fobia o agorafobia”.
“Les perjudica para toda la vida”
Durante todo este tiempo alejados de su padre, al que no ven desde el 18 de mayo de 2016, los pequeños se sienten en una posición ambigua. “Eso causa una ambivalencia afectiva, del amor al odio y del odio al amor. Y ese desencuentro de los sentimientos perjudica a los niños. Yo diría que para toda la vida. No sabrán si papá es bueno o papá es malo”.
En opinión de la abogada Winkels, el mayor fallo de todo el proceso judicial ha residido en el alargamiento de los plazos. "El tema de la restitución está previsto legalmente que se realice en un plazo máximo de seis semanas y con máxima urgencia". La situación, prolongada en el tiempo, juega en contra de los menores. Aún está por ver en qué aulas tendrán que volver a abrazar la rutina.